La Condesa traslada el album de fotos familiar a una colección muy veraniega y nostálgica
- Marina Conde se inspira en la historia de su abuelo
- Las formas y colores de las piscinas marcan las propuestas
- Es la primera vez que Conde hace un desfile en Ifema
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Marina Conde pisó esta pasarela por primera vez en 2008. Lo hizo como bloguera de moda acreditada por la pasarela y ni en sueños imaginó que hoy, diez años, después abría los desfiles de la última jornada de MBFWM. “Estoy loca de contenta, maravillosamente feliz, es estupendo para mí pero también para todo el equipo”, cuenta esta luchadora que comenzó haciendo chaquetas para ella y su chico y hoy es una de las diseñadoras más conocidas de la moda española y tiene un equipo de once personas en el taller más otras dos que se suman a la familia porque abre tienda en el barrio de Salamanca, cerca del estudio. “Me lo venían pidiendo las clientas, es algo natural, pero quise hacerlo bien, con calma, sin correr riesgos”.
Ha compaginado la obra con la preparación de la colección y el desfile. Su primer desfile en Ifema, ya que los anteriores los ha hecho en la extinta MFSHOW y en OFF de MBFWM.“He trabajado mucho porque era necesario tener piezas más espectaculares pero no olvidarme de las prendas que tendré en la tienda”.
La colección es muy especial, al menos para ella ya que el punto de partida tiene connotaciones sentimentales. Marina Conde cogió un viejo álbum de fotos familiares e hizo un viaje al pasado con imágenes que tenía dormidas en el corazón pero que al mirarlas de nuevo se despertaron y a la vez despertaron en ella muchas emociones. En ellas vio la Piscina Conde de su abuelo, la primera piscina que hubo en Badajoz, un espacio único que por las noches celebraba guateques. En seguida lo tuvo claro: ahí, en ese álbum con hojas de cartón y plástico, estaba su colección.
“Yo trabajaba de encargada en la piscina,¡ y tan solo tenía 14 años!”, recuerda. Las imágenes del pasado enseguida se fueron transformando en estampados, tejidos y colores relacionados con el agua, el cloro, el césped, la merienda… Sus prendas se hacen en lentejuelas, lamé y otras texturas translucidas e iridiscentes. Las modelos parecen sirenas de ciudad con vestidos de paillettes que parecen escamas, diseños escotados con el bajo avolantado. Perfecto para esos guateques nocturnos.
Hay un estampado de piscinas y césped que se usa para abrigos de mangas en plata, y otro de flotadores metalizado sobre fondo negro mate que se usa en un sastre y en una revisión del chándal. Los contrastes están presentes en diferentes looks. Vemos una chaqueta ‘achanelada’ con una falda técnica, un minivestido-peto de lentejuelas con camiseta blanca, un traje azul con botones amarillos o un top de algodón negro con plumas en verde flúor a juego con las lentejuelas del pantalón.
El final de los sesenta y los primeros setentas marcan algunas prendas, como los vestidos mini con volantes laterales que esconden detalles de plata o los negros con estampado y mangas a lo Lola Flores. Destacan un estampado de mantel para merendar que se usa en vestidos y un mono. Y de postre un helado de hielo, un flash, que inspira piezas translucidas en rojo fresa o azul.
Los golpes de metal salpican muchas prendas o se adueñan de ellas. Como en la chaqueta, arrebatadora, que lleva el sello de la casa y se combina ahora con un minivestido estampado. Hay guiños a la estética deportiva y guiños al estilo lady. Vemos sudaderas de lentejuelas y diseños sofisticados como un top verde flúor con el bajo abullonado, como un flotador, y unos pitillo con vivos en plata.
Muy femeninos, y un tanto retro, son los vestidos de rayas azules y blancas, que vemos en brillo y en mate. Y el sastre rojo que deja los hombros al aire. Las plumas recorren la silueta de algunas las prendas y el esmoquin juega al contraste de color con las solapas. Para terminar, Conde ha sacado sus solicitadas chaquetas, reinterpretadas y actualizadas. Después ha salido ella y entre aplausos ha girado como Heidi en la montaña. Estaba feliz. Ni rastro queda de aquella bloguera que pisaba Ifema con sueños. Ahora sus sueños son otros. Lo único que no cambian son los recuerdos. Algunos los llevaba estampados en la falda. Una prenda que no se va a comercializar, hay recuerdos que no se pueden compartir.