Los expertos advierten: la sociedad actual puede llevar al límite la salud mental de los más jóvenes
- Depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación, adicciones o fobia social son comunes en algunos menores
- La prevención resulta clave para evitar que los problemas se cronifiquen y se agraven
Los trastornos mentales están presentes en el 20% de los niños y adolescentes de todo el mundo y suponen la principal causa de discapacidad en la población joven, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ello, los profesionales piden una reflexión del modelo de vida actual y la presión que ejerce contra la estabilidad y bienestar de una persona, especialmente en los más jóvenes.
Precisamente ellos son el foco de la cuestión este año con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este miércoles. Porque la mitad de los trastornos mentales se desarrollan antes de los 14 años y la cifra aumenta hasta el 75% antes de los 18, según recuerda Salud Mental España. Se calcula además que las personas de entre 15 y 29 años han sufrido algún tipo de problema de salud mental, siendo el suicidio la segunda causa de mortalidad entre ellos.
Los trastornos más habituales en adolescentes pueden ir desde la depresión, la ansiedad, trastornos de la alimentación -anorexia, bulimia o trastorno por atracón-, adicciones -no necesariamente el alcohol o las drogas, sino dependencia de las nuevas tecnologías o de los videojuegos-, hasta otros trastornos que pueden pasar desapercibidos al considerar sus síntomas propios de la adolescencia. Estos pueden ser un trastorno disocial de la personalidad que les haga antisociales y violentos, fobia social o incluso un trastorno adaptativo al entorno que cause estrés -cambio de escuela, separación de los padres o mudarse a un sitio nuevo, por ejemplo-.
Acoso, familia desestructuradas, drogas o presión social
Por supuesto, existen otros trastornos como el autismo o la esquizofrenia, pero éstas son enfermedades endógenas, es decir, relacionadas con causas biológicas. Sin embargo, los profesionales ponen el foco de la cuestión en problemas causados por los factores del entorno del niño y adolescente.
Por ejemplo, los más pequeños suelen ser el "chivo expiatorio" de padres desajustados cuya situación ha ido evolucionando en tutelas, tutoría y vigilancia, expone a RTVE.es Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. "Quienes pagan son los niños. Se estresan, soportan angustias que no son propias ni deseables para su edad y expresan esa sobrecarga con ansiedad, problemas emocionales, pérdida de rendimiento académico y de oportunidades comparadas con las de sus compañeros", añade.
Otro factor "muy importante" en niños y adolescentes, señala también a RTVE.es Nel González, presidente de Salud Mental España, es el acoso escolar, incluyendo el abuso emocional y también el sexual si llega a darse. "Esa hostilidad del entorno puede desembocar en esos desasosiegos, en verse prisionero de uno mismo y desarrollar una patología mental".
El experto destaca también la competitividad y nivel de exigencia al que se exponen los menores desde que son pequeños. "Muchos padres se quejan de la carga escolar de sus hijos y del poco tiempo que tienen para un ocio adecuado", lamenta. González indica a su vez el riesgo de los estándares de belleza y de la idealización de personas famosas y de modelos de conducta que ven por la televisión o por internet y que se refleja claramente en los trastornos alimenticios.
Bobes incide especialmente en la naturalidad con la que coquetean los jóvenes con el cannabis, lo que hace que "con más frecuencia aparezcan episodios psicóticos" y asciendan este tipo de enfermedades mentales "como consecuencia de un entorno adictivo". El psiquiatra recuerda que el 70% del inicio de estos episodios en las personas "viene por el consumo de cannabis".
La atención temprana, clave para no "cronificar" los problemas
Ambos expertos coinciden en que los jóvenes tienen más dificultades para pedir ayuda y expresarse sobre sus problemas porque muchas veces no son conscientes de qué es lo que les ocurre. Por eso, González incide en la importancia de que el problema no se quede en ellos y se involucre la familia, profesores y amigos "que vean que puede estar ocurriendo algo especial".
Un factor que puede alertar sobre su situación, explica Bobes, es que su rendimiento escolar descienda bruscamente. González apela a los padres a que observen si su hijo ha dejado de ser feliz, "más allá de días buenos y malos". Recomienda "hablar claramente sin tapujos para evitar que se vean embargados por la tristeza y entren en una vorágine de ansiedad o depresión". Tomar los síntomas como algo propio de la adolescencia, coinciden ambos, es un error.
Acudir a un médico y que este le derive a un psiquiatra o a un psicólogo cada vez está más aceptado en la sociedad, pese al estigma que había antiguamente, tal y como reconoce el presidente de Salud Mental España. El pronóstico cuando se acude a tiempo siempre es "positivo", afirma Nel González, pero de lo contrario, el problema podría cronificarse y que la persona entre "en una fase de deterioro y desesperación" que lleve a un trastorno más grave.
Para ello, González pide que se mejore la formación del profesorado y la atención en los centros educativos y que se informe correctamente a los padres cuando existan indicios de problemas en los menores. La clave es prevenir antes de que exista un trastorno, exige.
Bobes, por su parte, considera que "en general, los profesores avisan a los padres cuando un niño no responde como la mayoría", pero que los padres muchas veces "no aprecian la advertencia del maestro para llevarlo al médico". E insiste en la importancia de que los padres aporten un entorno de estabilidad familiar a los niños para que no se vea sobrepasados por su situación.