Las diferencias en política migratoria abren una nueva fractura en la Unión Europea
- Regulación migratoria o rechazo de plano, los miembros de la UE se debaten entre posiciones opuestas
- Alemania y Suecia, ejemplos de apertura, endurecen sus políticas tras la subida de los populismos
La crisis migratoria que golpeó la Unión Europea en 2015 no solo puso contra las cuerdas la capacidad real de los países miembros para dar amparo al millón largo de desplazados que buscaron refugio en suelo europeo. En los territorios de la frontera sur, la más afectada, también estuvo en juego el aguante de una ciudadanía exhausta por una larga crisis económica cuyas cicatrices aún persisten.
Estos ciudadanos son parte de los votantes que, tres años después, han definido un nuevo mapa político en una Europa marcada por la sensibilidad hacia la gestión de los flujos migratorios. En este sentido, el ascenso de los populismos y un sentimiento antieuropeista han teñido Parlamentos como el polaco, el alemán, el francés, el húngaro, el italiano o el sueco, frente a posiciones que abogan por una reformulación de las políticas migratorias para atender el drama humanitario con foco actualmente en las rutas que atraviesan el Mediterráneo, desde Grecia hasta el sur de España pasando por Italia.
En este escenario, Bruselas negocia además el que será un gran punto de inflexión en la historia de la Unión: el Brexit, la salida de Reino Unido de la UE, una segregación que augura un profundo, aunque incierto, impacto económico y social.
Con este panorama por delante, los jefes de Estado europeos se reúnen este miércoles en Salzburgo, Austria, donde celebran una reunión informal. Pondrán en común aspectos sobre el control fronterizo y la seguridad, física y en Internet, pero además debatirán sobre política migratoria, un tema en torno al cual “Europa está bastante fracturada”, explica a RTVE.es Carmen González, investigadora senior del Real Instituto Elcano. Una falta de consenso en la que “las distancias entre las posiciones son fuertes”, explica González, “sobre todo por las actitudes de Italia y los países de Europa del Este", añade.
¿Qué políticas migratorias defienden los países de la UE?
La fractura europea ante la inmigración
Desde 2015, “los flujos migratorios han disminuido pero no van a desaparecer” aventura González. “Desde esta perspectiva la UE va a destinar más esfuerzos a estar en África para desde los países de origen y de paso, con acuerdos con estos países, frenar la llegada de inmigrantes”, añade, una estrategia cuyo apoyo ya ha adelantado el presidente español, Pedro Sánchez, quien se ha mostrado dispuesto a actuar junto a los miembros que compartan este criterio.
Esta postura sintoniza además con el horizonte de una Europa unida que comparten el español Sánchez, el francés Emmanuel Macron y la alemana Angela Merkel. Pero frente a esta concepción se ha opuesto un auge de populismos de corte nacionalista y xenófobo. El miedo a la “invasión” de refugiados de 2015 hizo levantar vallas de concertinas a la Hungría de Viktor Orbán, con quien se solidariza el resto del Grupo de Visegrado (Polonia, Eslovaquia, Hungría y República Checa), y que países como Austria cerraran las fronteras.
A este bloque ahora se han sumado Malta e Italia, saturadas por los desembarcos en sus costas y, en el caso italiano, con una población agotada por las políticas de austeridad. Es el electorado que ha aupado al poder a los populistas M5S y Liga, políticamente antagónicos pero unidos por su antieuropeismo y valedores del rechazo a la inmigración ilegal que propugna Matteo Salvini, ministro del Interior y líder de la ultraderechista y xenófoba Liga.
El sentimiento de rechazo carga también el discurso de partidos populistas de ultraderecha que en Alemania y Suecia han conseguido una inédita representación parlamentaria. En el caso germano, la formación Alternativa para Alemania logró entrar en el Bundestag en 2017. El martes, Berlín destituyó al jefe de su Inteligencia, Hans-Georg Maasen, por dudar del protagonismo neonazi en los disturbios de Chemnitz. En el caso sueco, hace pocos días, los xenófobos Demócratas por Suecia consiguieron suficientes votos para ser la tercera fuerza política y partido bisagra en unas elecciones muy ajustadas.
- Distribución en el mapa europeo:
- Por un lado, los miembros favorables a una inmigración regulada, representados por España y Francia, que proponen, entre otras ideas, la creación de centros controlados y de desembarco de inmigrantes para su posterior distribución.
- En el lado opuesto, aquellos que rechazan la inmigración. liderados por el húngaro Viktor Orbán y el Grupo de Visegrado, con Austria, que cerró sus fronteras en 2015 y se planteó salir del acuerdo con Bruselas para la reubicación de refugiados, y la incorporación de Italia con la política de puertos cerrados de Salvini.
- Alemania y Suecia, países cuyos Gobiernos tuvieron una reacción ejemplar de acogida durante las grandes oleadas de 2015, han experimentado una reacción electoral populista que ha llevado a sus Gobiernos a endurecer su postura ante la inmigración.
- En un cuarto grupo puede incluirse a Reino Unido, inmerso en la negociación de Brexit, el proceso que lo segregará de la UE. Aún en fase evolutiva, cabe recordar que en el voto favorable al Brexit tuvo una influencia decisiva el rechazo de los británicos a la inmigración, en este caso de trabajadores de países del Este pertenecientes a la Unión, que se beneficiaron de la libre circulación.
Idealismo versus sentido práctico
Más allá de la declaración de intenciones, Europa necesita resolver fricciones y ser práctica. "Hay un conflicto entre Italia y Alemania porque lo que los migrantes quieren es llegar al país germano, Francia y otros destinos, y París y Berlín desean frenar esto", explica González, lo que provoca el estancamiento en Italia, apunta. "No es solo una cuestión ideológica", concluye.
En la misma línea se ha dirigido el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a los líderes de la UE en una carta con motivo de la cumbre y en la que les pide dejar de lado el "resentimiento mutuo" y adoptar una postura constructiva para buscar soluciones comunes, entre ellas la creación de centros de desembarco de inmigrantes que comparten España y Francia.
Como ejemplo, el proyecto de hacer más impenetrables las fronteras exteriores de la Unión, es compartido, y puede derivar en una consolidación de Frontex como una policía de fronteras con más recursos y autonomía que contaría con 10.000 efectivos más de aquí a 2020, y por acelerar las devoluciones de los inmigrantes que no tienen derecho a permanecer en la UE, según un plan presentado por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.
Incluso durante los años duros, cuando Merkel abrió sus puertas a casi un millón de personas "pensaba en su mercado de trabajo a medio y largo plazo, explica a RTVE.es Elena Sánchez Montijano, investigadora del centro CIDOB.
Otro dato importante es la dificultad que experimentan los países miembros para cumplir con las cuotas de reubicación de un total de 120.000 migrantes pactadas con Bruselas. En julio, el Tribunal Supremo condenó a España por incumplir con este compromiso, fijado para Madrid en 19.500 refugiados.
Un reflejo de estos problemas podría estar en lo que la experta del CIDOB señala como una "estadística maquillada", que consiste en contabilizar en el volumen de procesos de asilo a los "reasentamientos", que se practican trasladando refugiados desde territorios extranjeros, particularmente Turquía. Esta modalidad es diferente a la "reubicación", que se produce cuando el migrante ya se encuentra en suelo europeo, y es con propiedad la que satisface la cuota pactada.
Mientras la "reubicación" puede generar incomodidad entre algunos miembros, el "reasentamiento", además de satisfacer la estadística comprometida y dejar las fronteras estancas, alivia el acuerdo suscrito con Ankara para asumir parte de su bolsa de refugiados, aclara Sánchez.