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'En la playa de Chesil', el amargo umbral de la revolución sexual

  • Este drama es una adaptación de la novela de Ian McEwan y se estrena este 29 de junio
  • RTVE.es entrevista a su director, Dominic Cooke, que debuta en el largo

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Saoirse Ronan y Billy Howle en 'En la playa de Chesil'
Saoirse Ronan y Billy Howle en 'En la playa de Chesil'

Debutar en el largometraje adaptando una gran novela de un maestro como Ian McEwan puede resultar chocante. Pero el director Dominic Cooke (Londres, 1966) no muestra mucho vértigo. Seguramente porque no llega con la mochila vacía: es un prestigioso director teatral que también se ha dirigido The Hollow Crown, la serie televisiva que adapta a Shakespeare.

Ahora estrena en España En la playa de Chesil, adaptación de la breve novela de McEwan publicada en 2007, y que ha sido guionizada por el propio novelista. Saoirse Ronan (tres veces nominada al Oscar a sus 24 años) y Billy Howle son un joven matrimonio de 1962 que, en su viaje de novios, y ante la primera relación sexual de ambos, luchan contra los traumas heredados y la opresión social de la que no son conscientes.

“Me interesaba hasta qué punto los personajes habían sido determinados por sus circunstancias, cómo la sociedad les había negado a prepararles para ese momento. Y cómo el trauma de esa infancia les había dañado emocionalmente y fueran incapaces de conectarse”, dice Cooke en una entrevista para RTVE.es.

La historia se desarrolla en 1962, en el umbral de una revolución social y cultural. La juventud está a punto de saltar al vacío. Y Cooke no tiene miedo en establecer numerosos paralelismos con la actualidad.

“El paralelismo con el presente es que la gente joven tiene expectativas irreales respecto al sexo. Llegan a su primera relación, especialmente los chicos, llenos de imágenes sexuales perfectas sobre internet, especialmente los chicos. Y eso es extremadamente dañino”, sostiene.

La película, opina Cooke, rompe un contrato con el espectador típico de las películas de época. “Sí, porque la mayoría de las películas históricas británicas son sentimentales respecto al pasado. El pacto es que el pasado es mejor que el presente. Por ejemplo, las películas de James Ivory (Regreso a Howards End, Una habitación con vistas) me encantan, pero son suaves con el pasado. Y queríamos decir lo opuesto: que incluso la gente privilegiada estaba emocionalmente desgarrada. Los padres de los protagonistas han visto dos Guerras Mundiales. Son una generación traumatizada”.

Es el trasfondo de En la playa de Chesil: una sociedad clasista en la que la opresión se hereda. “En 1962 era un país muy jerarquizado. Todavía está muy presente, pero ahora se manifiesta de manera más sutil”, razona antes de mostrar su preocupación por un país cada vez más recluido en sí mismo.

“Creo que hay miedo del futuro. Y se ha levantado una tapa que ha liberado sentimientos nacionalistas, xenófobos y racistas. Estamos en un lugar realmente difícil: un país bastante infeliz. Lo único positivo es que nos está permitiendo aprender quienes somos realmente”.