Philippe Le Guay: "Los ganaderos normandos se sienten abandonados"
- Normandía al desnudo nos habla la crisis económica en una aldea normanda
- Un fotógrafo famoso propone a los vecinos un retrato de grupo desnudos
- La cinta es una tragicomedia reivindicativa sobre el poder de estar unidos
¿Qué ocurriría si un célebre fotógrafo internacional propusiera a los vecinos de un pueblo de la Normandía profunda posar desnudos en mitad del campo?
Con estos ingredientes, que juegan con una aparente comicidad y el choque de mundos opuestos, el realizador francés Philippe Le Guay (Molière en bicicleta, Las chicas de la 6ª planta) ha construido Normandía al desnudo. Una cinta que se estrena este viernes 8 de junio protagonizada por la estrella François Cluzet (Intocable, Un doctor en la campiña).
Le Guay ubicó la acción en la localidad normanda donde pasó los veranos de su infancia, y se inspiró en los famosos retratos de desnudos en grupo del fotógrafo norteamericano Spencer Tunick, que normalmente se componen en grandes ciudades.
Pero Normandía al desnudo no se instala definitivamente en lo jocoso porque es, a la vez, un drama con marcada sensibilidad social que narra a través de metáforas el sentir de las cosas en Europa.
El director recurre como trasfondo amargo a la grave crisis económica que asfixia a los ganaderos franceses y amenaza su supervivencia, dibujando una aldea al borde de la quiebra. Unas protestas de plena actualidad ante la bajada del precio de la carne, la falta de inversión en la región o la exigencia de las normas comunitarias.
Un ambiente que Le Guay pulsó de primera mano al entrevistarse con los normandos, aunque remarca que no quiso aportar en el filme “más drama a una situación ya de por sí muy dramática, de ahí, el tema de la desnudez”, aclara.
“Soy muy sensible sobre lo que está pasando en Francia en los últimos años. Tenía ganas de hablar con los campesinos y de conocer más a fondo su situación y sus vidas. Porque lo que me gusta en cualquier proyecto es penetrar en mundos que no conocía tan a fondo. Y lo que me cuentan es que se sienten abandonados. Cómo dice el personaje del alcalde en la película: ‘Durante tantos años hemos alimentado a Francia y ahora nos estamos muriendo de hambre’”, explica el director en una entrevista para RTVE.es
Desnudos reivindicativos
Una vez sentadas las bases reivindicativas, el filme se centra con tono amable en el tira y afloja de los vecinos a la hora de desnudarse para un retrato que pretende llamar la atención sobre sus problemas; en la idiosincrasia propia de su forma de vida-con fuertes tradiciones y gotas de modernidad- y en las relaciones entrecruzadas entre los granjeros, a los que una foto consigue acercar en plena zozobra y que culmina en un canto, proclamado sin complejos, a la unión para superar juntos las dificultades:
“En ese desnudo colectivo todos los cuerpos son parecidos. No hay gordos ni altos ni bajos ni feos. Más que un solo cuerpo, son un colectivo fuerte e importante y así encuentran la libertad, la solidaridad y recuperan la alegría”, afirma Le Guay.
Con estos mimbres, el realizador sortea la trampa de deslizarse en la caricatura en un constante juego de contrastes. Un equilibrio que en buena parte se sostiene sobre la espalda de un espléndido Cluzet, que huye del histrionismo en el rol de un entregado alcalde con su pueblo, a ratos tierno a ratos muy pesado, que reconvertido en activista pastorea a sus vecinos hacia la salvación con resultados desiguales.
“Es como una especie de padre con sus hijos. A veces es un padre que se enerva porque no entienden sus intereses y les regaña”.
El director se explaya en el anecdotario del rodaje de la escena de la fotografía en la bucólica campiña normanda, donde el desnudo es “más un misterio y una locura que un tabú”, frente a la forma en la que se vive en las ciudades.
Una cuidada, luminosa y fugaz imagen que rezuma optimismo en la que se mezclaron actores profesionales y los vecinos reales del pueblo de Mêle-sur-Sarthe.
“Yo me entrevisté con muchos agricultores y al final les decía, si tenéis que desnudaros ¿qué tal?. Y todos decían, yo iría a condición de que vayan los demás. Y eso resume el mensaje, porque solo no se tienen muchas ganas pero juntos se convierte en una experiencia mágica”, señala entre risas Le Guay sobre un proyecto que tardó cuatro largos años en sacar adelante.
El que no lo tenía muy claro, al principio, fue el propio François Cluzet que dijo que era “muy pudoroso” y se negó a desnudarse aunque al final “acabó quitándose los pantalones” y corriendo hacia la masa.
Esta es, en definitiva, la esencia de una película que nos deja ver un rincón de Francia a menudo diana de caricaturas y chistes, pero que a través de la ternura genera empatía con la lucha contra la desesperanza y la realidad dolorosa de sus habitantes.