La espiral del hambre
- En Níger, el segundo país más pobre del mundo, 400.000 menores de cinco años padecen desnutrición severa
- La crisis alimentaria afecta a todo el Sahel, donde cada año mueren un millón de niños
Un bebé convulsiona en el hospital de Mirriah. Su madre le coge de la mano y le acaricia mientras el personal sanitario le toma la temperatura. El termómetro sube y sube hasta llegar a los 40 grados. "Es malaria, es muy grave" dice el médico, que continúa diciendo "su relación de peso y talla tampoco es buena". La criatura, que tiene un año aunque apenas aparenta unos meses, se debate entre la vida y la muerte.
En la cama de al lado, otra mamá abanica a su pequeño. El bebé apenas se mueve, no gesticula, ni emite sonido alguno. Como casi todos los que se encuentran aquí ingresados tiene en su pequeña mano, una vía a través de la cual se le dosifica alimento y medicación. Observo su piel y me pregunto si las afecciones cutáneas que hacen que parezca que se esté desintegrando duelen tanto como parece.
La escena, con diferentes protagonistas, se repite habitación tras habitación en salas formadas por decenas de camas. Avanzamos hacia la salida cuando veo a Fátima, una mujer de 25 años a la que conocimos hace unas horas en Dogo, su aldea, a unos 5 kilómetros de aquí. Allí, ALIMA (Alliance for International Medical Action), que gestiona este hospital, tiene un centro de salud para facilitar el acceso a los servicios sanitarios.
La lucha de las mujeres
Llegar hasta la ciudad es para la mayoría complicado porque no tienen medio de transporte. Así, los recursos de cercanía se han convertido en fundamentales. El bebé de Fátima pesa 5 kilos 400 gramos cuando lo normal para su edad –diez meses- sería rondar los 8 kilos. Han llegado hasta aquí en ambulancia. Fátima habla bajito. Como si no quisiera despertar al pequeño que, en realidad, tiene los ojos abiertos. Nos dice que empezó con fiebre, con diarreas, vómitos… y que iba a peor y a peor. Está preocupada por el niño y también por su familia. Su marido está también ingresado en otro hospital de modo que sus otros tres hijos han quedado solos en casa a cargo del mayor, que es ya adolescente.
“Tenemos que trabajar la atención ambulatoria. Además favorecer el diagnóstico precoz, permite a las madres seguir atendiendo las actividades domésticas y al resto de la familia“
"Tenemos que trabajar la atención ambulatoria. Además favorecer el diagnóstico precoz, permite a las madres seguir atendiendo las actividades domésticas y al resto de la familia", nos dice Ysabo Issoufou, responsable sanitario en la aldea. Los progresos nos cuentan, son muchos desde que trabajan en pequeñas comunidades donde además de prevenir, en casos sin complicaciones, se realiza tratamiento con alimentos terapéuticos sin requerir ingreso hospitalario.
La importancia de la contracepción
"¿Conocéis las medidas contraceptivas?" pregunta Rabé Komlilo, enfermera, a un grupo de mujeres. "¿Las usáis?", continúa. Se hace el revuelo y todas contestan, al unísono, en afirmativo. Espaciar los embarazos y los partos es importante para combatir la malnutrición pero lo cierto es que la media de hijos por mujer es la más alta del mundo (7’5) en un país cuya población crece al 4% anual. Una auténtica bomba demográfica.
Las sesiones de formación continúan con talleres de lactancia. La importancia de la leche maternal exclusiva hasta los seis meses y de la alimentación de complemento hasta los dos años.
Talleres que salvan vidas
En una habitación en cuya entrada hay un bidón con agua potable para beber y donde abundan carteles en los que se explica con pictogramas, para aquellas, muchas, que no saben leer, la importancia del lavado de manos, siguen explicándoles los síntomas de la malnutrición y formas sencillas para su diagnóstico precoz mediante la medición del perímetro del brazo.
"Cogéis el brazalete. Si cierra en rojo el niño está desnutrido de forma severa; en amarillo de forma moderada; si el resultado es verde, entonces el niño está sano". Continúa con las explicaciones mientras nos dice que son perfectamente capaces de llevar a cabo estos procesos sencillos y que, de esta forma, ellas se convierten en las primeras sanadoras de sus pequeños.
De la teoría a la práctica. La primera niña supera la prueba no así la segunda a la que posteriormente miden y pesan para establecer la relación talla/peso. Es insuficiente para su edad. Es uno de los 400.000 niños por debajo de cinco años que, en el país, sufren desnutrición.
La estación del hambre y la malaria
La estación de lluvias, se considera en este país del Sahel, la estación del hambre. "En el periodo calmo, de enero a junio, tenemos entre cinco y ocho ingresos diarios y ahora tenemos 50, 80 o incluso 100. Es una época muy crítica", nos dice Ouseine Soumana, pediatra a la entrada del hospital de Zinder, un centro gestionado por Cruz Roja Francia que en esta época abre una extensión para poder responder al pico de demanda.
“Somos la respuesta de emergencia pero después ya no estamos y hacen falta más cosas para dar una verdadera solución al problema que nunca va a ser la ayuda humanitaria“
Siete de cada diez hospitalizaciones en pacientes pediátricos son por malaria. La malaria es causa de malnutrición y es también consecuencia. Porque cuando el niño está débil es más fácil que enferme y cuando está enfermo es más fácil que con síntomas como vómitos y diarreas, caiga en la desnutrición. Es difícil establecer el orden de los factores porque es una pescadilla que se muerde la cola.
Un año detrás de otro la situación se repite. Se ha reducido sustancialmente la mortalidad pero no el número de afectados. Es un drama crónico considerado por el Departamento Europeo de Ayuda Humanitaria (ECHO), que financia el tratamiento para aproximadamente la mitad de los pequeños del país, una crisis olvidada.
"Nuestra misión es salvar vidas" dice David Kerespars, responsable de ECHO en el país. "Nosotros somos como los cuidados intensivos en un hospital", continúa su compañera Isabel Coello, que sigue tirando de metáfora, "después el paciente va a planta, necesita rehabilitación, fisoterapia… Nosotros somos la respuesta de emergencia pero después ya no estamos y hacen falta más cosas para dar una verdadera solución al problema que nunca va a ser la ayuda humanitaria" sentencia.
El origen de todo: la pobreza
El problema es complejo y tiene muchas aristas. Al final, puede resumirse en uno sólo: pobreza. Níger es eminentemente agrícola por lo que, evidentemente, que las cosechas sean buenas o malas resulta relevante.
"Producimos en tres meses lo que hay que consumir todo el año. Imagina que yo le digo a un funcionario que tiene que vivir doce meses con el sueldo de tres ¿Es difícil, no?", apunta Abou Yahaya, Director General de salud de la región de Zinder, una de las más afectadas por la desnutrición en el país.
“Hay desconocimiento de los productos locales, sobre la forma en que se debe alimentar a los niños, sobre las medidas de higiene... “
"En cualquier caso, eso viene y cuando es así, desgraciadamente, tenemos que gestionarlo pero hay cosas que se pueden hacer porque el 50% es una cuestión de comportamiento. Hay desconocimiento de los productos locales, sobre la forma en que se debe alimentar a los niños, sobre las medidas de higiene… los cambios de hábitos requieren tiempo pero tenemos que abodarlos", continúa.
La naturaleza en contra
Un paseo por el mercado de Zinder basta para comprobar que los precios de los alimentos son altos. Un kilo de leche en polvo, por ejemplo, son 900 CFA (cerca de euro y medio). A pie, desde el mercado, llegamos a un barrio en el que se han caído 80 casas debido a las inundaciones. Personas que lo han perdido todo y que, esperan ayuda del gobierno alojados en aulas de los colegios. "¿Qué pasará con nosotros cuando se reanude el curso escolar?" se preguntan.
La red de saneamiento también está destruida y el agua, tanto en este barrio como en muchos otros, es un bien de difícil acceso lo que ha llevado a que, en la zona, se declarara ya el pasado mes de julio, una epidemia de cólera.
El peligro de la tradición
Pobreza, en definitiva. Puedes saber cómo hay que usar un baño pero si no tienes acceso a él, la cosa se complica. Puedes saber que hay que beber y cocinar con agua potable pero si en tu barrio no hay, lo haces como puedes. Puedes saber que si el niño enferma hay que llevarlo al hospital pero si te queda lejos y no tienes posibilidad para ir lo llevas al curandero tradicional.
Con los "médicos tradicionales" también se trabaja porque son la primera referencia "sanitaria" y prescriben hervidos de hierbas, infusiones y otros remedios tradicionales que muchas veces llevan a agravar la situación y hacen que, cuando los pequeños llegan al recurso médico, sea imposible su recuperación. También se centran esfuerzos con los líderes de opinión locales y con los líderes religiosos que tienen gran autoridad sobre la comunidad.
Tratan de implicar a todos pero lo cierto es que cuando llegamos a estas pequeñas aldeas a quienes vemos movilizadas es a las mujeres. El líder de la comunidad, rodeado de otros hombres, observa sentado en un banco a la sombra cómo ellas aprenden a manejar la situación.
El futuro es de ellas
"Hay que trabajar también con ellos. Crear escuelas de maridos. Hacer que vayan con ellas a las consultas prenatales y que asuman la necesidad de medidas contraceptivas. Hay que trabajar la planificación familiar. Además, ellos tienen que entender que una mujer de 27 años que tiene 9 hijos está cansada, no tiene la energía o la fuerza habitual de una mujer de su edad… Es problemático", explica la enfermera Fati Mahamadou, con muchas ideas y un toque de resignación.
"Este niño ha recuperado peso y se va a ir. Llegó con 6 kilos 400 gramos y ya pesa 8’6 kilos" señala. "Ya ríe y juega conmigo. Cuando llegamos estaba inmóvil y su estado era verdaderamente preocupante" nos dice su madre. "Me siento feliz cada vez que conseguimos que un niño salga adelante", dice la enfermera con orgullo. Antes de que nos hayamos marchado se gira y sigue trabajando porque el personal está muy ajustado y los pacientes son muchos. Al fondo, unos gemelos, lloran.
***El 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación
*** La ECHO tiene un presupuesto para Níger de más de 30 millones de euros. La mitad se destinan a ayuda a los desplazados internos y refugiados que huyen de los conflictos en países vecinos como son Mali y Nigeria. El otro 50% se destina a la lucha contra la malnutrición. Entre los proyectos financiados, el de la Cruz Roja francesa en el Hospital de Zinder; el de ALIMA en el de Mirriah así como el de tratamiento de cólera en Maradi.