El futuro era esto, el futuro era Louis Vuitton
- La casa recrea la estética futurista con guiños a los 60 y 80
- Vuitton huye del estilo alfombra roja para centrarse en la ropa 'real'
- El foco de atención está en los hombros, que van muy trabajados
- El Thyssen se embarca en los viajes de Louis Vuitton
París recoge la pasarela, pliega las sillas y pone fin al larguísimo calendario de desfiles que abrió Madrid en el mes de julio. La Ciudad de la Luz apaga los focos tras el show de Louis Vuitton que, aunque no es el último, sirve para clausurar la temporada. El lugar escogido ahora ha sido el Museo del Prado y la casa francesa ha convertido uno de sus patios en una nave espacial, un escenario futurista para mostrar la colección de la primavera y el verano de 2019. El futuro, ya que hoy a la vez que hacemos la digestión de lo que pasa ahora pegamos un mordisco a lo que viene después.
La dureza del hierro, la fragilidad del cristal y el agua que rodeaban la pasarela variaban de color según la luz que iluminaba y oscurecía los espacios creando una inquietante atmosfera que recordaba a las películas de ciencia ficción. Nicolas Guesquière, director creativo de la casa francesa desde 2013, hace ahora guiños a 2001: Odisea en el espacio, una cinta de culto con una estética impactante y un lenguaje vanguardista, trasladando estos códigos a la colección que impacta visualmente y rompe con cursilería romántica y la nostalgia que recorre las pasarelas.
Las prendas tienen un patrón perfecto y un corte limpio lo que provoca siluetas muy definidas y volúmenes muy controlados.
Algo queda de su paso por Balenciaga, y el legado del gran maestro encaja perfectamente en el concepto de la colección.
Como el abrigo blanco de línea minimalista, soberbio, brutal, maravilloso.
Una pieza única en una colección real que se aleja, a la velocidad de la luz, de otras enfocadas a las ideadas para las irreales alfombras rojas. Universos paralelos que pocas veces se cruzan.
Vuitton no es una firma de costura pero cada una de sus piezas se hace siguiendo los dictados de la artesanía y la tradición. Todas funcionan muy bien en solitario pero también en looks más complejos que juegan a tapar y proteger el cuerpo, como los trajes de los astronautas, con piezas oversize y tejidos tratados. Y las formas orgánicas y antropomórficas que vemos en el cine fantástico inspiran mangas de cazadoras y vestidos de estética retro.
El chaleco se reinterpreta jugando con su funcionalidad y se transforma en chaqueta, abrigo o se integra en otro patrón provocando un efecto de trampantojo. La carta de estampados es amplia y lleva diferentes estilos que conectan con distintas décadas, desde los 60 a los 80. Dos décadas que están muy conectadas. Vemos flores urbanas en tonos irreales, motivos digitales y otros abstractos de claro acento vintage, divertidos. Motivos distintos que aportan dinamismo a la colección.
El estilo militar y el deportivo desaparecen para abrazar una estética más sofisticada y urbana. El modisto pone todo el foco de atención en los hombros, otro guiño a los ochenta: los redondea, los agranda, los decora, los transforma y los sobredimensiona. Rara vez los desnuda y cuando lo hace utiliza vestidos asimétricos, veraniegos y rotundamente juveniles. Diseños de patrón sensual que Guesquière barbiza de cierta ingenuidad.
La línea masculina también conecta con los ochenta con trajes que se combinan con camisetas, siempre con cortes muy limpios y colores muy precisos: gris, blanco y negro. El modisto desarrolla diferentes tipos de solapa jugando con los colores y las formas, cambiando botones por cremalleras y trasladándolas del armario masculino al femenino.
La colección tiene muchos puntos en común con otras vistas en París y Milán por lo que podemos hablar de tendencias muy claras: el punto de malla y la red, las cremalleras ornamentales, el triunfo del minivestido, los tejidos metalizados, las flores de asfalto, remarcar los hombros, suavizar la década de los 80 y reinventar el futuro. Como hace el cine, la gran fuente de inspiración esta temporada como hemos visto en colecciones como las de Calvin Klein y John Galliano. Las películas se han trasladado a la pasarela y en primera fila se han sentado los actores. Al de Vuitton han acudido estrellas como Catherine Deneuve, Cate Blanchett, Alicia Vikander, Sophie Turner y Luke Ewans. ¡Un buen reparto!
Es relevante el cambio que han dado las modelos. Kaia Gerber, hija de Cindy Crawford, ha sido la gran protagonista. Pero lo que más llama la atención es el aumento del número de modelos orientales y negras. Las intenciones no son las mismas. Por un lado está la apuesta del sector de la moda y la belleza por la diversidad y la integración y por otro lado se tiende a seducir a nuevos clientes intentando que se identifiquen con lo que ven sobre la pasarela.