Rodrigo Cortés: "El talento puede crear monstruos"
- Estrena Blackwood, basada en la conocida novela juvenil de terror de Lois Duncan
- Destacan la atmósfera y sus protagonistas, Uma Thurman y AnnaSophia Robb
- Se estrena este viernes, 3 de agosto
“Blackwood empieza como una película de Los Cinco y acaba como el rosario de la aurora”, así define Rodrigo Cortés su nueva y esperada película tras Concursante, Buried y Luces rojas. La adaptación de la famosa novela juvenil de terror, escrita en 1974 por Louis Duncan, sobre cinco chicas adolescentes problemáticas pero con talento, que son internadas en una academia gótica bajo la tutela de una siniestra directora, a la que interpreta Uma Thurman.
“Creo -nos cuenta Cortés- que principalmente es una historia sobre crecer; ya que de alguna forma representa el tránsito de la adolescencia, ese tránsito inevitablemente oscuro en el que debemos abandonar al niño que éramos. Lo que solo es posible, en gran medida, a través del dolor. Ya que es el paso al mundo de la autorresponsabilidad, que siempre es terrorífico. Hacerse cargo de uno mismo es algo que la mayor parte de la gente trata de evitar durante toda su vida. Pero si miramos atrás nos daremos cuenta de que es en esa época, tan necesariamente dura, cuando decidimos quiénes íbamos a ser el resto de nuestras vidas”.
“En la película -confiesa Cortés- se habla del talento, de la brillantez y del reconocimiento, pero también de la ausencia de todas esas cosas y de la mediocridad. De la genialidad como fuerza creativa, pero también de su ausencia como fuente de amargura. De cómo, en ese reverso, un creador que no es mediocre puede pudrirse por dentro e infectar a su entorno con esa amargura”.
Una experiencia sensorial
Para Rodrigo Cortés Blackwood es más que una película. “Trate de encontrar una determinada poesía a través de la generación de una experiencia cinematográfica genuina, articulada a través del sonido, la luz, la música… Que esos elementos dotaran a la película de una personalidad única trascendiendo lo textual y convirtiéndola en una experiencia sensorial”.
“He trabajado mucho -añade- para que sea mi cuarta película y no la primera de estudio. Una de las cosas que más me divertía es trabajar con paradigmas conocidos para tratar de infectarlos desde dentro. Por eso la película comienza como una de aventuras juveniles pero hay otra película, que emerge de la primera, totalmente inesperada, y que se relaciona con el mundo del arte como una laguna muy destructora. Y sobre la genialidad y el talento como fuerzas que pueden acabar por devorar al creador”.
En cuanto al poder transformador del arte, otro de los temas del film, Rodrigo asegura que: “Puede afectarte de formas no racionales que son tanto emocionales como físicas; que alteran por un instante tu perspectiva sobre las cosas y que te permiten ver el entorno con un grado de variación que lo convierte en algo nuevo. Eso es deseable en términos potenciales pero también muy peligroso, porque es un tipo de mirada que se abre hacia fuera pero también hacia dentro. De forma que, como sucede en la película, cuando abres una puerta para dejar salir tu talento, significa que alguien, o algo, también puede usarla para entrar”.
“El talento tiene un precio”
La historia gira en torno al talento de estas cinco niñas. Preguntamos a Rodrigo Cortés sobre ese tema: “Está claro que es mejor tener talento que no tenerlo -asegura-. Pero las dos cosas tienen su parte oscura. Y de eso habla la película. De cómo el talento, que es una fuerza en principio deseable, si no es manejado con sabiduría puede acabar por devorar al creador desde dentro”.
“Entre otras cosas –continúa- porque, de alguna manera, el verdadero artista responde a su cerebro y sensibilidad. Su procesador del mundo. Pero hay otra parte del talento que no tiene una explicación tan sencilla y que pareciera significar que tiene un brazo más largo que otro, que conecta con cosas que están ahí fuera y para las que tiene una antena más afinada que los demás. De forma que a veces el talento es el indicio de una fuerza externa que, si no manejamos con sabiduría, puede crear monstruos”.
“El talento, como todo, tiene un precio -concluye-. En la naturaleza no existe el concepto de gratuidad. Y de eso habla también la película. De cómo un gran logro que no esté sostenido en el sacrificio y la disciplina acaba exigiendo también ese precio que puede ser tan elevado como uno mismo”.
Dos grandes actrices
La película se sostiene en el reducido reparto, sobre todo en las dos actrices principales, la joven AnnaSophia Robb, y Uma Thurman, que interpreta a Madame Duret, la enigmática directora de la escuela. “Cuando empiezas a trabajar con gente como Uma Thurman -asegura Rodrigo- tienes que olvidar que son estrellas y no darles un dvd para que te lo firmen, si quieres dirigirles durante varias semanas. Pero paradójicamente es muy sencillo dirigirlos porque son muy buenos y eso facilita las cosas. Aportan mucha verdad a sus papeles. Y están tan experimentados que ya han superado todas las tonterías que les impiden dedicarse a otra cosa que no sea servir a su oficio”.
“Uma Thurman -añade Cortés- es tan bella, sofisticada e inteligente como parece, pero tiene el carácter de un taxista neoyorkino; de forma que la relación con ella era muy directa muy franca y no teníamos que protegernos. Así que, en cinco minutos estábamos gritándonos y riéndonos con una irreverencia absoluta”.
“Creo -continúa- que ha aportado a su personaje un refinamiento muy verosímil. En estas películas la tentación es tomar una gran estrella de Hollywood en la tradición de Disney para que se divierta a través del exceso inventando un villano incontrolable como Cruella De Ville o Maléfica. Pero su personaje, Madame Duret, no es así. No se levanta por la mañana pensando cómo hacer el mal, sino que sirve a la belleza y al arte de una forma muy discutible pero genuina. Al principio es una presencia casi alentadora, que entiende a las niñas mucho mejor que sus familias; aunque poco a poco empieza a mostrar un par de secretos que esconde. Pero todo eso, Uma lo articula a través de la contención y la economía, de forma que uno percibe esa ira interna de una forma soterrada que se muestra a través de golpes energéticos muy contenidos gracias a su sofisticación. Uma ha aportado mucha verdad a su personaje”.
En cuanto a la joven actriz AnnaSophia Robb. “Es una actriz increíble capaz de llegar a zonas muy expuestas con una enorme técnica pero también con gran autenticidad –afirma Cortés-. Y admitía que se la empujara y presionara para llegar más y más lejos. Era muy valiente y siempre daba más de lo que la pedía. Tiene una gran experiencia, debutó muy pequeña con Charlie y la fábrica de chocolate, con Tim Burton y creo que será una gran estrella”.
Producida por Stepanie Meyer, la autora de Crepúsculo
Con una trayectoria tan arriesgada e independiente como la de Rodrigo Cortés, sorprende que aceptase rodar esta película producida por Stephanie Meyer, la autora de la saga Crepúsculo. “Que me llamara Stephanie para rodar Blackwood a priori era una nota discordante. Una luz roja -confiesa Cortés-, y más cuando supe que era novela juvenil, un universo que no me atraía demasiado. Como tampoco las sagas recientes que se han rodado. Pero cuando leí el borrador inicial, a ver en qué medida resonaba esa historia con mi mundo interno, vi que había una premisa potencialmente cruel, muy despiadada, que tenía mucho que ver con obsesiones y afinidades particulares”
“Era una película –continúa- que me hablaba mucho más de Polanksi o de Nicolas Roeg, si conseguía llevarlo en la dirección adecuada, que de esas sagas recientes juveniles que todos teníamos en la cabeza. Y dediqué mucho tiempo a asegurarme que los productores entendían bien hacia donde quería llevar el film para prevenir frustraciones futuras. Dejando claro que no quería rodar una película de sustos ni que tratara con condescendencia a los jóvenes espectadores sino que los tratara con implacabilidad y de tú a tú”.
“Curiosamente -añade- Stephanie Meyer fue la gran valedora de mi visión. Ella leyó la novela con 10 años y se le había quedado grabada en su subconsciente como una película que desearía ver pero también era consciente de que 40 años después una traslación literaria de la novela sería demasiado ingenua, casi infantil. Comprendía que la película solo tendría sentido a través de la mirada de un director muy personal que extrajera un subtexto más allá de lo que se aprecia a primera vista. Fue la principal valedora de mi visión más setentera de la película ante el estudio”.
“No es la mansión de Drácula”
La casa de campo donde se desarrolla la historia es otro personaje más, pero no es la típica mansión gótica que tantas veces hemos visto en la pantalla. “Como la película tenía un espíritu muy gótico -asegura Cortés- hemos seguido un diseño de producción totalmente opuesto. Blackwood no es la mansión de Drácula, no hay vidrieras de colores, relojes de cuco, espacios pequeños y abigarrados ni decoraciones barrocas o retorcidas. Hemos diseñado y construido en plató un Blackwood diferente mucho más académico, más renacentista, que elige las líneas rectas y una frialdad de formas que la historia acaba por negar poco a poco”.
En cuanto a la narración y la iluminación: “La luz evoluciona durante la película, al igual que el lenguaje cinematográfico. Al principio se desarrolla con un lenguaje muy clásico, muy discursivo, con largos planos sin cortes… y poco a poco se empieza a fracturar y desestructurar, hasta acabar en zonas rugosas y primitivas con la cámara al hombro”.
“La luz -continúa Cortés- también empieza siendo veraniega y optimista; evoluciona hasta el otoño más pesado, cuando empezamos a descubrir pliegues ocultos; más tarde se transforma en invernal y pesada, con una luz muy baja; y al final desaparece la luz eléctrica y llega la noche, la lluvia… e iluminamos solo con velas. Y finalmente solo con fuego, sin ningún apoyo adicional”.
“En el cine no me da miedo nada”
Preguntamos a Rodrigo Cortés qué le da miedo en el cine como espectador: “En el cine no me da miedo prácticamente nada. Desde luego no los cuchillos, ni las persecuciones, ni los desmembramientos. Puedo reaccionar a la generación de atmósferas… cuando empiezan a volverse tan densas y opresivas como para resultar verosímiles y afectarme físicamente. Pero la sensación de miedo o temor hacia la pantalla no la vivo desde hace muchos años”.
Pero confiesa que el miedo si influye en cómo escoge sus proyectos: “Trato de hacer solo cosas que me den un poco de miedo, que no esté seguro de ser capaz de hacer. En esta película se me presentaba un terreno de juego muy distinto al que había jugado y había varios desafíos. Por ejemplo: jugaba fuera de casa al trabajar con un gran estudio y no sabía si iba a poder sobrevivir a esa guerra, lo que me generaba un determinado miedo. Pero esa fue una de las razones que me animaron a hacerla”.
“Otra de las razones es que el reparto es femenino al 98 por ciento. Y que la mayoría son actrices jovencísimas, de 16, 17 años a las que tenía que llevar a zonas muy comprometidas emocionalmente. Es algo que también me interesaba porque me iba a permitir aprender muchas cosas nuevas”.
“Sin olvidar –concluye- que la película me iba a permitir construir un mundo nuevo diseñándolo prácticamente desde cero. Porque es una película hecha completamente en decorados”.
Una brillante carrera
A pesar de haber rodado solo cuatro largometrajes, Rodrigo Cortés puede presumir de tener una carrera casi impecable, desde su sorprendente debut con Concursante (2007), que le valió el premio de la crítica en Málaga. “Con Concursante destapé 30 años de deseo embotellado de hacer cine -confiesa-. Y emergía de una forma muy explosiva todo lo que había querido hacer desde hacía mucho tiempo. Creo que las óperas primas tienen que ser así, valientes, desequilibradas, descarnadas. Tienen que ser esa bala que uno dispara por si no le dejan disparar otra”.
“Buried (Enterrado) (2010) fue la oportunidad de hacer una película radicalmente insensata, que no debería haber funcionado y que representa la infrecuentísima ocasión de hacer algo que no se había hecho antes. Una oportunidad que normalmente no llega. Y que había que aprovechar con uñas y dientes”
"Luces rojas (2012) es un proyecto muy querido y personal, que empecé a desarrollar antes que Buried y que me permitió indagar en los mecanismos de percepción y en el modo en que nuestro cerebro nos miente. Y el modo en que esa película que se originó sin pretensiones en un ordenador personal, acabó siendo protagonizada por Robert de Niro y Sigourney Weaver es un salto cuántico para el que no he encontrado explicación”.
“Y Blackwood -concluye- me ha dado la oportunidad de ejercer las herramientas del narrador de una forma pura, partiendo de unas historia que podía haber sido muchas cosas diferentes según como la hubiera desarrollado. Y que debía ser elevada a través de las herramientas de la narración cinematográfica. A través del estilo, de alguna forma, para generar una poesía personal. Ha sido una experiencia que me hace salir más listo de ella de lo que entré.
Rodrigo Cortés asegura que no tendremos que esperar otros seis años para ver una nueva película suya: "Estoy trabajando en un nuevo proyecto. Y pienso que solo merece la pena hablar de los proyectos cuando dejan de serlo y se convierten en películas. Pero si todo sale como espero, no será una película de género sino una propuesta muy diferente de la que hablaremos cuando merezca la pena”.
Blackwood se estrena este viernes, 3 de agosto.