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Muere a los 79 años el pintor y fotógrafo Darío Villalba

  • Fue pionero, junto a Sigmar Polke y Gerhard Richter, en el uso de la imagen fotográfica como materia pictórica

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Darío Villalba en una imagen del 13/03/07 en el Museo Reina Sofía
Darío Villalba en una imagen del 13/03/07 en el Museo Reina Sofía.

El pintor y fotógrafo Darío Villalba, Premio Nacional de Bellas Artes Plásticas y Medalla al Mérito en las Bellas Artes, además de miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha fallecido en Madrid a los 79 años.

"Darío Villalba nos ha dejado. Nos queda el recuerdo de su personalidad y el privilegio de haber trabajado con él. Deja al mundo una obra plástica sin parangón. Galería Freijo seguirá trabajando para difundir su legado. Adiós amigo", ha informado la galería en su cuenta de Twitter.

Nacido en San Sebastián en 1939, Darío Villalba fue uno de los artistas plásticos españoles de mayor prestigio en la vanguardia internacional de la segunda mitad del siglo XX, pionero, junto a los alemanes Sigmar Polke y Gerhard Richter, en el uso de la imagen fotográfica como materia pictórica (y viceversa).

El artista donostiarra decidió dedicarse a la pintura en 1956, tras estudiar Derecho y Filosofía y Letras en Madrid.

Su creatividad irrumpió, a contracorriente, en el contexto histórico de la década de los 60, caracterizada por la marcada presencia del Grupo El Paso dentro de España y, en otros países, la fuerza del movimiento Pop.

Muerte, dolor, sexo y agua son los parámetros de su trabajo

Villalba, siempre a la búsqueda de un universo personal y creativo, libre de modas, presentaba en su obra los personajes "más límites" para luego, "utilizando el lenguaje de la fotografía como bisturí o herramienta", reflejarlos sobre el cuadro en descargas dolorosas o terminales, pero ya mezcladas con dosis mayores de emoción, gracias a la pintura.

Muerte, dolor, sexo y agua son los parámetros de su trabajo, por el que recibió el Premio Internacional de Pintura en la Bienal de Sao Paulo de 1973 y el Nacional de Bellas Artes de 1983, entre otras distinciones.

En 1957 expuso por primera vez, en la sala Alfil de Madrid, y desde hace años su obra formaba parte de las mejores colecciones públicas y privadas de Europa y EE.UU.

Motivado por la poética del lenguaje, algunas de sus joyas son el políptico de tres cuadros de gran formato La expulsión del paraíso, Atrapado. Efigie. Atrapado invertido y el friso compuesto por 324 pequeños cuadros Calavera y palmas.

Formó parte de la exposición de reapertura del MOMA de Nueva York

En 1984, Villalba se estrenó en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO) y formó parte de la exposición inaugural de reapertura del nuevo Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).

Su obra ha podido verse en reiteradas ocasiones, tanto dentro como fuera de España: Museos donostiarras de San Telmo y Kursaal, Arte Abstracto de Cuenca, IVAM de Valencia y Guggenheim de Bilbao, así como Centro de Arte Reina Sofía, Fundación March y Telefónica en Madrid, y en los neoyorquinos Solomon Guggenheim y Metropolitano, entre otros.

De sus principales antológicas destacan Verdad y mentira de la fotografía como pintura. Autosabotaje y poética del lenguaje (Kursaal-2001) y Documentos básicos (Centro Galego de Arte Contemporáneo de Santiago-2001).

En 1994 y 1999, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía fueron escenarios de sendas retrospectivas de este reconocido artista, un "saboteador del lenguaje" pictórico, como él mismo se definía. "No creo ni en el arte político ni social. El arte es un hecho plástico individual que luego se integra en la colectividad (...). Cada vez valoro más las individualidades".

Asimismo, la individual Secretos de la tierra (galería Metta de Madrid-2002), donde sorprendió con el color al plasmar materiales y detritus en su serie de pinturas sobre vertederos.

Según escribió Francisco Calvo Serraller en la presentación del catálogo de su exposición en la Galería Freijo de 2014, "su obra es lo que el antropólogo francés ha denominado sobremodernidad, que es la que hacen los modernos sin dejarse llevar por la modernidad porque observan con el necesario distanciamiento crítico".