La moda pasa y el estilo, ahora, también
- París se resiente con los constantes cambios en las casas míticas de moda
- La firma Courrèges anuncia que rompe con su pasado y desprecia el vinilo
- Lemaire y Dries Van Noten firman dos de los mejores trabajos vistos hasta ahora
Acaba de terminar el desfile de Chloé, con Isabelle Huppert como estrella invitada. Sobre la pasarela vemos una serie de looks que intentan navegar entre dos aguas, las del pasado glorioso y las del presente incierto. La casa se suma al movimiento feminista decorando sus prendas con motivos reivindicativos y, como hacen otras muchas, se somete a la tiranía del estampado y usa el logo como elemento diferenciador. Es el desfile de Chloé pero podría tratarse del desfile de cualquier firma de moda para mujer de París o de Milán. Triste.
El debate está sobre la mesa. O mejor dicho, sobre la pasarela. ¿Una firma de moda tiene que ser fiel a su historia y al trabajo de su fundador o debe reinventarse por completo y actualizar sus códigos? El trabajo de Vaccarello en Saint Laurent, un revisión fantástica del trabajo del gran Yves, ha dividido a la crítica especializada.
Unos creen que debe romper con su pasado y otros valoran que mantenga vivo su legado. Poco queda de Balenciaga en Balenciaga, una firma que se reinventa y adapta a los nuevos tiempos y ha cambiado su trabajo en el taller de costura por la venta de zapatillas de deporte.
Poco queda de Valentino en Valentino aunque el trabajo sigue siendo el mismo ya que en este caso lo que se ha hecho, y con acierto, es renovar el nombre, el legado y el trabajo de la casa italiana.
Lo interesante es que haya variedad. Lo triste es la uniformidad, el hastío de la repetición, la copia (una práctica demasiado generalizada y aceptad). Hay que valorar el trabajo de quienes saber preservar la identidad de una casa actualizando su imagen con colecciones coherentes.
Es triste ver en lo que se han convertido Oscar de la Renta o Balenciaga pero es maravilloso en lo que se ha convertido Hermés o Salvatore Ferragamo. Moschino mantiene vivo su espíritu gracias al trabajo, irregular, de Jeremy Scott pero firmas como Paco Rabanne, Mugler, Rochas o Nina Ricci han ido diluyéndose, de mano en mano, perdiendo su adn y la imagen actual desvirtúa su historia.
Es cuestionable el trabajo de Michele en Gucci ya que parece que las colecciones son tan solo un ejercicio de estilismo pero se valora, muy positivamente, la labor de John Galliano en Margiela. Al menos hasta ahora ya que el controvertido diseñador parece estar atrapado en un laberinto de deconstrucción y experimentación. Las colecciones no parecen de Margiela pero tampoco de Galliano. Quizá ese sea el camino correcto: reinventarse por completo, transformarse, cambiar. Decía Coco Chanel: "La moda pasa, el estilo permanece". Pero la frase, hoy, no se corresponde con la realidad. Aunque, por suerte, hay creadores fieles a su propio estilo. Pocos, pero importantes y relevantes.
La casa Courrèges contribuyó al enorme cambio que vivió la moda en los años 60, tanto por los novedosos patrones como por el uso de nuevos materiales como el vinilo. Ahora su nueva directora creativa, Yolanda Zobel, quiere formar parte de una nueva filosofía de moda y ha anunciado que la firma destierra el vinilo y renuncia al plástico. “Hay que ser activos en el presente para tener un futuro mejor”, dice la alemana. “Es nuestra responsabilidad lanzar este mensaje a través de la belleza y la moda para llegar con él a un público más joven”.
La casa atesora miles de metros de vinilo en sus almacenes y a partir de ahora cada pieza que se haga utilizando este material llevará inscrita la cantidad que queda de producto, una especie de cuenta atrás hasta que se agote.
Courrèges decía que un estilo era una época pero ahora, a juzgar por las pasarelas, vivimos realidades paralelas. La moda es un crisol de estilos que conviven en distintas dimensiones. Elie Saab está en una galaxia y a años luz se encuentra Vetements.
Y lo mismo ocurre con firmas como Gucci o Lemaire, colectivo en el que trabajan Christophe Lemaire y Sarah-Linh Tran. Su nueva colección retrocede ahora en el tiempo y aparca sus adorados años 90, marcados por el minimalismo inteligente y conceptual, para aterrizar en los 80. Otra década de rupturas en la moda como lo fue la década de los 60 y antes la de los 20.
La superposición de prendas, casi siempre en el mismo tono, marca la propuesta que aboga por patrones amplios y cómodos que desdibujan las formas del cuerpo, reinventando siluetas y proyectando sombras vintage. Algunos looks parecen rescatados directamente del pasado poniendo en valor su fuerza estética. No se trata de recuperar una prenda, más bien se trata de volver a retratar una época, es decir, un estilo.
La colección lleva pantalones anchos de talle alto, chaquetas amplias, camisas masculinas, gabanes y tímidos estampados abstractos. Las barreras de género, como en aquellos años, se difuminan y casi todas las prendas tienen cabida en distintos armarios. Golpes de rojo y naranja destacan en una propuesta tintada de blancos rotos, grises, crudos y azules de ciudad, el escenario ideal para la moda de Lemaire.
Dries Van Noten es puro arte. Sus colecciones son un tratado de costura contemporánea y un bello ejercicio de experimentación con las texturas, los estampados y el color. Sus prendas tienen una fuerte carga estética que navega entre el minimalismo del patrón y el barroco de las aplicaciones. Destacan los flecos de pasamanería que aportan movimiento en camisas y vestidos, las plumas que decoran los hombros y las osadas mezclas de estampados que crean prendas potentes, fáciles de llevar y fáciles de identificar
El belga es uno de los grandes modistos del panorama actual. Arriesga y gana, se sale de la zona de confort y conquista nuevos territorios. Su trabajo no es carne para aquellos que lo devoran todo a golpe de selfie. Lo suyo es lujo para sentir sobre la piel, algo que por ahora no se puede sentir a través de una fotografía.