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'Las distancias', el colapso del relato generacional 'millenial'

  • Se estrena la premiada cinta de Elena Trapé sobre el desencanto de unos treintañeros en Berlín
  • Alexandra Jiménez, Miki Esparbé, Bruno Sevilla e Isak Férriz diseccionan las claves

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Miki Esparbé y Alexandra Jiménez en 'Las distancias'.
Miki Esparbé y Alexandra Jiménez en 'Las distancias'.

No hay espejo más preciso que los amigos: un reflejo que muchas veces devuelve lo que no deseamos en nuestro retrato. Las distancias, la película triunfadora del último Festival de Málaga y una de las grandes películas españolas de 2018, explora esa idea bajo la dirección de Elena Trapé. Con la participación de RTVE en la producción, se estrena en salas el 7 de septiembre.

Inverno en Berlín. Comas (Miki Esparbé), uno de tantos jóvenes náufragos de la crisis, cumple 35 años. Cuatro amigos de la época universitaria acuden por sorpresa para celebrar el cumpleaños. Solo que Comas no tiene interés alguno. Así arranca una exposición cruda del final de la amistad.

Y también una crónica del invierno del descontento millenial: aunque no se subraye explícitamente, Las distancias también un fresco casi sociológico de las contradicciones de los nacidos en los 80. Una generación quebrada entre las expectativas creadas y las frustraciones reales, que tiene que redefinir, in medias res, el relato de su vida.

Al margen del acierto argumental, Las distancias es una narración soberbia que Trapé hace avanzar a través de gestos, silencios y miradas de sus actores: Alexandra Jiménez, Bruno Sevilla, María Ribera, Isak Férriz y Miki Esparbé.

Estudia, trabaja y vivirás mejor que tus padres

“Es un retrato generacional en el sentido que cuando éramos adolescentes nos vendieron que si estudiabas una carrera y tenías aspiraciones, trabajando podrías conseguir todo”, desarrolla Esparbé (Manresa, 1983). “Y eso no es así. Hay demasiados condicionantes para que eso suceda. Cuando a mis padres les planteé que quería hacer interpretación me dijeron que hiciera una carrera convencional. Y la hice. Había mucho miedo a no estudiar”.

Alexandra Jiménez (Zaragoza, 1980) apunta a la responsabilidad individual en cualquier tipo de ansiedad. “La película habla de cómo se responsabiliza al otro. La mayoría de los personajes echa balones fuera sobre su fracaso. Y cuando se quedan solos se dan cuenta de que ellos son los únicos responsables. No de sus circunstancias, sino de cómo deciden gestionarlas”.

Bruno Sevilla (Almería, 1985) añade: “Me reconozco en lo frívolo y en esa tristeza de las expectativas que a los veintitantos se van a la mierda. O sea, esa sensación de progresión natural en la que de pronto te quedas en una meseta. ¿Es esto y ya? La película habla de eso con mucha inteligencia.

La amistad nunca muere

El gran acierto de Las distancias es mostrar, comprimido en un fin de semana, el deshilachar de los afectos. “Los cuatro personajes van como burros a recuperar la energía de la vieja amistad”, explica Isak Férriz (Andorra, 1979). “Es esa energía de ‘vamos a hacerlo otra vez’. Y tenemos que ser más honestos en ese sentido. Soltar lastre es un ejercicio sano”.

Unos han cambiado, otros se sienten superiores. Solo las viejas anécdotas parecen sostener a la cuadrilla. “Tienes que asumir eso desde un lugar sano. Si te duele, tienes un problema. Te puede dar pena, pero lo que tiene que darte es nostalgia. Y la nostalgia está bien”, razona Esparbé.

Así se rueda 'Las distancias', con Alexandra Jiménez y Miki Esparbé (segunda parte)

El amor es para toda la vida

“Venimos condicionados por la generación de nuestros padres”, apunta Esparbé. “Y hemos descubierto que, en muchos aspectos, las parejas duraderas y la monogamia están en decadencia. Estamos tratando de descubrir hacia donde nos encaminamos para hacer una relación perdurable”.

Férriz abunda: “Mira nuestros abuelos: estuvieron juntos hasta los 80, sí, pero porque ellas tragaban. En una sociedad ultramachista ellas se dedicaban a tragar y tirar adelante con la familia”.

Alexandra Jiménez matiza la vertebración generacional. “Es verdad que se puede ubicar, pero para mí es sobre todo un momento de desilusión personal de la vida de cada uno de ellos. Se ven reflejados en el otro e, inevitablemente, a base de cuestionar al de enfrente acaban cuestionándose. Pero lo que les ocurre a ellos te puede ocurrir a los 35 y a los 74”.

Y hay que darle la razón. Aunque sean cinco personajes treintañeros, Las distancias es en esencia la perfecta disección de algo tan universal, amargo y sutil como el desencanto.