McQueen, cuando la fragilidad y el dolor se convierten en arte
- Ian Bonhôte y Peter Ettedgui firman esta cinta que ya está disponible en RTVE Play
- La película mezcla vídeos caseros con imágenes de los desfiles y testimonios
- Es un desgarrador viaje en el tiempo que retrata la figura del diseñador
- Alexander McQueen murió el 11 de febrero de 2010
El cuerpo se estremece desde los primeros acordes. Michael Nyman golpea con fuerza el piano y su música llega directa al corazón. Un corazón que se encoge desde que arranca la película con los dramáticos testimonios de los que participan en ella. Pero además se excita con las maravillosas imágenes de los desfiles del modisto y se emociona cuando le escucha hablar y contar qué sentía y cómo vivió cada momento importante de su vida. En algunos de ellos trabajando por la noche mientras escuchaban a Nyman y el compositor ahora se convierte en uno de los personajes centrales de la película.
McQueen, una película realizada por Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, está articulada en seis episodios llamados cintas ya que destacan sobre todo los vídeos caseros que el propio Alexander grabó en diferentes momentos: instantes íntimos con su madre o en el campo con su perro pero también otros más divertidos con miembros de su equipo. Como el modista mallorquín Sebastián Pons, uno de los apoyos importantes de McQueen a nivel personal y profesional que contribuyó al despegue y éxito de la carrera del británico.
“Es mágico. No hay nada tan emocionantemente poderoso como crear un espacio íntimo y confesional en el que tu protagonista pueda compartir o reflexionar sobre sus historias directamente con el público”, cuenta Ettedgui sobre esta cinta que es un impactante patchwork de imágenes grabadas en diferentes estilos y calidades que invita a la reflexión.
“Me daba igual lo que la gente pensara de mí”, dice en la primera cinta que retrata a un Lee (primer nombre de Alexander McQueen) mal estudiante que dejó el colegio a los 16 años, un adolescente que sufrió violencia doméstica y abusos, un joven que adoraba a su madre y que desde los 12 dibujaba ropa de forma compulsiva y leía libros sobre diseñadores de moda. Su talento le abrió las puertas de Savile Row como Anderson & Sheppard, Gieves & Hawkes y Tatsuno Koji y en Milán aprendió con Romeo Gigli. Luego regresó a Londres con el objetivo de formarse en Central St Martins. Su fundadora y directora, Bobby Hillson, le recuerda así: “No paraba de reírse, era creativo e irreverente y estaba lleno de entusiasmo”. Alexander no tenía dinero pero su tía le pagó la matrícula. Se gradúa en 1992 y la colección de fin de curso inspirada en ‘Jack el destripador’ tiene un gran impacto. “Allí ya estaba todo”, dice Hills. La colección es brillante y la estilista Isabella Blow dijo que era “la cosa más hermosa que jamás he visto”. Cuando se conocen se hacen inseparables. Ella se convierte en musa y protectora.
Las seis cintas que componen la película se centran en el proceso de creación y el desfile de seis colecciones relevantes en su carrera. En la segunda cinta se habla de los referentes personales y la repercusión que tuvo la de otoño e invierno de 1995 ‘Highland Rape’, inspirada en la historia de Escocia con referencias a la cetrería o la rebelión jacobita de 1745. De nuevo impacta. Ahora con vestidos de tartán rasgados que dejaban ver el pecho de la modelo y los ya icónicos pantalones con el talle tan bajo que mostraban la base de la columna vertebral, la parte más erótica del cuerpo para el diseñador, y a veces el vello púbico. “Lo recuerdo como un descenso a los infiernos, era como si las modelos hubiéramos sido violadas”, dice la top Jodie Kidd que entonces tenía tan solo 15 años.
El escándalo estaba servido. La prensa utiliza palabras como “injustificable” y se le acusa de ser misógino. Todo lo contrario. Pocos sabían que esta colección era fruto de su ira y cada puntada era un grito de dolor que salía de lo más profundo de su corazón provocado por los abusos que él y su hermana sufrieron por parte del marido de ella.
A pesar de aquel desastre, seis meses después, un vestido que costaba una libra viaja en el Concorde a Nueva York para que lo fotografíe Richard Avedon. Así comienza su ascenso y empieza a formarse el mito. Ahí comienza su descenso y empieza a formarse la leyenda. Su trabajo se nutre del dolor, la fragilidad, los miedos, las pesadillas, las fantasías sexuales, los fantasmas. “Para él la moda era una forma de exorcizar sus demonios”, cuenta mirando a la cámara su sobrino.
La siguiente cinta da un salto importante. Con tan solo ocho colecciones a sus espaldas McQueen releva a John Galliano al frente de Givenchy. El coche es brutal. El hooligan de la moda, y su equipo, entra en el mítico atelier con 27 años y transforma la casa a golpe de tijera. “Creo que algunos entraron en coma”, dice Lee en una entrevista posterior. Su primer trabajo se titula ‘En busca del vellocino de oro’ y la prensa se ceba con él “Es tremendamente ordinario”, dicta The Sunday Times. Lee sufre pero no tiene a su amiga que está muy triste porque no ha contado con ella para su desembarco en Givenchy.
Givenchy lo cambió todo. Lee gana mucho dinero y esto le permite hacer además colecciones para su firma. Vive medio año en Londres y otro medio en París. El ritmo es frenético y la presión le pasa factura. McQueen no soporta las comparaciones con John Galliano, que tiene un presupuesto cuatro veces mayor para Dior, y se siente como un “hermanastro” en la empresa que los fichó a los dos, LVMH, Louis Vuitton Moët Hennessy.
Pero la película no es solo una tragedia. Hay momentos dramáticos que te golpean el corazón pero también hay alegrías, éxitos e instantes mágicos. Inolvidable es la escena en la que la modelo Shalom Harlow, con un vestido blanco improvisado, gira mientras dos robots lanzan pintura sobre ella y al fondo se ve a McQueen con las manos en la cabeza. “Es la primera vez que lloro en uno de mis desfiles”, dice el modisto.
La presión traspasa la pantalla. A McQueen cada vez le piden más colecciones. Gana mucho dinero pero es infeliz. Se hace una liposucción de la que luego se arrepentirá y lleva trajes de Comme des Garçons. Toma cocaína, fuma mucho y contrae el VIH. La prensa ahora lo adora y el público también. Tom Ford dice de él que es “un poeta” y Gucci compra el 50% de su firma lo que le permite cumplir su deseo de abandonar Givenchy.
Lee respira por fin pero por poco tiempo. Isabella Blow se suicida y él se derrumba. A pesar de la tristeza saca fuerzas, se une al sombrerero Philip Treacy y juntos firman la colección ‘La dama azul’ que es un emotivo homenaje a Issie. “Ella nos inventó a Lee y a mí”, dice Treacy.
Firma 14 colecciones al año y camina hacia la autodestrucción. Los que le conocieron cuentan que planeaba matarse y Sebastián Pons cuenta emocionado que su intención era hacerlo al terminar su desfile, delante de todo el mundo. “Tras la muerte de Issie se instaló en un lugar muy oscuro”, cuenta su hermana. La última cinta gira en torno a la colección ‘La Atlántida de Platón’, un trabajo fascinante y soberbio marcado por los estampados digitales de polillas, medusas, corales, escamas de pez y pieles se serpientes. “Estoy diseñando mi última colección, estoy harto” le dice a Pons”. “Quiero que se acabe”.
Y se acabó. La muerte de su madre terminó de romper el débil hilo que le unía a la vida y en vísperas del primer aniversario Lee se suicidó. Era el 11 de febrero de 2010. De esta película, distribuida por Vértigo Films, se dice que es “Irresistible”, “Emocionante”, “Fascinante” e “Increíblemente poderosa y conmovedora". Es cierto.