'El jugador de ajedrez', el arte contra la barbarie
- El francés David Sala adapta la famosa obra de Stefan Zweig: Novela de ajedrez
- "Creo que es casi un libro testamento, una visión desesperada de un mundo que se apaga", asegura
El francés David Sala (1973) ha adaptado la famosa Novela de ajedrez, del austriaco Stefan Zweig (1881-1942), en un cómic tan bello como inquietante El jugador de ajedrez (Astiberri), que capta toda la fuerza del relato original y lo adapta a los tiempos actuales en los que, según el autor: "Aun estando lejos de lo que ocurría en 1930, vemos resurgir una atmósfera particular que desgraciadamente recuerda las ideas inquietantes y nauseabundas de aquel periodo” (en referencia al auge del nazismo que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial).
En una entrevista por correo electrónico el dibujante asegura que esta novela: "Es un libro que descubrí en mis años de estudiante y que nunca me ha dejado. Más allá de la fuerza de la historia y la conexión íntima que la vincula a la vida de su autor, encuentro que hay muchos puntos en común con nuestro tiempo".
"Pienso -destaca David Sala- que es un libro testamento, una visión desesperada de un mundo que se apaga".
Y es que esta pequeña novela sobre el enfrentamiento de dos jugadores de ajedrez, que representan al nuevo y al viejo mundo, a la barbarie y la brutalidad frente a la cultura y la imaginación, fue uno de los últimos escritos de Stefan Zweig antes de suicidarse en 1942. De hecho, se publicó de manera póstuma en 1943.
Una obra comprometida y arriesgada que, gracias a la excelente adaptación de David Sala, combina su desgarradora temática con una belleza plástica realmente impresionante. El arte contra la barbarie.
Una denuncia del nazismo y los radicales
En esta denuncia del nazismo que llevó al mundo a la Segunda Guerra Mundial, Stefan Zweig sitúa la acción en un paquebote en ruta hacia Argentina, en el que viaja Czentovic, el campeón del mundo de ajedrez (hijo de un pobre barquero eslavo dotado de una inaudita maestría para dicho juego). Durante el viaje será retado por una panda de aristócratas y banqueros a los que humilla. Pero todo cambiará con la aparición de un misterioso y educado personaje, Mr. B. , que parece ser el único capaz de derrotar a Czentovic.
Pero Mr. B. esconde un terrible secreto: debe su habilidad para jugar al ajedrez a la época en la que fue apresado y torturado por los nazis. Y durante la que desarrolló un curioso método para soportar esas torturas. Y es que el libro también estudia los límites del sufrimiento del ser humano y, ante todo, es una crítica a los crímenes del nazismo y de los nacionalismos radicales.
"Creo que, desgraciadamente, este libro está de rabiosa actualidad -asegura David Sala-. El resurgimiento de ciertas ideas que pensábamos que estaban definitivamente enterradas, nos lo prueba cada día".
Preguntamos a David si cree que esa partida de ajedrez también podría representar un poco la la lucha de clases. "No creo que sea una lucha de clases -contesta-, es la oposición de dos espíritus diametralmente opuestos. Mr. B. es un esteta muy culto, que utiliza su espíritu y su inteligencia para sobrevivir. Czentovic es un ser inculto pero dotado de una fuerza primigenia para el juego".
Una adaptación muy visual
Como comentábamos, a pesar de ser un cómic visualmente espectacular, David Sala mantiene la profundidad lilteraria de la novela de Zweig. "Quería contarlo con el lenguaje del cómic -nos comenta el dibujante- era importante para mí contar a través de la imagen y no hacer un libro ilustrado".
"Esta historia viene desde el interior, es literaria y, en última instancia, no es muy visual -asegura David-. Sin embargo, durante el trabajo de adaptación me pareció que podía abordar, mediante la narración y el dibujo, el sentimiento que uno tiene como lector. Fue todo un desafío, y algunas secuencias me obligaron a salir de la narrativa clásica para intentar ser lo más preciso posible".
Otra de las cosas más llamativas del cómic es que David Sala consigue ambientarlo en una ambiente casi irreal pero muy adecuado para el relato. " He trabajado con mucha documentación -confiesa-. Tenía fotografías de trasatlánticos, de ropa de época pero no me he ceñido mucho al aspecto histórico. También he mostrado voluntariamente una época que evoca más de los años 20 que de los 40. El mundo de ayer en cierto modo" (En referencia a la novela autobiográfica de Stefan Zweig El mundo de ayer. Memorias de un europeo, escrita poco antes de su suicidio, en sus últimos años de exilio, 1939-1941).
Sus influencias
En cuanto a su forma de trabajar, para conseguir esa perfecta conjunción de texto e imágenes, David nos comenta que: "No tengo un método de trabajo. No soy un guionista, estrictamente hablando, trabajo muy instintivamente. Lo más importante es saber lo que quiero decir, después, solo busco las formas de plasmarlo".
Como podéis comprobar por las fotos que acompañan a este artículo, sus influencias son bastante evidentes. "Sí -asegura-, dibujantes como Alberto Breccia o pintores como Klimt, Schiele, Grosz, Dix y muchos más..."
En cuanto a si es aficionado al ajedrez, como parece por el dominio del tema en este cómic, nos confiesa que: "No, no soy jugador de ajedrez".
Por último, David Sala nos avanza sus proyectos: "Estoy acabando un nuevo álbum para jóvenes La Ballade d'Ilyas, que saldrá a la venta en octubre, en Francia".