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20º aniversario Google

La privacidad en los tiempos de Google

  • Gigantes tecnológicos se han especializado en exprimir la información personal de sus usuarios
  • Obtienen gran parte de sus beneficios económicos a partir de esta actividad, asociada a perfiles publicitarios

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Google obtiene diariamente una ingente cantidad de datos de los usuarios que hacen uso de sus diferentes plataformas.
Google obtiene diariamente una ingente cantidad de datos de los usuarios que hacen uso de sus diferentes plataformas.

"Los datos son el petróleo del siglo XXI", esta máxima se ha repetido hasta la saciedad en los últimos años, y muchas veces se ha relacionado con la actividad de empresas como Facebook, Amazon o Google. Gigantes tecnológicos que se han especializado en exprimir la información personal de los usuarios de sus servicios, y que obtienen gran parte de sus beneficios económicos a partir de esta actividad, asociada a la creación de perfiles publicitarios.

Es especialmente significativo el caso de Google, que celebra su 20º aniversario. La compañía de Mountain View obtiene diariamente una ingente cantidad de datos de los usuarios que utilizan sus diferentes plataformas, como correo electrónico, sistema operativo Android o sistema de navegación por satélite.

La presencia de Google en la vida diaria de cientos de millones de personas es apabullante, y por eso el rastro es constante. Incluso sobre aspectos tan sensibles como la sexualidad o la orientación política, que quedan reflejados con perfecta nitidez en las búsquedas realizadas, en las páginas visitadas o en los videos visionados.

Google es un algoritmo insaciable que sabe casi todo de la intimidad de sus usuarios: con quién se conectan, qué buscan en internet, qué lugares visitan, qué compran y que ansían comprar, qué noticias les interesan...Y monetariza toda esa información vendiéndola a los anunciantes, un negocio redondo que le genera cada año unos ingresos de decenas de miles de millones de euros.

"Google se ha convertido en nuestra memoria externa, en nuestro segundo cerebro", opina Liliana Arroyo, experta en transformación digital e investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE. "Nos facilita mucho la vida, aunque la transacción que proponen no es justa. Simplemente, porque las dos partes no tienen la misma información. Hay un desequilibrio importante entre la empresa y el usuario, al que han metido como peón en un engranaje que no sabe ni siquiera que existe".

"Hablando en términos monetarios, para nosotros el uso de sus servicios es gratuito. Pero en realidad lo pagamos en especies, con nuestros datos personales", continúa. "Para nosotros no es algo económico, pero para Google sí, y es oro".

En esta misma línea se expresa Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas: "los beneficios comerciales que pueden obtener con esos datos son muy importantes, porque hay un montón de sectores que quieren disponer de esa información. Aquí no hay nada gratis". "Están utilizando nuestros datos, que son demasiado valiosos. Es su negocio. Tendencias de uso, tendencias de consumo, geolocalización… Y además no están compartiendo con nosotros el beneficio económico que obtienen".

Una mayor personalización

Desde Google se defienden afirmando que utilizan dichos datos para mejorar la experiencia de los usuarios con las diferentes aplicaciones. Sobre todo, gracias a una mayor personalización. "El resultado de las búsquedas será más preciso y los productos anunciados se adaptarán más fielmente a cada perfil", aducen, entre otros muchos aspectos.

"Google no hace acopio de los datos de ningún usuario. Los usuarios son dueños de sus datos", sostienen fuentes de la compañía consultadas por RTVE.es. "Por otro lado, desde Google llevamos muchos años trabajando concienzudamente para proteger los datos de los usuarios y empresas en todas nuestras plataformas".

"Creemos que hay tres pilares fundamentales sobre los que se debe basar y desarrollar la relación a este respecto con el usuario y son: transparencia con el uso que hacemos de sus datos, protección de los mismos y control para que puedan decidir qué quieren hacer con ellos".

En lo relativo a la transparencia, la compañía californiana lanzó hace cinco años la plataforma Mi Cuenta. En ella, los usuarios pueden encontrar toda la información recopilada por los diferentes servicios de la compañía. Así, pueden decidir qué hacer con los datos personales que han compartido, como editarlos, borrarlos o llevárselos a otra plataforma.

Respecto a esta iniciativa, la experta en transformación digital Liliana Arroyo piensa que "está bien y es un paso importante, pero parece más cosmética que otra cosa". "No es suficiente con que lo dejen ver, tiene que haber un acompañamiento educativo para poder valorar esos datos y entender el uso que se hace de ellos", opina.

Reflejo de nuestra identidad

El problema llega cuando muchos de los usuarios subestiman la relevancia que tienen en este proceso, restando importancia al hecho de que las compañías tecnológicas dispongan de sus datos personales. Algo así como "entre tantos millones de personas, por qué iba yo a importarles", o "solo espían para cazar a los malos".

Los expertos insisten en que pensar así es un error. "No podemos olvidar que la verdadera identidad es la que se forja en los espacios íntimos, cuando estamos con nosotros mismos, y este espacio tan importante es el queda reflejado en las herramientas de Google", valora Liliana Arroyo, quien parafrasea a Edward Snowden para pedir a los usuarios que otorgen a sus datos personales la relevancia que realmente tienen: "Decir que no te preocupa la privacidad porque no tienes nada que esconder es como afirmar que no te importa la libertad de expresión porque no tienes nada que decir".

En este sentido, Víctor Domingo piensa que "los ciudadanos tenemos que buscar nuestra parcela de privacidad, porque ahora estamos bajo la dictadura de los algoritmos". "Lo positivo de Google fue sobre todo al principio, ya que aportó una gran facilidad para encontrar información. Pero ahora ese buscador se está intentando convertir en el Gran Hermano, solo que se trata de una empresa privada".

Estas acusaciones de matiz orwelliano son recurrentes. Desde Google se defienden de ellas afirmando que "nuestros usuarios no deben preocuparse, porque nos tomamos muy en serio la seguridad de los datos y somos transparentes con el uso que hacemos de los mismos".

Uso político de los datos

Más allá del uso publicitario, a nadie escapa el inmenso poder que la información puede otorgar a las empresas que la poseen. El reciente caso de Cambridge Analytica y Facebook es muy significativo.

"Abiertamente no se dice, pero esos datos podrían tener usos muy importantes, para empleadores, industria farmacéutica, seguros, universidades, salud… Y por supuesto, la utilización con fines políticos", considera Liliana Arroyo.

"Un buen ejemplo lo tenemos en China, donde se está creando una dictadura digital en la que se puntúa y clasifica a los ciudadanos, se comprueban sus búsquedas, sus contactos…", precisa.

El sacrificio de la privacidad está asociado a un poder creciente de los algoritmos.

El sacrificio de la privacidad está asociado a un poder creciente de los algoritmos. THINKSTOCK

Nueva normativa europea

Pero el caso chino no es comparable al europeo. La entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), el pasado mes de mayo, ha cambiado las reglas del juego en la Unión Europea. Este conjunto de normas ha establecido un nuevo escenario de protección y control de la información personal de millones de usuarios. El garante de su cumplimiento en España es la Agencia Española de Protección de Datos.

La información considerada especialmente protegida recibe un cuidado más estricto, de tal manera que, salvo excepciones, sólo con el consentimiento expreso y por escrito del afectado podían tratarse datos personales relativos a la ideología, afiliación sindical, religión y creencias.

"El RGPD regula las denominadas ‘categorías especiales de datos’ (artículo 9.1), donde establece la prohibición de tratar datos personales que revelen el origen étnico o racial, las opiniones políticas, las convicciones religiosas, la afiliación sindical, así como el tratamiento de datos genéticos, biométricos, o de aquellos relativos a la salud o la orientación sexual de una persona, entre otros", detallan a RTVE.es fuentes de la Agencia Española de Protección de Datos.

El carácter multinacional de las empresas tecnológicas también podrfía dificultar el control del uso que se hace de estos datos. Eso es algo a lo que el RGPD también se presta especial atención. "Según el nuevo marco normativo, a las compañías que ofrezcan servicios dirigidos a usuarios europeos o monitoricen su actividad en internet les será de aplicación el Reglamento, aunque operen desde fuera de la Unión Europea", relatan las mismas fuentes.

"El Reglamento ha armonizado el nivel de garantías entre las distintas autoridades europeas, que ahora cuentan con las mismas herramientas", prosiguen. "Así, contempla la cooperación de las distintas autoridades en procedimientos transfronterizos en el caso de que un determinado tratamiento pueda afectar a varias autoridades, lo que también repercute en el nivel de protección de los datos de los ciudadanos europeos".

Poder creciente de los algoritmos

En la era de internet, la información se ha convertido en el activo económico más importante. Las ventajas de un mundo cada vez más conectado son indudables, pero también sus inconvenientes. El sacrificio de la privacidad, asociado al poder creciente de los algoritmos para seguir el rastro de nuestras vidas y muchas veces condicionarlas, es quizá el más preocupante. ¿Es posible un equilibrio entre los beneficios que proporciona la tecnología y su vocación invasiva? ¿Se puede realmente salvaguardar la privacidad en la era de las redes sociales y las aplicaciones digitales?

"Es cierto que Google es una ventana al mundo, pero tan entreabierta o tan entrecerrada como el algoritmo quiera", sostiene Liliana Arroyo. "Por supuesto, no se puede negar lo positivo que nos ha traido, que ha sido mucho. Tenemos cientos de ejemplos concretos, como altavoces inteligentes que pueden hacer la vida más fácil a los invidentes. O su trabajo en Big Data, capaz de aportar grandes beneficios en campos como el de la medicina. Lo malo es la utilización comercial que hace de los datos".

"El poder de hacer un mundo mejor está ahí. Solo lo determina el uso que se haga de esos datos", concluye.