Rusia, Turquía e Irán no llegan a un acuerdo sobre un alto el fuego en la provincia siria de Idlib
- La ONU ha advertido este viernes de que una ofensiva en la provincia podría ser la peor catástrofe humanitaria de la guerra
- Estados Unidos asegura que tiene pruebas de que el gobierno sirio está elaborando armas químicas en Idlib
La cumbre tripartita celebrada este viernes en Teherán entre los presidentes de Turquía, Rusia e Irán se ha saldado sin acuerdo en torno a un posible alto el fuego en la provincia siria de Idlib.
La provincia al noroeste del país está ante una inminente ofensiva por parte del régimen sirio. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, es partidario de un alto en fuego en la zona pero sus homólogos ruso e iraní se resisten.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha argumentado que los grupos terroristas (Tahrir al Sham y el autodenominado Estado Islámico) no forman parte del proceso de diálogo; y el dirigente iraní, Hasán Rohaní, se ha mostrado de acuerdo en incluir en la declaración final la decisión de cese al fuego. Sin embargo, Rohaní ha dejado claro nada más comenzar la cumbre que combatir el terrorismo en Idlib es "inevitable".
Además, Putin ha denunciado este viernes que los grupos terroristas presentes en la provincia siria de Idlib "quieren obstaculizar la paz mediante actos provocativos como el uso de armas químicas".
Por su parte, el presidente turco ha reclamado protección para a la población civil al tiempo que se diseñan acciones para luchar contra los grupos terroristas y ha pedido "garantías" para que una eventual ofensiva contra la provincia siria de Idleb no derive en "una masacre de civiles". Además, ha confirmado que permanecerán desplegados los 400 militares que Turquía tiene en la región.
Al noroeste del país, esta región es el último bastión de los rebeldes sirios, se estima que 70.000 opositores al régimen de Bachar Al Assad se encuentran en la provincia. Rusia, Irán y Turquía son los tres países con más influencia sobre la situación militar en la guerra siria, los dos primeros por ser aliados del gobierno sirio, y Turquía por apoyar a la oposición armada.
La ONU quiere evitar una catástrofe humanitaria
Por su parte, la ONU ha planteado posibles fórmulas para evitar una gran catástrofe como consecuencia de la ofensiva que preparan el Gobierno sirio y sus aliados para recuperar el bastión rebelde de Idleb, que se enfrenta según Naciones Unidas a una "tormenta perfecta" que puede causar la mayor crisis humanitaria desde el inicio de la guerra.
"Una batalla por Idleb sería una batalla horrible y sangrienta. Los civiles son las potenciales víctimas y hay peligros, en caso de un ataque a gran escala, de incidentes o de una rápida escalada entre actores regionales e internacionales", ha advertido el enviado de la organización para Siria, Staffan de Mistura, quien ha abordado por videoconferencia la cuestión con el Consejo de Seguridad de la ONU.
De Mistura ha propuesto a las potencias internacionales un plan para "separar" a las organizaciones terroristas como el Frente al Nusra de otros grupos armados de la oposición y de la población civil. La idea pasa por pedir a todos los militantes que, antes de cierta fecha, muevan sus bases lejos de los núcleos de población, que se mantendrían bajo el control de autoridades civiles.
El llamamiento debería dirigirse, en especial, a los combatientes del Frente al Nusra y ser acompañado por una campaña popular para pedir su salida de las ciudades, ha explicado De Mistura. Durante ese periodo, se detendrían todos los ataques aéreos y otras operaciones militares de importancia, ha añadido.
Según el diplomático, Rusia y Turquía tendrían un papel clave en este plan, el primero garantizando que el Gobierno detenga temporalmente su avance y el segundo con su influencia sobre algunos grupos rebeldes.
El enviado de la ONU para Siria ha defendido también la apertura de corredores para facilitar bajo supervisión de la ONU la evacuación de los civiles que quieran salir de Idleb.
De Mistura tiene previsto reunirse la próxima semana con Turquía, Rusia e Irán y, posteriormente, con otras potencias con intereses en el conflicto como Estados Unidos.
EE.UU. insiste en que Rusia e Irán deben detener la ofensiva de Asad
Por su parte, Washington ha insistido en que los Gobiernos ruso e iraní deben detener la ofensiva de Al Asad sobre Idleb y ha acusado a Moscú y a Damasco de utilizar la presencia de terroristas en la zona como un pretexto.
"Cuando Rusia y el régimen de Al Asad dicen que quieren luchar contra el terrorismo, realmente quieren decir que quieren bombardear escuelas, hospitales y casas. Quieren castigar a los civiles que tuvieron el valor de levantarse contra Al Asad", ha dicho la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Nikki Haley.
La lucha antiterrorista es el argumento de Rusia para haber bombardeado esta semana la región junto al régimen de Al Assad. Una ofensiva en la que murieron decenas de civiles entre los cuáles había, al menos, cinco menores, según la agencia disidente Qasioun.
Junto a Estados Unidos, los países europeos, otros miembros del Consejo de Seguridad y la propia ONU han insistido en la necesidad de evitar a toda costa una gran ofensiva en Idleb, dadas las consecuencias que puede tener para los casi tres millones de personas que viven allí.
Del otro lado, Rusia ha defendido una vez más el derecho de Damasco a recuperar todo el territorio del país y ha dicho que el actual statu quo no puede mantenerse, teniendo en cuenta la amenaza que suponen los terroristas concentrados en la provincia.
El embajador ruso, Vasili Nebenzia, ha denunciado además que las potencias occidentales están llevando a cabo una "campaña de propaganda", planteando los mismos "escenarios apocalípticos" que en Alepo y Guta Oriental y que se "demostraron incorrectos". Según Nebenzia, EE.UU. y sus aliados quieren realmente evitar la derrota de sus "protegidos" en Siria bajo el pretexto de la protección humanitaria.