Vuelve Cuto, el héroe de los niños de la posguerra española
- La obra maestra de Jesús Blasco forma parte de una colección sobre el dibujante
- “Cuto se enfrentó a dictadores en la España de los años cuarenta”, destaca Joaquim Noguero
Jesús Blasco (Barcelona 1919-1995) es uno de los grandes del cómic español (y mundial), de todos los tiempos. Y de los primeros dibujantes españoles en triunfar en el extranjero, sobre todo en Gran Bretaña (Zarpa de Acero). Sin embargo, su obra no se reedita en España desde hace años. Afortunadamente, ahora ECC Ediciones dedica una colección a este autor, en la que destaca Cuto, el personaje que fue el héroe de los niños de la posguerra Española.
El editor de la colección, el profesor de periodismo cultural y experto en Jesús Blasco, Joaquim Noguero, destaca la importancia del dibujante: “Jesús Blasco forma parte de la primera generación de historietistas propiamente dichos, de los pocos que, tomando como modelo los autores americanos de los años treinta, se dedicarían al cómic de forma principal. A diferencia de Emilio Freixas o de Roc Riera Rojas, por ejemplo, que primero fueron modelos suyos, Jesús fue siempre más historietista que ilustrador. En el primer Chicos (1938-1950) de los años cuarenta, solo Ángel Puigmiquel es tan moderno, alegre, dinámico y llama tanto la intención como él. Pero Jesús es más completo ya en ese momento y fue luego mucho más prolífico”.
Cuto se publicó en la famosa revista Chicos una de las más importantes de la historia del cómic español y de las pocas que desafió (aunque fuera tímidamente) a la censura franquista de la época. “En los primeros años cuarenta -asegura Joaquim- Cuto fue tan revolucionario como lo sería más tarde el Capitán Trueno de Víctor Mora a mediados de los años cincuenta, por cómo es más importante lo que expresan en general las situaciones y actitudes vividas en las viñetas que lo que explicitan literalmente los globos de texto (por ejemplo ese “soy español” de El mundo perdido)”.
Cuto se enfrentó a dictadores en la España de los 40
“Cuto era un chico más -añade Joaquim-, como cualquier otro de los lectores de Chicos, pero no vivía como uno más de ellos: se pasea y habla con chicas, conduce todo tipo de vehículos, no responde a ninguna jerarquía, viaja por el mundo, se enfrenta a dictadores… Lo digo y parece increíble: “se enfrenta a dictadores”, sí, ¡en los años cuarenta! Pero, claro, como era un simple chico no pasaba nada y coló”.
“En esto fue revolucionario: en vivir los sueños de la calle; en dar voz de forma alegre a ese tiempo de silencio, al largo silencio de la época (por decirlo con ecos de Martín-Santos o de Miguel Gallardo). Y también en conseguirlo con un estilo de una fluidez y efectividad maravillosas”.
“He dicho más de una vez que gente como Blasco y Mora ejercieron en ese momento de farmacéuticos de guardia: en mitad de la noche de la dictadura, vendían emociones a toda pastilla. Los tebeos como esparadrapos de papel, más revolucionario que eso…” -concluye Joaquim-.
El cómic
En este primer volumen, de los cinco previstos, somos testigos de la evolución de Cuto. “Es divertido ver la rapidísima evolución del personaje, en tan solo seis aventuras y menos de tres años –asegura Joaquim-. Con estilo caricaturesco, en El pequeño policía (1940-1941) el modelo es el Mickey Mouse de Disney, mientras que para El Mundo perdido (1942-1943), el compañero de Cuto ya es de estilo realista y, como héroe y galán, un personaje a imagen y semejanza de los de Alex Raymond”.
“De las seis primeras historietas –añade Joaquim-, la primera, El pequeño policía, me parece espectacular por como también muestra cierta influencia estética del expresionismo alemán. Hay dos viñetas muy parecidas, con uno de los gángsteres detrás del volante en la ventanilla del conductor, que podrían muy bien servir de ejemplo de cómo Jesús experimenta plásticamente en esos primeros años cuarenta. Las dos muestran casi la misma escena, pero el estilo de una es muy Floyd Gottfredson, mientras que a medida que el coche gana velocidad el mismo enfoque es casi expresionista y de vanguardia, concebida la viñeta iconográficamente como un juego de líneas y sombras (ver abajo)”.
“Aun así –concluye Joaquim-, Jesús Blasco siempre es muy narrativo, no le pierde la estética. Lo que ocurre es que consigue expresarse narrativamente con brillantes hallazgos plásticos”.
Pionero en conquistar el mercado internacional
Con solo 15 años, Jesús Blasco ganó un concurso de historietas de la revista Mickey que le abrió las puertas de la industria. Y era tan bueno que el cómic español se le quedó pequeño enseguida, siendo uno de los primeros dibujantes españoles en triunfar fuera de nuestras fronteras. “Su estilo enseguida fue muy internacional, por los modelos de los que partía –asegura Joaquim-. Para el estilo realista, recurre a la perfección y el dinamismo de Alex Raymond o, en seguida, a la expresiva mancha y la pincelada negra de Milton Caniff. Y para el estilo caricaturesco el modelo es Disney. O sea, que el punto de partida es lo más moderno e internacional del momento en ambos registros”.
“Ocurría lo mismo en todo el mundo –añade Joaquim-. El estilo “internacional” arrancó del de los años treinta de las tiras norteamericanas, de la misma forma que luego evolucionó con el ejemplo de lo que ocurría en el género de aventuras norteamericano de los años cuarenta o en el de terror de los cincuenta. Y, sí, efectivamente fueron unos de los autores pioneros en trabajar desde España para el mercado internacional”.
Los hermanos Blasco y 'Los guerrilleros'
Fue tal el éxito de Jesús Blasco que sus hermanos Pili, Alejandro y Adriano decidieron seguir sus pasos formando una de las familias de dibujantes más célebres de la historia. “En principio -nos cuenta Joaquim-, los hermanos trabajaron por separado hasta 1953. En los años cuarenta, Jesús muestra una actividad y una evolución increíbles, al mismo tiempo que en las páginas de Chicos y de Mis Chicas (la versión para niñas) aparecen progresivamente Pili B., Alejandro B. y Adriano B.
“Hay que tener en cuenta que eran adolescentes cuando empezaron a publicar, igual que lo había hecho Jesús antes de la guerra -añade Joaquim-. Pero hay una diferencia muy importante: Jesús se espabiló solo, respondió a su inclinación natural, mientras que sus hermanos pequeños lo tuvieron siempre a él como modelo. Lo admiraban mucho, reconocían su autoridad, por como pizarra en mano les había divertido en casa contándoles historias y viendo como las dibujaba”.
“Así que -continúa Joaquim-, aunque Adriano afirmó siempre que Jesús nunca les había dado clases directamente, es evidente que tenían esa sensación porque vivían dentro de ellas las veinticuatro horas del día. Hay páginas publicadas por Adriano con 15-16 años que tienen viñetas espectaculares. Y Jesús reconoció una vez a José M. Delhom que algunas eran suyas. A ver, ¡es normal! Trabajaban en la casa familiar, así que veo lógico que les pudiera echar una mano cuando empezaron. Por eso yo no veo como un corte el momento en que, a partir de 1953, al empezar a trabajar para el extranjero, Alejandro y Adriano abandonan su firma y se ponen al servicio de la de su hermano”.
“Desde el punto de vista de la familia, la cosa estaba clara: aliados Alejandro y Adriano con él, Jesús podría producir el triple con su cachet, en lugar del de sus hermanos, que por otro lado no habrían tenido tantos encargos -afirma Joaquim-. Sobre la forma de trabajo, ellos contaban que Adriano hacía primero los esbozos a lápiz, que Alejandro se dedicaba sobre todo a los fondos y Jesús fue siempre el responsable del entintado y acabado final. Pero cuando iban con prisas es evidente que se repartían páginas y viñetas, con lo que hay niveles”.
“Jordi Bernet –añade Joaquim- me contó que le sorprendió mucho, una vez que trabajó con Larraz y Jesús una historia para Bélgica, como Larraz y Jesús repartieron las viñetas entre los tres, luego cada uno hacía las suyas en su casa, y al final cuadraba todo. Los Blasco debieron de trabajar así continuamente, pero estando cerca para comentar la jugada. Como vivían y trabajaban juntos, o entendemos que no desconectaban nunca o bien que no pararon nunca de jugar y estar de cachondeo entre viñetas”.
Uno de los mejores trabajos de los hermanos es la serie Los Guerrilleros, que también acaba de publicar ECC Ediciones. “Es una serie –nos comenta Joaquim- que traslada en cierta medida la estética del spaghetti western al cómic, como también el Jerry Spring de Jijé o el Teniente Blueberry de Charlier-Giraud. Si ha quedado por detrás de ellos es porque, en comparación, los guiones son flojos. Pero plásticamente es otro hito del neo-western de esos años. Por la riqueza de sus contradicciones, el personaje de Pedro se habría adueñado de la serie con el tiempo. Bueno, en buena medida ya se hizo con ella. Las dos mejores aventuras son las que firma el guion Miguel Cussó”.
Uno de los dibujantes más influyentes de la historia
Además de en sus hermanos, podemos decir que la influencia de Jesús Blasco es casi universal. “Cualquier gran dibujante, con la capacidad narrativa y el dinamismo de Blasco, influye en sus colegas -asegura Joaquim-. Las limitaciones las impuso más el mundo editorial que no sus capacidades como dibujante. Cuando en los años noventa, la Biblioteca Nacional de París dedicó una gran exposición a los maestros de la bande dessinée del siglo XX, Blasco fue uno de los cincuenta creadores mundiales destacados en la muestra, al lado por tanto de gente como Foster, Raymond o Caniff (que le influyeron directamente) o de Hergé, Breccia o Pratt (que partieron, como Blasco, de esas mismas fuentes)”.
“En la pincelada en blanco y negro, Jesús Blasco fue un gran maestro. Del país e internacional. Como ocurre también con Jordi Bernet, cuyo tío (Miguel Cussó) fue guionista tanto de los Blasco como suyo” –concluye Joaquim-.
Os dejamos un documento excepcional. Este programa de La historieta (emitido por TVE en 1984), que incluye una completa entrevista en la que Jesús Blasco repasa su carrera, incluyendo el origen de Cuto
5 joyas de Jesús Blasco
Pedimos a Joaquim Noguero que destaque cinco obras entre la ingente producción de Jesús Blasco: “Las aventuras de Cuto y Anita de los años cincuenta son espectaculares. Se nota que Jesús es un autor joven en dos sentidos: por la alegría desacomplejada con que exhibe recursos plásticos y, también, por cómo se separa totalmente de la ideologización de otros contemporáneos. Con él ocurre, a mediados de los cuarenta, lo mismo que sucederá con Víctor Mora diez años después, a mediados de los cincuenta: ambos tienen poco más de 25 años cuando con sus creaciones se separan con una enorme sonrisa de la realidad circundante”.
“Hay optimismo en sus creaciones -continúa Joaquim-, pese a pertenecer al bando de los vencidos en la Guerra Civil, porque por su juventud vivían sus inquietudes con mucho menos miedo que compañeros más mayores como Freixas, por poner un ejemplo. Esto solo ya da mucho valor a las aventuras de los dos héroes de Jesús en los años cuarenta. Cuto hace todo lo que no podía hacer un chico en esos momentos. Y Anita no responde para nada al modelo de una niña de la época, cuando se larga ella solita a dónde le da la gana (incluso hasta la luna), siempre con la faldita al viento para pasmo de las niñas de entonces (y de sus hermanos: debió ser de las pocas historietas femeninas leídas también por niños)”.
“Luego, de las obras posteriores –añade Joaquim- vale la pena destacar Zarpa de acero, Los guerrilleros, las aventuras de Tex que firmaron para la editorial Bonelli italiana o Alicia. Pero, en el fondo, cualquiera de estos títulos representa tirar del mismo hilo. El Blasco de Zarpa de acero ya estaba en Tragedia en Oriente. El de Los guerrilleros y Tex, en Cuto en los dominios de los sioux. Y el de Alicia en el país de las maravillas, en la fantástica Anita Diminuta. Y vale en todos los sentidos eso de fantástica. Para país de las maravillas, el de los Blasco”.
Una edición de lujo
Destacar la edición de ECC, sin duda la mejor de las que se han hecho sobre Cuto. Aunque conseguir los materiales de reproducción no ha sido fácil, como nos cuenta Joaquim: “En una de las introducciones del volumen de Los guerrilleros, aparece una fotografía de los tres hermanos que da una cierta idea de esto: siempre acumularon a su alrededor un montón de papel (originales y documentación), pero no parecían demasiado preocupados por tenerlo ordenado y clasificado, porque siempre mandó el día a día de los continuos encargos. Además, el reciclaje era también la norma”.
“Hay historias –añade- que tienen hasta tres y cuatro versiones: la primera para diez páginas, por ejemplo, que luego reconvertían en ocho o en doce, según lo necesitara la revista que volvía a acoger la historieta. Una viñeta de la chica desvistiéndose también podía ser más o menos explícita, según el país o el tipo de revista. La misma historia se paseaba por muchas revistas, y a partir de un cierto momento los originales se respetaban, trabajando las versiones posteriores con fotocopias en las que los Blasco redistribuían las viñetas, las suprimían o añadían nuevas”.
“Pero antes, sobre todo en los años cuarenta, cuando no podían contar con fotocopias, los originales se recortaban y remontaban directamente –añade Joaquim-. Por eso se conservan los de algunas historias de Cuto que no se remontaron, pero no hay ninguno de Tragedia en Oriente o apenas de Cuto en el dominio de los sioux, con la excepción de alguna página suelta (por ejemplo, la primera)”.
La Colección Jesús Blasco
Tanto para los que ya conocían este material como para los que no habíamos podido disfrutarlo, estos dos primeros volúmenes de la colección de Jesús Blasco (Cuto 1 y Los guerrilleros) son joyas imprescindibles. Preguntamos a Joaquim cuáles son los planes para la colección: “De momento, saldrán otros cuatro volúmenes de los cinco del integral de Cuto y están previstos tres para Anita. Probablemente, se alternarán con una entrega de historietas realistas de las que hicieron para la revista Chicos y con un volumen de Tallaferro, el personaje medieval que Víctor Mora creó a imagen de su Capitán Trueno, en este caso como eco de las correrías por el mediterráneo y Bizancio de los almogávares de la Corona de Aragón. El personaje pertenece a la misma saga de Trueno, el Jabato, el Cosaco o el Corsario de Hierro, y sus aventuras permanecen inéditas en castellano, pese a que juegan en la misma liga de las de Trueno que, casi contemporáneamente, compartieron Mora y Blasco en los noventa”.
“Por otro lado -añade Joaquim- también está previsto dedicar un volumen a las historias de terror de los Blasco y otro par al western, un género que practicaron muchísimo. Por supuesto, más adelante también se publicará Zarpa de Acero, pero, a diferencia de otras publicaciones anteriores en español, podremos trabajar de forma prioritaria con los originales, lo que permitirá cuidar especialmente la edición”.
Joaquim Noguero
Profesor de periodismo cultural en la facultad de Comunicación Blanquerna de la Universidad Ramon Llull en Barcelona, Joaquim Noguero es el editor externo de la obra de Jesús Blasco que publica ECC y coordina el plan general de la obra. Comisario de más de medio centenar de exposiciones (sobre Jordi Bernet, Víctor Mora, el portadista Antonio Bernal, Manel Fontdevila, Miguel Gallardo, Jordi Bernet, Pep Brocal, Tintín, Astérix, George Simenon, Andrea Camilleri, etc.), hace veinte años que se interesa por los hermanos Blasco: en 1998 contactó con Adriano para la participación de los Blasco en una exposición sobre Lewis Carroll, en 2002 comisarió en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona la exposición Factoría Blasco, y luego les ha dedicado muestras como Bang, Bang, Blasco (2007), Estudios Blasco (2014) o La biblioteca de la imaginación: hermanos Blasco (2014). También es autor del libro Víctor Mora, l’aventura d’escriure (2017).