Las víctimas rechazan la nueva comisión para los casos de pederastia en la Iglesia: "Sentimos humillación"
- Acusan al presidente de la misma de haber encubierto abusos como obispo de Astorga
- Piden que no prescriban los delitos por abusos sexuales a menores
Las víctimas de abusos sexuales cometidos por religiosos están hartos de decir ‘basta’ al encubrimiento por parte de la Iglesia Católica de los casos de pederastia. Pero la comisión anunciada por esta institución para tratar esta problemática ha sido recibido con gran indignación entre quienes sufrieron abusos por la forma en la que está constituida y, sobre todo, quién ha sido designado presidente: el obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez.
“Me parece una aberración, abominable, indignante la designación por parte de la Conferencia Episcopal de Juan Antonio Menéndez como jefe de la comisión“
“Me parece una aberración, abominable, indignante la designación por parte de la Conferencia Episcopal de Juan Antonio Menéndez como jefe de la comisión (...) me siento humillado, pensaba que la Iglesia era una tenedora de valores”, expone a TVE Emiliano Álvarez, víctima de abusos sexuales en los años 70 cuando tenía entre diez y once años en el seminario Seminario Menor de San José de la Bañeza, en León.
Menéndez ha sido muy criticado precisamente por su gestión al frente del obispado de Astorga, la diócesis a la que pertenece el seminario de La Bañeza. Algunas voces le acusan de haber encubierto a un sacerdote, José Manuel Ramos Gordón, que cometió pederastia en dicho seminario casi treinta años atrás, un caso que se hizo público tras la denuncia interpuesta en 2014 por otra víctima del mismo centro, Francisco Javier, por hechos ocurridos en 1989.
Un año después, Menéndez Fernández fue nombrado obispo. Según la denuncia de la víctima, este y otros casos de pederastia eran un secreto a voces, pero el obispo no abrió una investigación contra Ramos Gordón hasta que se hizo público el caso treinta años después, cuando dio cuenta al Vaticano y, como consecuencia, la Santa Sede suspendió el pasado 17 de septiembre al sacerdote por un período de diez años.
Otro caso de abusos en La Bañeza
Ahora, Emiliano Álvarez se ha decidido a contar lo que a él le ocurrió cuarenta años atrás en aquel mismo seminario pero con otro sacerdote implicado, Ángel Sánchez Cau.
“El sacerdote me despertó a horas intempestivas, yo tenía los pantalones del pijama y los canzonzillos bajados y él me estaba tocando“
“Cuando llegué al seminario en 1976 aquello ya parecía monstruoso, se veía el miedo en la cara de los niños. Se sabía que los curas paseaban por los dormitorios. Un día me despertó a horas intempestivas Ángel Sánchez Cau, yo tenía los pantalones del pijama y los canzonzillos bajados y él me estaba tocando”, recuerda. Fue la primera de muchas veces y no fue el único tipo de abusos que sufrío. “Mis compañeros creían que yo dejaba que me tocaran y sufrí maltrato de día; con 12 años me escapé, me quería suicidar”, expone.
Pero tras denunciarlo, se ha encontrado con el “maltrato”, la "humillación" y la incomprensión, algo que quiere evitar para otras víctimas como él. "La Iglesia no va a hacer absolutamente nada, sólo seguir tapando estas perversiones", considera.
La Conferencia Episcopal, por su parte, "no cree" que en la Iglesia española haya un problema de encubrimiento de casos de abusos a menores, según su secretario general, José María Gil Tamayo, en declaraciones a Europa Press. Tamayo también ha expresado toda su disponibilidad a colaborar con las autoridades para "prevenir y erradicar" este tipo delitos y hacer de la Iglesia "un lugar seguro".
“La Conferencia Episcopal: El obispo de Astorga ha llevado a cabo los procesos con experiencia y conocimiento porque es un jurista“
Ante la polémica, Tamayo ha defendido la elección del obispo. "Objetivamemte se ha visto que ha llevado a cabo, en conformidad con la doctrina de la fe, los procesos, y con experiencia y con conocimiento, porque es un jurista", ha afirmado.
“Les costará mucho encontrar un obispo que tenga credibilidad”
Desde Londres, el psiquiatra Miguel Ángel Hurtado, otra víctima de abusos sexuales cometidos por un sacerdote en España, opina para RTVE.es que el obispo de Astorga “es representativo de otros obispos españoles porque la mayor parte de ellos ha gestionado casos de pederastia igual o peor que los de la Bañeza”. “Les costará mucho encontrar un obispo que tenga credibilidad con las víctimas”, añade.
Hurtado sufrió abusos sexuales cuando tenía 16 años, a finales de los años 90. Su familia y él eran muy religiosos y entró a formar parte de un grupo de jóvenes católicos fundado y dirigido por su abusador. El adolescente pasaba entonces por un mal momento familiar. “Él -su abusador- vio que yo estaba más retraído, se aproximó a mí primero en las zonas comunes, se ganó mi confianza durante meses ofreciéndome su ayuda”, explica.
“De temas neutros empezó a hablarme de la masturvación y, aprovechando, empezó a meter mano a mis genitales“
Poco a poco “comenzó a meterse en mi habitación -los fines de semana dormían en la comunidad religiosa- y de temas neutros empezó a hablar de la masturbación, diciéndome que no era buena y que mejor no lo hiciera; aprovechando esa conversación empezó a meter mano a mis genitales”.
En ese momento, expone, comenzó un proceso de “confusión” y negación en su mente. “No lo entiendes, es una persona respetada y le tienes afecto, y crees que estás en un entorno seguro”, añade, y lamenta que no hubiera entonces protección y prevención en las escuelas. Pero un día, le dio un beso en la mejilla, lo que Hurtado tomó como gesto de cariño, hasta que acto seguido le besó en la boca. “Ahí ya no lo podía negar”, cuenta.
Hurtado sí puso en conocimiento los hechos a otro sacerdote de la congregación cuando él todavía era menor de edad, pero nadie hizo nada, explica, hasta que no fueron sus padres los que remitieron una carta al centro. Como consecuencia, su abusador fue apartado a un monasterio, donde murió años más tarde. Cuando el joven decidió denunciar ante los tribunales tenía ya 22 años y el delito había prescrito. "Dieron carpetazo de forma automática desde el principio sin hacer ningún tipo de investigación", recalca.
“Lo peor no fueron los abusos, fue el encubrimiento“
Pero “lo peor no fueron los abusos, fue el encubrimiento” entre los sacerdotes, lamenta ahora. No solo ha perdido la fe, sino que ha quedado totalmente desencantado con la Iglesia Católica. Cree que los movimientos que está dando el Papa en materia de pederastia en la institución son “márketing”, un ejercicio de “relaciones públicas”. "El papa en Chile ha expulsado del sacerdocio algunos pederastas muy conocidos pero en Argentina, que es su país natal, no existe la tolerancia cero”, asevera.
Considera que la comisión propuesta por la Iglesia “es insuficiente”, que "no debería estar compuesta por expertos religiosos sino de la sociedad civil y con independencia religiosa". A su juicio, no cumple las recomendaciones de un informe de la ONU de 2014. Entre ellas, notificar todos los casos de abusos sexuales los que se tenga constancia a la Justicia independientemente de la edad o de si obliga o no la Ley, entregar los archivos internos a autoridades civil, cesar a los obispos encubridores, indemnizar a las víctimas y luchar contra la prescripción de los delitos. Pero "el Vaticano no ha aceptado esas medidas", destaca.
“Lo lógico es que las víctimas hubieran estado representadas en la comisión“
Y las voces críticas se alzan incluso entre los cristianos. El portavoz de Redes Cristianas, Evaristo Villar, explica en declaraciones a TVE que “lo lógico es que hubieran estado representados en la comisión los sujetos de los abusos, las víctimas”.
Contra la prescripción del delito
En España, entre un 10% y un 20% de la población ha sufrido algún tipo de abusos sexuales durante su infancia, según un informe de 2017 de Save the Children Ojos que no quieren ver. De media, el abuso dura unos cuatro años y apenas el 15% de los casos son denunciados. De quienes lo hacen, siete de cada diez nunca llegan a juicio oral.
Denunciar los casos ya es muy difícil para las víctimas. Al hecho de ser jóvenes y de necesitar el amparo de los adultos, los menores de edad se enfrentan con el sentimiento de culpa, verguenza y “sobre todo miedo”; expone Miguel Ángel Hurtado. “Miedo a hablar cuando tu abusador pertenece a una institución tan poderosa y respetada socialmente como es la Iglesia, miedo a que no te vayan a creer o a que te acusen de querer conseguir dinero, o de recibir una respuesta hostil” ,denuncia.
Por eso, cuando las víctimas se deciden a denunciar, es demasiado tarde porque el delito prescribe entre cinco y quince años desde que la víctima cumple la mayoría de edad, en función de la gravedad del mismo.
En 2016, Hurtado logró enviar al Congreso de los Diputados 300.000 firmas para eliminar la prescripción de los abusos sexuales a menores. “Los partidos políticos nos dijeron que estudiarían la prescripción de los delitos y dos años más tarde no han hecho nada”, lamenta.