U2 ondea la bandera del europeísmo en su regreso a Madrid
- La banda irlandesa ofrece el primero de sus dos conciertos en la capital, tras 13 años de ausencia
- Bono ha lanzado constantes mensajes en contra de los nacionalismos y a favor de la unidad europea
Más allá de su trascendencia musical, U2 siempre ha sido un grupo implicado en mensajes políticos y a favor de la paz. Así lo han demostrado este jueves en Madrid, durante el primero de los dos conciertos en la capital española con motivo de la gira 'Experience - Innocence'.
La banda irlandesa, que de este modo ha puesto fin a 13 años sin actuar en Madrid, ha querido mostrar su apoyo a la unidad europea y su rechazo a los nacionalismos. "Desde mi experiencia puedo decir que no hay nacionalismo bueno", ha manifestado Bono, quien se ha mostrado locuaz y cercano durante todo el recital.
Había mucha expectación en la capital española por el regreso de la banda. Según la organización, unas 15.000 personas han abarrotado el WiZink Center, que ha sido testigo de un espectáculo de altura, en el que el aspecto visual ha sido tan importante como el musical.
Con media hora de retraso sobre el horario previsto, el concierto ha comenzado con la proyección de imágenes de varias ciudades europeas devastadas por la guerra -entre ellas Madrid- en la espectacular pantalla de más de 30 metros que recorría el pabellón de un lado a otro y que es un elemento fundamental del show.
Desde el interior de la pantalla
En ese momento los cuatro integrantes de la banda (Bono, cantante; The Edge, guitarra; Adam Clayton, bajo; Larry Mullen Jr., batería) han aparecido literalmente del interior de la pantalla mientras interpretaban "The blackout", de su último disco, Songs of experience.
En el segundo tema, "Lights of home", también de su más reciente producción, la pasarela que une los dos escenarios por los que se ha movido el grupo se ha inclinado como una cuesta por la que ha ascendido Bono, en un nuevo alarde técnico que ha dejado impresionado al público.
Pero cuando ha sonado el reconocible riff de "I will follow", el primero de los clásicos de la noche, no ha hecho falta ningún artificio para que todo el pabellón se haya entregado, coreando el estribillo y con los brazos en alto.
Otra de las novedades, "Red flag day" ha sonado cruda e intensa, pero su recibimiento ha quedado minimizado por la locura colectiva que ha supuesto la interpretación de "Beautiful day".
"Beautiful Madrid"
"¡Beautiful Madrid! ¡Hola, guapos! ¡Hola, guapas!", ha proclamado Bono antes de asegurar que la de U2 es "la historia de cuatro chicos normales hechos extraordinarios por la música y el público".
Se ha producido entonces uno de los momentos mas emotivos de la noche, cuando Bono ha arrancado "Iris (Hold me closer)", dedicada a su madre fallecida, cuyas imágenes se han proyectado en la gigantesca pantalla.
Siguiendo el hilo nostálgico de aquella, "Cedarwood Road" nos ha remitido a la calle de su infancia, en su Dublín natal, por la que -gracias de nuevo a la tecnología- Bono se ha paseado literalmente en uno de los efectos más logrados de la velada.
Una versión semiacústica de "Sunday bloody sunday" y una desbocada "Until the end of the world", durante la cual han caído trozos de papel del techo, han puesto fin a la primera parte del concierto.
Ascenso y caída
La banda se ha tomado un pequeño respiro mientras en la pantalla central se proyectaba una animación en la que se ha narrado el ascenso y caída de U2 -con cura de humildad incluida-, que ha concluido con un lema que sirve de hilo de conexión entre sus dos últimas obras: "La sabiduría es la recuperación de la inocencia al final del camino".
Entonces, cuatro enormes figuras han cruzado a través de la pantalla hasta el pequeño escenario circular situado en el otro extremo del recinto, donde han ofrecido algunos de los momentos momentos más intensos de la noche: "Elevation", "Vertigo" y "Even better than the real thing", con un público absolutamente entregado.
Bono ha aprovechado para transformarse en MacPhisto, el alter ego diabólico que lleva dentro y que ahora, otra vez gracias a los avances tecnológicos, se nos presenta más real que nunca.
Ha sido el momento para "Acrobat", uno de sus temas menos conocidos que en esta gira están interpretando por primera vez.
Tras ofrecer una versión acústica de "You're the best thing about me", Bono y The Edge se han quedado solos en el pequeño escenario circular para interpretar mano a mano "Summer of love", con un ardiente sol bajo los pies de ambos músicos.
"¡Vamos España, vamos Europa!"
En la pantalla han comenzado entonces a proyectarse imágenes de refugiados y, a continuación, de grupos ultraderechistas, lo que ha servido de telón de fondo para uno de sus temas más conocidos, "Pride (In the name of love)", quizá el más aplaudido a falta de los clásicos de The Joshua Tree, desterrados de esta gira tras el tour monográfico que le dedicaron el pasado año.
"Vamos Madrid, vamos España, vamos Europa", ha gritado Bono mientras una enorme bandera europea se ha desplegado tras el grupo mientras sonaba "New years day", durante la cual la pantalla ha proyectado las banderas de todos los países de la UE.
El "Himno a la Alegría" ha sonado al final de la canción, que ha dado paso a "Get on your own way", con la que han cerrado el concierto.
"Miedo a las banderas"
Un mensaje contra la discriminación sexista ha presidido el pabellón antes de su regreso para los bises, con una austera interpretación de "One" que por momentos ha sido entonada por todo el pabellón como una voz única.
Ha sido el momento en el que Bono ha advertido del peligro de los nacionalismos y ha asegurado que "los irlandeses tenemos mucho miedo a las banderas".
Dos temas de su último trabajo, "Love Is Bigger Than Anything in Its Way" y "13 (There's a light)", han puesto punto final a una velada inolvidable, en la que U2 han vuelto a demostrar que, más allá del repertorio elegido, sus conciertos son espectáculos en el más amplio sentido de la palabra.
A pesar de que que discográficamente hace mucho tiempo que no son el grupo relevante que fueron en la década de los 80 y los 90, sobre un escenario hay pocos que puedan competir con el poderío y la capacidad de sorpresa de los irlandeses. Este viernes, volverán a demostrarlo en el segundo de sus conciertos madrileños, gracias a los que ciudad y grupo han recuperado una relación que se había tomado un descanso excesivamente prolongado.