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La crisis financiera de 2008 y la onda expansiva de la desconfianza en el mundo

  • El miedo y la incertidumbre se expandieron con gran rapidez, precipitando al mundo a la peor recesión desde los años treinta
  • Diez años después, sus consecuencias todavía se vislumbran en la forma de vida, en la economía y en la política

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Lehman Brothers: la caída de un gigante que abocó al mundo a la crisis

El pánico inundó el sistema financiero hace justo una década. La quiebra de uno de los cinco principales bancos de Estados Unidos el pasado 15 de septiembre de 2008 precipitó al mundo a la peor recesión económica desde los años treinta. “Para las entidades financieras fue una crisis de liquidez, de crédito y, sobre todo, de confianza, que es lo más importante”, asegura a RTVE la responsable de estrategia de Andbank España, Marian Fernández.

La falta de liquidez que trajo consigo la caída de Lehman Brothers hizo que los bancos desconfiasen entre sí y no se prestasen dinero. Al mismo tiempo, la incertidumbre se adueñó de los inversores, quienes vendieron todas sus posiciones. También quebró la confianza hacia los clientes, a los que no concedían créditos. Incluso los propios usuarios perdieron la seguridad en los bancos, queriendo retirar sus depósitos.

En este escenario, la crisis de confianza pasó a ser una crisis financiera a escala global. Su efecto se extendió por el mundo con gran rapidez. E incluso ahora, diez años después, sus consecuencias todavía se vislumbran en la forma de vida, en las actitudes que impregnan nuestra economía, nuestra política y nuestra cultura. Muchos expertos aseguran que la elección del presidente Trump fue uno de sus resultados directos.

“La caída de Lehman Brothers fue un síntoma de algo mucho más profundo y mucho más sistémico, en cuanto a que podría afectar a la economía en su conjunto. Es tal la concentración de dinero que acumulan los cinco mayores bancos de Estados Unidos –el 67% de la riqueza de todo el país- que si caen, esto afecta al resto del sistema”, explica a RTVE.es Jorge Díaz-Cardiel, socio de Advice Strategic Consultants.

Estados Unidos: “Rapidez y audacia”

Estados Unidos no tardó en actuar. Dejó caer a Lehman -“todavía es un misterio y nadie da una explicación convincente, incluso en las actas de la FED no se dice nada al respecto”, afirma Díaz Cardiel- pero, durante aquel último trimestre de 2008, el Gobierno nacionalizó a la primera aseguradora del mundo, American International Group (AIG); las firmas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac fueron rescatadas y, poco después, Bank of America y Merrill Lynch se fusionaron. Luego vendría otra megafusión entre Wells Fargo y Wachovia, mientras que los grandes bancos de inversiones Goldman Sachs y Morgan Stanley se convirtieron en bancos regulados por la FED.

El 2 de octubre de 2008, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un plan de rescate financiero impulsado por la Administración Bush -el plan TARP- por valor de 700.000 millones de dólares y, cuatro meses más tarde, ya con Obama, se activó un plan de estímulo por 787.000 millones.

“Estados Unidos actuó con rapidez y con mayor coraje y audacia que la Unión Europea. Inyectó dinero a la economía bajando los tipos de interés al 0% para que los bancos pudieran prestarse entre sí y financiar las operaciones empresariales”, asegura el directivo de Advice Strategic Consultants.

Poco después el Gobierno realizó una nueva inversión de liquidez a la economía real: 400.000 millones para estimular la creación de empleo entre las PYMES. Entonces la tasa de desempleo se encontraba en el 10% y había más de 15 millones de parados. A partir de aquí la creación de empleo se disparó y, en tan solo dos años, el país norteamericano consiguió salir de la crisis.

“Estas políticas también las hizo el Banco Central Europeo (BCE) pero más tarde. ¿Por qué? Porque los países del norte han sido reacios a prestar dinero a los países del sur”, afirma el directivo de Advice Strategic Consultants.

Europa: Crisis del endeudamiento soberano

En junio de 2010 la recesión llegó a Europa. Los Estados se endeudaron para rescatar a sus bancos, aumentó el déficit y, con ello, la deuda de sus arcas. Es la conocida como crisis del endeudamiento soberano. Ante la gravedad de la situación, se llegó incluso a poner en duda la propia supervivencia del euro.

Los países del sur fueron los más perjudicados. Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre fueron rescatados completamenteEspaña recibió ayuda para el sistema financiero,  en total un desembolso de casi 500.000 millones de euros.

Finalmente, los países del norte accedieron a intervenir. Según explica Díaz-Cardiel, “gran parte de la deuda pública procedía del norte de Europa, hasta el punto de que señalaban a Alemania como el dueño de Grecia. Se llegó incluso a ironizar con que vendiesen una de las islas griegas a Alemania para así pagar la deuda”, explica a RTVE.

Se ha invertido mucho dinero público, aunque era irremediable

Desde entonces, el BCE ha bajado el precio del dinero hasta el 0%, ha dado cantidades ingentes de liquidez a los bancos y ha comprado deuda, sobre todo deuda soberana, por 2,5 billones de euros. A cambio, los gobiernos han tenido que aplicar políticas de austeridad, reformas en el mercado laboral y recortes en el estado del bienestar. Tal como señala la responsable de estrategia de Andbank España, “los gobiernos tuvieron que hacer un impulso fiscal extraordinario que ha llevado a que la cifra de déficit en relación con el PIB pasara del 65% al 92% de forma global”.

O lo que es lo mismo: los costes fueron sufragados por aquellos que menos tenían. “Se ha invertido mucho dinero público, aunque probablemente era irremediable porque era la única fuente”, explica a RTVE el catedrático de Economía y Finanzas de CUNEF Santiago Carbó,

El contribuyente, el gran perjudicado

El resto de consecuencias continúan, en muchos casos, latentes en el sistema. La principal es la llamada income inequality: la expresión la acuña el nobel de economía Joseph Stiglitz y sostiene la tesis de la desigualdad de los ingresos. “En los 10 años de recuperación económica, el 1% de la población con mayor poder adquisitivo se hace mucho más rica y el 99% restante se convierte en más pobre. Eso se traduce en la desaparición de la clase media en muchos países de occidente”, subraya Díaz-Cardiel.

Europa también vivió una fuerte caída de la producción y del empleo -de forma heterogénea en función del país-. A pesar de que prácticamente se ha recuperado en la mayoría de estados miembros -exceptuando, por ejemplo, a España-, hoy en día están asociados a bajos salarios, una enorme temporalidad y estacionalidad.

Por si fuera poco, tras el colapso de Lehman, el comercio mundial cayó un 20% y la concentración empresarial y la formación de monopolios se ha disparado: tan solo los más fuertes han sobrevivido, mientras que el resto ha mermado fuertemente o no ha sabido adaptarse y han desaparecido. “En el comercio electrónico Amazon no tiene competidor; las cinco grandes de Internet dominan el 95% del mercado; mientras, en el mundo de la banca española había 95 entidades en 2008 y hoy hay 17 y, verdaderamente fuertes, siete”, subraya Díaz-Cardiel.

Asimismo, la crisis ha desencadenado una feroz crítica a la globalización. Por un lado, porque la inmediatez se internet hizo que la crisis se expandiera como la pólvora; por el otro, porque los constes han bajado en gran medida. “Esto explica el ascenso de Donald Trump y sus políticas proteccionistas: culpan a la globalización de la deslocalización de sus empresas, por ejemplo, a China, donde los costes son 500 veces más baratos que los de Estados Unidos”, asegura el economista de Advice Strategic Consultants.

Todo ello, unido al auge de la inmigración irregular y al sentimiento de hastío colectivo experimentado por las clases media y trabajadora, explican los cambios a nivel político: el fortalecimiento de los movimientos populistas, de izquierda y derecha, así como el recrudecimiento del nacionalismo.

¿En qué punto nos encontramos?

La crisis ha dejado una huella que amenaza con perdurar. Una huella que marcará para siempre a la generación que la atravesó. En total, 24 países fueron víctimas de crisis bancarias y, en muchos de ellos, como es el caso de España, la actividad económica aún no ha retomado la tendencia.

Sus consecuencias también se trasladan directamente al sistema financiero y, sin duda, a la política, con un escenario totalmente distinto al de hace una década. Tal como señala la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, los mercados siguen anteponiendo las utilidades inmediatas a la prudencia a largo plazo, el cortoplacismo a la sostenibilidad.

Entonces, ¿no hemos progresado en todos estos años? En palabras de la directora del FMI, hemos progresado mucho, pero no lo suficiente. El sistema es más seguro, pero no en la medida justa. El crecimiento ha repuntado, pero no para todos.

En este contexto, explica Lagarde, un ingrediente crítico de la reforma sería la presencia de más mujeres en puestos de autoridad en el mundo de las finanzas. Primero porque “una mayor diversidad siempre afila el pensamiento, alejando la posibilidad de endogamia intelectual”. Y segundo porque hay estudios que certifican que las mujeres suelen ser más prudentes y se inclinan menos por el tipo de imprudencia que provocó la crisis.

Y concluye: “Como he dicho en numerosas ocasiones, si los hermanos Lehman hubieran sido las hermanas Lehman, el mundo de hoy bien podría ser muy diferente”.