"La batalla por el relato catalán la han ganado los independentistas"
- Las estrategias en torno al 1-O (y después) con las que independentistas y constitucionalistas pugnan en el espacio público
- Los soberanistas planearon presentar el referéndum como inevitable antes de celebrarlo y como irrenunciable después
Hoy en día tan importante como aplicar una política es asentar un marco mental que la justifique. En Cataluña, en el contexto del desafío independentista, es más que evidente. "Es el relato, estúpido", dirían los expertos en comunicación y marketing político. El relato, o la narrativa, otro término de moda, que expresan que la persuasión no se consigue con una propaganda atronadora, sino por medio de una lluvia fina y persistente, con la que se transmiten valores, objetivos y se construyen identidades. En el caso catalán, con lo acaecido en los últimos tiempos, los constitucionalistas admiten que hasta aquí "la batalla la han ganado los independentistas".
Un buen relato sobre un asunto político, según los estrategas políticos, "moviliza, seduce, evoca y compromete mediante la activación de los sentidos y las emociones. Confiere identidades de 'nosotros' y 'ellos', define objetivos y propone una visión del pasado, del presente y del futuro".
Esta teoría se ajusta a la perfección a lo que precedió, rodeó y siguió al referéndum independentista del 1-O hace ahora un año. Lejos de que los partidos y sus líderes hayan logrado encauzar el desafío de media Cataluña pidiendo separarse de España, cunde la sensación entre los no independentistas de que esta pugna del relato la pierden básicamente por incomparecencia.
"La batalla de las ideas y los argumentos la gana aquel que propone los temas de los que se tiene que discutir", lamenta Joan López Alegre, asesor de comunicación de Sociedad Civil Catalana, en declaraciones a RTVE.es. "Y el independentismo ha tenido éxito en tanto en cuanto todo lo que se ha hablado estos años han sido los temas que ellos han propuesto: la independencia, el referéndum, si los presos son políticos o preventivos, si van a ser reconocidos internacionalmente... En cambio, la gente que defiende que Cataluña es una parte esencial de España no hemos tenido esa capacidad".
¿Un relato escrito de arriba abajo?
Tiende a pensarse que el relato parte de los de arriba, de la clase dirigente que, una vez que se ha apoderado de los resortes de las instituciones, de los medios de comunicación y hasta de la educación, va abonando el terreno para cultivar su mensaje excluyendo cualquier visión alternativa.
Lo dice en voz alta Jordi Cañas, exdiputado de Ciutadans y exsecretario de Comunicación de este partido, que señala el origen del mito soberanista a los albores del catalanismo a finales del siglo XIX, y más recientemente, al programa "Cataluña 2000" de Jordi Pujol en los noventa.
Cañas, que compartió mesa de debate esta semana con estrategas independentistas, en un acto organizado en el mismo centro cultural de Madrid donde hace cinco años 15 ultraderechistas irrumpieron con gases lacrimógenes en un acto de celebración de la Diada, no duda en hablar de "guerra cultural asimétrica", en la que la acumulación de poder por parte del nacionalismo en Cataluña ha logrado "reprogramar" a una parte de la sociedad y la política.
"Cuando uno consigue que el presidente del Gobierno de España hable de las relaciones entre España y Cataluña, ya está, han ganado: hay que entregar las llaves como en la rendición de Breda", señaló. "Pero se les puede dar batalla con un relato alternativo", añadió a continuación.
Conseguir que el 1-O se tomara en serio
Pero en el caso catalán también se ha demostrado cómo la presión social de un pueblo convencido -aunque se debata por quién ha sido persuadido- es la que ha tirado y tira de políticos y partidos por momentos renuentes.
A ello empujó la construcción de un relato que al principio iba de "sobrado" de puro optimista, apunta Adrià Alsina, entonces jefe de prensa de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), que recuerda que quería implicar en esta historia cuyo final feliz era un referéndum de autodeterminación tanto a los que querían participar como a los que lo rechazaban.
"El cambio eres tú" fue el mensaje escogido por los dirigentes de la ANC para interpelar meses antes del 1-O tanto a los partidarios del sí como los del no a votar, para manifestar unos su deseo de independencia y otros el de permanencia en España.
El colmo para dar verosimilitud a la historia, recuerda Alsina, es que la Policía empezó a registrar imprentas, confiscar camisetas o a cerrar la web del 'Sí'. Ello le dio a todo "una dimensión impresionante" desde la óptica soberanista. "Y la gente que ve que el Estado se toma el referéndum tan en serio piensa que el referéndum sí es algo serio", lo que quedó demostrado el día de la consulta en términos de participación y por la respuesta policial, proyectada por los medios a todo el mundo.
Tabarnia, el reflejo en el espejo independentista
A esta idea de la narración que se difunde de abajo arriba se suma el ejemplo de Tabarnia, una invención que se engendró en Whatsapp y que puso al actor Albert Boadella de presidente, en un relato especular y satírico que quiso construir su alternativa al universo 'indepe' mediante la caricatura y el humor, poderosos aliados en tiempos del 'meme'. Por cierto, un concepto más popular que las referencias de los partidos al mito de la "Arcadia feliz" para minar el mensaje nacionalista.
Otra batalla que ganó el relato independentista, en esta ocasión dentro de su propio ámbito, fue la de las elecciones autonómicas del 21-D tras la aplicación del artículo 155, una cita que pilla a la antigua CDC en plena transformación, en la que nace una nueva marca, Junts per Catalunya, y que a la postre sirvió para relanzar al 'héroe' protagonista de este relato, el cesado presidente Carles Puigdemont.
Aquí también hubo un duelo por el relato, en el seno del independentismo, con una ERC que era la primera fuerza soberanista en casi todas las encuestas. La explica Toni Aira, director de comunicación del PDeCAT. "Intentamos contemporizar un tono que se había dado entre la sociedad catalana independentista, que hablaba mucho de ir juntos. El independentismo no iba unido, pero hicimos una lista que se llamaba 'Junts' e intentamos darle una composición que hiciera realidad ese nombre. Rompimos el marco de la falta de unidad que daban por supuesto los rivales".
Este mensaje lo unieron al de "defender la institución", que conectaba con una parte importante del electorado independentista, continúa Aira, y el verbo se hizo carne en el eslogan de "Puigdemont, nuestro presidente", que podían defender convergentes de toda la vida, votantes de ERC y de la CUP, con un candidato que, pese a estar huido o precisamente por ello, gozaba de credibilidad entre los secesionistas. El relato fue certero y se impuso a la lógica clásica del voto útil frente a Ciudadanos, en la que ERC apoyó su mensaje electoral, considera este asesor.
Las victorias del relato constitucionalista
Por su parte, los llamados constitucionalistas -en Madrid- o unionistas -en Cataluña- miden el éxito de sus relatos en otros objetivos, como el de que la denominada "mayoría silenciosa" salga a la calle y actúe como contraparte al discurso secesionista, en un intercambio de gestos que va desde brigadas que ponen y quitan lazos amarillos a canciones de Manolo Escobar a todo volumen contra las caceroladas independentistas.
"Paradójicamente, los mayores éxitos de comunicacíon del no independentismo han venido de los excesos del independentismo", considera López Alegre, de SCC. "La declaración unilateral de independencia, la aprobación de leyes que se cargaban derechos de los ciudadanos y el orden constitucional, los escraches a la Policía..., han contribuido a que la gente en Cataluña tome conciencia de que realmente había un riesgo para la convivencia y la unidad del país, y ese exceso ha llevado a que la gente ponga banderas en los balcones, no solo en Cataluña, sino en toda España, o que salga a la calle a decir 'basta ya'".
Lo cierto es que un año después, junto al "duelo" que Alsina admite en "la parte del independentismo que se pregunta qué salió mal el año pasado" tras el 1-O, el pulso por una futura república catalana está lejos de debilitarse, y lo prueba de nuevo la masiva participación en la manifestación de la última Diada. Y las banderas españolas no han desaparecido de muchos balcones, ni en Cataluña ni fuera de ella, juegue o no juegue la selección. En paralelo a la acción política, la batalla del relato continúa.