La desesperada espera de los desplazados internos en Nigeria
- La violencia ha obligado a más de 1,7 millones de personas a huir de sus casas
- En el campo de Pulka faltan alimentos y agua
“Nadie nos da refugio y no tenemos comida. Durante la temporada de lluvia, vivimos en el agua. No tenemos a donde ir. Aquí, solo estamos sobreviviendo”, cuenta Hajja Abu. Lleva más de ocho meses con su familia en el campo de Pulka, en el noreste de Nigeria. Más de ocho meses esperando una tienda dónde instalarse, dónde establecer un hogar aunque sea transitorio.
“No tenemos a donde ir. Aquí, solo estamos sobreviviendo“
Detrás de la historia de Hajja Abu está la de centenares de miles de desplazados internos en una región asolada desde casi una década por la violencia de los grupos armados.
“Huimos de Kirawa [una aldea en la frontera entre Nigeria y Camerún, NDLR] para llegar aquí. No tenemos donde dormir, estamos expuestos al viento y la lluvia todo el tiempo” cuenta Hajja Abu: “Hay niños, hay mujeres. Si no ayudan a los hombres, al menos que lo hagan con las mujeres".
“No tenemos donde dormir, estamos expuestos al viento y la lluvia todo el tiempo“
Secuestrada cuatro años por Boko Haram
Fati Ibrahim es una de ellas. Viene de Geidem, una pequeña aldea situada en el Estado de Yobe, al noroeste de la ciudad de Maiduguri, la capital del Estado del Borno. Se encontraba comprando en la plaza del mercado cuando vio la gente salir corriendo.
“Pregunté a un hombre - recuerda Fati - Me dijo que Boko Haram estaba llegando. Entonces empecé a correr.” Dos días después, la encontraban en su casa. “Me obligaron a casarme con uno de los combatientes y me llevaron con ellos”, explica la joven, que estuvo secuestrada durante cuatro años.
“Me obligaron a casarme con uno de los combatientes y me llevaron con ellos“
Después de lograr huir con los dos hijos que tuvo durante su cautiverio, llegó a Pulka. “Quería volver a mi aldea a ver mis padres, pero los militares me llevaron al campo. Aquí pasé seis días sin comer” se lamenta Fati.
1,7 millones de desplazados internos
La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios cifra en más de 1,7 millones los desplazados internos en los estados de Borno, Adamawa y Yobe en el noreste de Nigeria.
“La inmensa mayoría de la población, sobre todo en Borno, depende de la ayuda humanitaria para subsistir” asegura a Radio Nacional de España Luis Eguiluz, el coordinador de Médicos sin Fronteras (MSF) en Nigeria: “Los servicios del Gobierno son inexistentes. De hecho, las únicas autoridades presentes en estas zonas son las militares”.
“Los servicios del Gobierno son inexistentes. De hecho, las únicas autoridades presentes en estas zonas son las militares“
A tan solo diez kilómetros de la frontera con Camerún, la ciudad de Pulka está totalmente controlada por los militares nigerianos. Una situación que busca proteger a la población de los grupos armados pero que dificulta la asistencia humanitaria.
“La mayoría de la población se concentra en estos enclaves. Así llamamos a estas ciudades militarizadas, donde existe un perímetro de seguridad, donde la gente no es libre de entrar o salir y donde los recursos son muy limitados” relata Eguiluz.
Mujeres y niños, las primeras víctimas
Según los últimos datos oficiales de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), unas 46.000 personas viven en el campo de Pulka. Un 88% de estos refugiados son mujeres y niños. Uno de cada cinco es menor de cinco años.
“En un conflicto, las mujeres y los niños siempre son las primeras víctimas”, subraya Luis Eguiluz. “También son los más expuestos: toman riesgos cuando buscan comida, cuando buscan medios de subsistencia. Pueden ser secuestrados o encontrarse de repente en medio de los enfrentamientos entre los militares y los grupos armados.”
Hauwa y Amina, madre e hija, cayeron en las garras de estos últimos. “Estábamos en el bosque y tuvimos que huir. Me puse a correr y perdí a Amina”, relata Hauwa.
Secuestrada, Amina tuvo que casarse con uno de sus verdugos. Se quedó embarazada y cayó enferma. A día de hoy continua teniendo secuelas de su enfermedad, mientras intenta superar el trauma y rehacer su vida al lado de su madre. “Mi hija no se siente bien”, reconoce Hauwa, que espera que los médicos de MSF en Pulka le “ayuden con ella.” Solo pide “algo más de comida”: “No tengo suficiente para mis hijos, las raciones no son suficientes”, explica.
“No tengo suficiente para mis hijos, las raciones no son suficientes“
Además de la escasez de comida y de tiendas para acoger a las familias, Eguiluz también destaca que falta agua potable en los campos de refugiados. “Son personas que no tienen acceso a la cantidad de agua mínima que recomiendan los estándares internacionales”.
El coordinador de MSF en Nigeria se muestra preocupado por los riesgos que suponen estas carencias porque en Pulka “hay mucha gente que viven en tiendas comunales, algunos desde hace un año, en condiciones sanitarias muy precarias. La población está expuesta a brotes epidémicos, como el cólera durante la estación de lluvias”.
Y el responsable de MSF advierte: “Mientras perdure el conflicto, continuará esta situación de crisis en el noreste de Nigeria.”