A Saracho no le sorprendió la quiebra del Popular porque "era el mayor problema del sistema bancario europeo"
- Asumió las riendas "por responsabilidad" ya que no es "tan imbécil" como para ignorar lo que ocurriría
- El que fue presidente de la entidad entre febrero y junio de 2017 ha comparecido este jueves en el Congreso
El expresidente del Banco Popular Emilio Saracho ha asegurado este jueves que en el momento en el que llegó a la Presidencia de la entidad, a principios de 2017, el Popular “era el mayor problema del sistema bancario europeo” y, por eso, no le sorprendió que finalmente quebrara. Según sus palabras, no es "tan imbécil" como para ignorar que podría llegar a ocurrir en algún momento pero asumió las riendas “por responsabilidad”.
Así lo ha indicado durante su comparecencia en la comisión del Congreso de los Diputados que investiga la crisis financiera, a la que acudió para responder a las preguntas de los diputados en relación a su gestión al frente del Banco Popular y la resolución por la que la entidad fue vendida por un euro al Banco Santander en junio de 2017, momento en el que presidía la entidad.
A diferencia de su antecesor en el cargo, Saracho no tiene ninguna sensación de satisfacción del deber cumplido y ha rechazado cualquier responsabilidad sobre el estado en el que finalmente heredó la gestión del banco. “Esta pelota no era mía”, ha asegurado, señalando en primer término a Ángel Ron, en cuyo mandato -entre 2006 y 2017- la entidad perdió el 98% de su valor en Bolsa.
Ha afirmado que en la entidad se cometieron "demasiados errores, de los que son responsables los gestores, especialmente su antecesor en el cargo, Ángel Ron, al frente de la entidad durante más de una década".
Según el expresidente, en la mayoría de las entidades, con que hubiera caído un 30%, no solo habría cambiado el presidente sino todo el Consejo, pero "aquí se tarda mucho en reaccionar" y sólo se reaccionó cuando entró el accionista mexicano (Del Valle) a petición del propio Ron".
Aceptó el cargo por responsabilidad
El exbanquero ha insistido en que la situación del Banco Popular era tan crítica que no había nadie preparado para tal tarea y aceptó ser presidente después de que otros candidatos, a su juicio mejor preparados, rechazaran la oferta.
"El propio caos del Banco Popular hizo que asumiera este puesto", ha añadido, y aunque él mismo llegó a sugerir otros candidatos como el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, o el ex consejero delegado del Santander Ángel Corcóstegui, aceptó "por responsabilidad" ya que la acción subió un 10% tras publicarse este ofrecimiento por parte de la entidad bancaria en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
"Nunca sabremos cuánto era por alegría de mi llegada o por la desaparición del señor Ron. Digamos que 50-50", ha dicho, destacando que de esta forma se "solucionaba la crisis de gobierno corporativo" en la entidad.
Eso sí, ha considerado que su elección, teniendo en cuenta que era un experto en banca de inversión que venía de JP Morgan, se interpretaría como ponerle "un lazo rojo" o el cartel de "se vende" al Banco Popular.
Denuncia "trampas" y "voluntad de ocultación" en las cuentas
El expresidente ha explicado que cuando asumió la presidencia de la entidad quería mejorar las prácticas contables con el objetivo de restablecer el 'modus operandi' que veía "muy casual" y que no le daba la confianza de que estuviera a prueba de crisis. No obstante, ha asegurado que le avisaron sobre los riesgos de realizar ajustes de contabilidad del ejercicio que se acababa de cerrar. "Reformular unas cuentas es igual a desaparición instantánea", ha aseverado.
De esta forma, el procedimiento finalmente se puso en marcha, pero mediante una comisión de auditoría que decidiría si se aceptaba o no. El 2 de abril de 2017 se decidió llevar a cabo una 'reexpresión', que no reformulación. Tras realizarse los diferentes análisis, se anotaron varios ajustes, de los que uno parecía completamente operativo, pero afectaba al ejercicio. Se trataba de una serie de registros contables sobre activos adjudicados.
Por otro lado, se apuntó un ajuste de 123 millones de euros en concepto de provisiones "que sobraban", una cantidad que, aunque Saracho ha tachado de "irrisoria", se trata de una "trampa". Popular fue objeto de una inspección "brutal" que llevó a los responsables de aprobar las cuentas a quitar esa cantidad en las provisiones hechas por la entidad a cubrir las que ahora los inspectores le solicitaban.
“La actuación requería de una organización compleja para hacer algo que estaba expresamente prohibido“
"Esto fue desvestir un santo para vestir otro", ha apostillado el banquero. "Se trata de un trampa, punto y final. Quien quiera que haya hecho eso, hizo algo que es ilegal e irregular, y eso está mal", ha sentenciado. En este sentido, Saracho ha subrayado que esto demostraba que había "voluntad de ocultación".
Saracho ha proseguido explicando que en banca, al igual que en la vida, cuando una institución que es considerada "eminentemente honesta y sin corrupción" rompe una línea roja, quiere decir que lo ha podido hacer más veces. "Esta actuación que se llevó en el banco requería de una organización compleja e instrucciones ocultas para hacer algo que estaba expresamente prohibido", ha añadido.
"Desastre" de ampliación de capital
Por otro lado, el banquero ha dicho que tras tener una discusión con una persona de la entidad, le admitían que la ampliación de capital había sido un "desastre" porque se le habían colocado acciones a sus clientes, los cuales han perdido mucho dinero y se habían refinanciado acciones.
El problema de las refinanciaciones, a pesar de que Saracho creía que iban a devengar en una "bola de morosidad" al cabo de un año que ascendería a unos 200 millones de euros, finalmente fue que no se llegaron a deducir nunca. "Es como si no hubieses hecho la ampliación de capital a esos efectos", ha indicado.
"Se habían quedado prácticamente sin capital del que habían levantado, porque habían tenido más pérdidas de las esperadas y porque el régimen regulatorio apretó el cinturón el 1 de enero de 2017, que llevó a perder capital a todos los bancos porque los criterios cambiaron", ha relatado.
En este sentido, de la noche a la mañana a Banco Popular le desaparecieron 1.000 millones de euros de capital, que, unido a los 1.000 millones de las pérdidas, provocó que se zampasen la ampliación de capital, según ha descrito.
"Este es el banco que Ángel Ron describía como una maravilla; en las tripas era un desastre. Se trataba de un banco con una crisis abierta de todo tipo: de ratios, de acción, de ratings, de reputación mediática, de política de comunicación, etc.", ha admitido, al tiempo que confesaba que la evolución de la acción en ningún momento le quitaba el sueño porque sabía que "tendía a cero", ya que el Banco Popular era incapaz de dar una buena noticia.
Un banco en crisis
Saracho se ha preguntado si es conveniente "mentir para salvar un banco" y ha asegurado que tiene muy clara su opinión, la tenía antes y la tendrá también en sede judicial, cuando le llamen a declarar, como previsiblemente ocurrirá.
También ha negado haber recibido compensación económica alguna de su antigua empresa, JP Morgan, porque nadie indemniza a quien se va de motu proprio, aunque ha explicado que le faltaba por cobrar una parte del sueldo ya devengado en la entidad americana de forma diferida, como ocurre con todos los banqueros.
Y ha justificado la labor de todo el equipo de la entidad en los 108 días en los que fue presidente, desde finales de febrero de 2017 hasta principios de junio, y ha agradecido que "no desfallecieron" para evitar que el banco acabara en resolución.
"Todos los días lidiábamos con la situación de un banco en crisis", una crisis “galopante” y con un consejo de administración "en guerra abierta", ha dicho Saracho, que ha admitido que aunque es muy fácil juzgar "a posteriori" cosas "que se hicieron hace diez años", "nunca criticó a sus predecesores, pues "tenía bastante con lidiar con la realidad".