Arrancan los 45 días para regularizar el futuro de los migrantes del Aquarius en España
- Pasados 45 días, deberán solicitar asilo o permiso de residencia para permanecer en España
- Los menores, los más vulnerables: "Hace mucho que nadie me daba un abrazo como este"
Después de desembarcar el domingo en Valencia, completado el primer reconocimiento médico y tras pasar la primera noche en tierra desde hace más de ocho días -cinco de ellos en el hospital-, los migrantes del Aquarius ponen punto y final a una odisea en el mar pero con un futuro incierto sobre su situación en España.
A partir de ahora, los rescatados disponen de un plazo legal de 45 días de entrada para quedarse en territorio español, tiempo ampliado de los 30 días habituales por razones humanitarias, en el que se decidirá si se les envía a alguna de las ciudades españolas que se ha ofrecido a acogerlos. Una vez expire, deberán regularizar su situación en España mediante la solicitud de asilo o residencia.
Tratamiento normal
Precisamente el estatus de los migrantes provocó el primer desacuerdo entre la vicepresidenta del Ejecutivo valenciano, partidaria de que se les trate como refugiados, y el Gobierno central, que apela al cumplimiento sin excepciones de la legalidad vigente para inmigración irregular.
Si durante la puesta en marcha del operativo Esperanza Mediterráneo, la Generalitat anunciaba que los migrantes tendrían estatus de refugiados, el pasado 14 de junio, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguraba que el tratamiento sería el mismo que los que llegan en pateras a España, tesis refrendada por la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, durante el Consejo de Ministros del viernes.
Celaá no descartó la expulsión de aquellos con antecedentes y se mostraba tajante: "El protocolo policial y judicial es materia europea".
Los menores representan el colectivo más vulnerable y, por ello, suponen una prioridad para el Gobierno y las ONG, que pedían el viernes que se resuelva "lo más rápido posible" su situación y se les derive a centros de protección infantil, familias o residencias. Esta fragilidad se puso de relieve durante el desembarco, según los testimonios de algunos voluntarios.
"Hace mucho que nadie me daba un abrazo"
Fernando Justa, que ayudó en el operativo, explicaba el domingo que uno de los casos "más complicados" fue el de una niña de 12 años que al desembarcar estaba en estado de shock, "asustada" y no podía avanzar. Justa, que habló un rato con ella y le dio un peluche para animarla, se sorprendió con el agradecimiento de la menor, algo que "nunca olvidará": "Hace mucho tiempo que nadie me daba un abrazo como este", le dijo.
El Aquarius transportaba a menores de entre 3 y 15 años, mientras que el Dattilo, a los de 15 y 16 años. La sensación que le transmitieron a Justa fue de "mucha incertidumbre y miedo", por lo que su función básica durante toda la jornada fue la del "acompañamiento".
Otra voluntaria y coordinadora del equipo de atención psicosocial de Cruz Roja, María José Talaverano, recordaba en rueda de prensa el caso de una joven de 20 años que no soltaba la mano de una compañera. "Ha sido como un ancla para ella", ha dicho, mientras ha descrito "caras de alegría" entre los migrantes que, ante la situación, "se han visto arropados". "Nos hablaban de esperanza, como esa niña que no se soltaba de nuestra mano", agregó.