La moda muta y entra en una nueva dimensión
- El duelo entre Virgil Abloh y Kim Jones se salda con el triunfo del primero
- Las casas apuestan por creativos influyentes para elevar las ventas
- La diversidad de la pasarela es un arma para conectar con la calle
- París se convierte en el mejor laboratorio de la nueva moda
Termina la Semana de la Moda Masculina de París y lo hace con un nivel muy alto. Los diseñadores saben que la competencia es brutal y que no se pueden dormir en los laureles. En el calendario destacaban dos nombres: Kim Jones y Virgil Abloh, los nuevos directores creativos de Dior y Louis Vuitton. Dos firmas de lujo que quieren jugar en primera división junto a las estrellas más influyentes del momento: Gucci y Vetements.
El duelo Jones-Abloh se salda con el triunfo del segundo que ha presentado en París dos colecciones, la de su firma, Off-White, y la de Vuitton. Y es que el desfile de Dior ofreció ropa pero poco más. Nada que ver con el trabajo de Abloh que fue más allá de la moda porque su desfile fue un mensaje sobre la magia de los sueños y el poder de superación pero también un apoyo a la diversidad y un grito contra la marginación. Entre ellos parece que no hay enemistad, al menos por parte de Virgil Abloh que asistió al debut de Kim Jones.
Su desfile para Dior es un juego de contrastes. Vemos prendas de estilo delicado, con estampados de florecillas sobre fondo blanco y trajes en rosa pastel. Pero a la vez vemos las mismas prendas con los mismos estampados sobre fondo negro y trajes en tonos más oscuros. Se aprecian guiños a los iconos de la casa, como las flores y la famosa chaqueta Bar, siempre en prendas de patrones perfectos, ligeramente estructurados y confeccionadas con tejidos muy amables.
“La identidad de la Alta Costura, esencialmente femenina, se adapta ahora al vestuario masculino”, dice la casa en un comunicado. Así la colección se ve fluida, relajada, fácil de llevar y con una fuerte apuesta por la feminidad, entendida esta como una manifestación personal del hombre. Una apuesta por ampliar su propio concepto de masculinidad.
Karl Lagerfeld estuvo en el debut de Hedi Slimane en la división masculina de Dior. Fue en 2001. Ahora, 17 años después, presencia el bautizo de Kim Jones en la maison. ¿Será el káiser un talisman para Jones? ¿Tendrá el mismo éxito que Slimane?
Es necesario redefinir estos conceptos, a veces obsoletos; al menos en moda. Paul Smith y Kenzo, por ejemplo, hicieron desfiles mixtos pero otras firmas en cambio lo que han hecho es experimentar con todos los conceptos que antes solo se utilizaban para la moda de mujer. Se abre así un nuevo escenario porque la moda masculina se abre a nueva sensaciones, las que proporcionan nuevas texturas, colores y patrones. También los complementos, aliados con poder para transformar la imagen que proyecta una prenda. La riñonera es la estrella y ha estado presente en casi todos los desfiles en infinidad de versiones.
Hay varios temas sobre la pasarela. Se acabó el protocolo que marcaban las agujas del reloj. La ropa tiene ahora un largo recorrido y las piezas, bien combinadas, visten las 24 horas del día. También se quiebran las normas en las empresas. El traje convencional, aburrido, tiene los días contados porque los armarios se renuevan con prendas diferentes. Las cazadoras sustituyen a las chaquetas, los pantalones llevan detalles deportivos y las camisas se olvidan de las corbatas porque no tienen cuello o porque simplemente las rechazan. Adiós al “me pongo lo primero que pillo para salir de casa por la mañana pero me arreglo para salir a cenar o bailar”.
¿Pero qué se lleva? Todo. O casi todo. Milán, que atraviesa una crisis de identidad y ha perdido fuerza, tiene la vista puesta en el pasado, tanto para buscar fuentes de inspiración como para reivindicar a sus artesanos, una de sus mejores bazas. París, en cambio, intenta viajar al futuro, adelantarse a los movimientos de la sociedad, una sociedad cada vez más plural y abierta.
En estos seis días hemos visto algo insólito, un gran cambio en la fisonomía de la pasarela. Atrás queda esa tendencia al modelo con cara de niño, imberbe y rubio. Ahora los diseñadores cuentan en sus desfiles con chicos blancos y negros, occidentales y orientales, masculinos y femeninos, guapos y feos. Lo que se consigue es convertir la pasarela en algo más grande, en un reflejo de la calle de las grandes ciudades. Un espejo sobredimensionado en el que ambos se miran buscando inspiración; unos, para crear, y otros, para crearse.
La moda, ahora más que nunca, es el arma para reforzar la identidad, no para camuflarla. El estilo unisex y ambiguo empieza a retirarse porque ahora, por suerte, el nuevo hombre no necesita la ayuda del atuendo para expresar su feminidad o masculinidad, para expresar su ‘yo’. Ahora lo hace a través de su actitud. Por eso el sencillo acto de vestirse se convierte en un placer ya que las prendas de autor conectan con sus costuras con las emociones. Es una nueva dimensión en la moda. "Lograr una nueva masculinidad a través de la femininidad", decía John Galliano, director creativo de Maison Margiela, días antes del desfile.
Maison Margiela ha presentado su primera colección completa de ropa masculina artesanal, una aventura apasionante en el territorio de la alta costura para hombres que se da "en conversación con esa nueva masculinidad en movimiento", dice la casa. La colección es exclusivamente a medida pero tendrá una línea de prêt-à-porter que incluirá en el próximo desfile para presentar la colección de primavera y verano de 2019, un desfile que será mixto.
Atrás queda también la estética feísta que tanto han exprimido firmas como Prada o Vetements. Los diseñadores vuelven a abogar por prendas bellas que sientan bien, tanto las que remarcan el cuerpo como las que lo esconden. Adiós al estilo mercadillo y a la ropa de aire usado o rescatado de un olvidado almacén. Los armarios se abren a prendas bien hechas, fáciles de llevar y bellas, aunque es necesario recalcar que el concepto de belleza, como los de masculinidad o feminidad, también han mutado.
Otro factor interesante es el poco interés que despierta el oportunismo. De nada le ha servido a la casa Balmain hacer un homenaje a Michael Jackson aprovechando que se cumplen ahora nueve años de su muerte. Una colección que parece el fruto de un vacío de ideas o de una falta de creatividad. ¿Será la ultima de Olivier Rousteing para la casa francesa?
Milán ha jugado con el logo como elemento de identidad y, en algunos casos, se ha pasado de la raya rozando lo hortera. No hay nada más 'demodé' que el lujo evidente. París va más allá y centra el esfuerzo en los estampados, algo ya innato en firmas como Kenzo. También es importante la conexión que los diseñadores afincados en París tienen con el arte urbano. La creatividad que nace en las grandes urbes inspira a los modistos que trasladan los motivos, colores y estilos callejeros a prendas con clara vocación de asfalto. No cabe duda, la capital de la moda es París. No cabe duda, París es el laboratorio de moda más interesante.