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Rescate en Tailandia

Los 'Jabalíes salvajes' vuelven a casa: "No teníamos comida, bebimos agua de las estalactitas"

  • Los 12 niños tailandeses y su entrenador describen por primera vez su experiencia en la cueva
  • Allí se aferraron a la esperanza, los juegos y el espíritu familiar hasta que fueron encontrados

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Los niños rescatados en Tailandia vuelven a casa

Rodeados de agua. Sin comida, sin salida, pero con esperanza. Así sobrevivieron durante las más de dos semanas en la cueva de Tham Luang los 12 niños tailandeses y su entrenador. Los 'Jabalíes salvajes' han salido del hospital de Chiang Rai este miércoles y han ofrecido su primera y única rueda de prensa, supervisada en todo momento por los psicólogos.

En contra de lo que se creyó en un primer momento, el entrenador del equipo, Ekkaphol Chantawon, ha desmentido que fueran a la cueva para celebrar un cumpleaños y ha asegurado que desconocía que estaba lloviendo. Lo habían planeado días antes y, de hecho, no llevaban comida. "No teníamos comida porque justo comimos después del entrenamiento", ha explicado.

Los niños sobrevivieron así únicamente con el agua del campamento que montaron cercano a una cascada. "Bebíamos agua de las estalactitas", ha contado uno de ellos. Así se llenaban los estómagos y cogían fuerzas para tratar de buscar una salida durante los 10 días que permanecieron aislados del resto del mundo. Así sobrevivieron: en una semana, ya han recuperado tres kilos y las analíticas sanguíneas están "bien", según ha informado el hospital.

Durante una comparecencia informal y amable, los niños han ido aportando detalles sobre sus sensaciones durante su odisea. Entre ellas, que se animaron los unos a los otros para no perder la esperanza o que siempre creyeron que alguien los encontraría. Fue al décimo día, cuando los dos buzos británicos dieron con ellos. Un momento que ha sido descrito como un "verdadero milagro" por uno de los chavales.

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A falta de salida, la espera

El entrenador, que fue tildado de irresponsable por llevar a los niños a la cueva, ha asegurado que ya había visitado Tham Luang con algunos de ellos en otras ocasiones. La última vez, la zona estaba en una situación similar y no creyó que fueran a quedar atrapados.

Al darse cuenta de que estaba inundada, les dijo a los niños que debían salir en una hora. Sin embargo, la salida estaba bloqueada. "Cuando íbamos hacia la entrada, alguien chilló 'oh, hay agua' y preguntó si estábamos perdidos. Dije 'no puede ser, solo hay una ruta' y fui a comprobar", ha explicado. Entonces, decidió encontrar un sitio elevado para esperar durante el "poco tiempo" que preveía que tardarían en localizarlo.

Había dos opciones: o esperamos aquí o intentamos cavar en la pared

Al quinto día, los chavales, que ya notaban fatiga, decidieron tratar de cavar en la pared para crear una salida alternativa. Según el entrenador, algunos de los chavales creía que había otra salida, pero terminaron por desechar la idea ante el temor de no encontrarla. "Entonces había dos opciones: o esperamos aquí o intentamos cavar en la pared". Al final, la opción ganadora fue la espera. Para matar el tiempo, sobrevivieron jugando al ajedrez, varios juegos de mesa y apoyándose en el sentimiento familiar despertado por los buzos. "No tuve miedo porque me hizo sentir como si fuera mi padre", ha indicado el menor del grupo.

Los chicos rescatados en la cueva de Tailandia fueron sedados para su evacuación

Futbolistas y marines, sueños de los niños

Durante la rueda de prensa, los jóvenes han rendido homenaje al buzo de la Marina tailandesa que falleció durante las tareas de rescate. "Gracias por salvarnos la vida [...] Nuestro más sincero pésame a la familia", han leído en un dibujo que entregarán a su familia, mientras han lamentado "haber causado que perdiera la vida".

La historia de los 13 tailandeses mantuvo en vilo al mundo entero desde que fueron encontrados con vida. Una compleja e intensa labor de rescate, en la que participaron buzos de 13 países, puso fin a la historia en cuatro jornadas al extraer a todos los atrapados por los estrechos y oscuros túneles. De hecho, algunos tuvieron que ser sedados, según reconoció el marine tailandés que coordinó el operativo.

Ya a salvo, a punto de retomar sus vidas, los pequeños lo tienen claro: no quieren regresar a la cueva "por el momento". Ahora quieren ser futbolistas profesionales, marines y poner en práctica la lección aprendida: "vivir cada minuto de su vida".