Angela Davis, la resiliencia del 'Black Power'
- La feminista y activista contra el racismo Angela Davis repasa en Madrid 50 años de lucha
- Defiende el feminismo como arma contra el fascismo y la explotación
Llega con paso seguro y escrutando con su mirada, algo intimidatoria, al medio centenar de informadores que asisten a la rueda de prensa. Pero cuando sonríe se transforma en una mujer de edad indeterminada y vestimenta casual que bien podría estar de viaje por Europa con un grupo de amigas. Su pelo afro -el que la identificaba como uno de los iconos del siglo XX en la lucha contra el racismo- se ha domesticado con los años y el blanco se ha impuesto al negro profundo de su rizo.
El silencio recorre la sala cuando empieza a hablar y como sucede siempre con ella, no decepciona. Por eso no le duelen prendas al asegurar que los inmigrantes también son presos políticos, reafirmar sus buenas relaciones con Arnaldo Otegi, defender el derecho de autodeterminación para Cataluña o regañar a los españoles que tienen sesgos racistas, pese a que los padecieron cuando formaban parte de la clase trabajadora inmigrante en Alemania.
50 años de activismo
Genio y figura, la activista afroamericana parece haber heredado toda la energía y resiliencia de su abuela, que pese a ser esclava y pobre, consiguió educar a sus hijos y sacarlos adelante. Y los hijos de Ángela son sus causas: el feminismo, la lucha contra el racismo y la explotación económica. Tres grandes objetivos que para ella se resumen en uno: la desigualdad. La misma que sentía en su propia piel cuando vivía en Oakland, una ciudad encajonada entre Berkeley y San Francisco, a la que fue llegando mucha población negra que prefería trabajar en los astilleros a seguir en el campo.
La desigualdad provocó en ella un temprano sentimiento de rebeldía que la acompañará toda su vida. Oakland, conocida como el Harlem de la Costa Oeste, fue la ciudad donde nacieron los 'Ángeles del Infierno', bandas juveniles a las que se identificaba por su vestimenta de cuero negro y por utilizar motos como elementos de contrapoder. Y también el lugar donde se fundaría el partido de las 'Panteras Negras', para defender los intereses de la comunidad afroamericana, incluida la autodefensa contra la violencia que los blancos ejercían sin piedad hacia la población negra.
Todo esto pasó hace 50 años, cuando Ángela Davis era una jovencísima profesora en la Universidad de San Francisco. Ángela Davis militó con las 'Panteras Negras', como Malcom X o Malcom XToomie Smith y John Carlos, los deportistas que en los Juegos Olímpicos de 1968 levantaron el puño cubierto por un guante negro, el símbolo de la pobreza negra, mientras sonaba el himno norteamericano. Sus carreras deportivas se frustraron y fueron condenados al ostracismo en su propio país.
Esperando a la cámara de gas
Peor suerte tuvo Ángela Davis, que militaba en el Partido Comunista cuando era gobernador de California Ronald Reagan. Fue acusada de asesinato, secuestro y conspiración. Pero su delito era tener armas en casa como recurso de autodefensa. El apoyo que recibió la joven profesora universitaria fue extraordinario y las calles se llenaron de pancartas con el lema “Free Angela”. La cárcel fue la peor experiencia de su vida: se deprimió y creyó que acabaría en la cámara de gas. Pero finalmente fue declarada no culpable.
A sus 74 años sigue dando clases como profesora emérita de Historia de la Conciencia en la Universidad Estatal de San Francisco y defiende el feminismo como una estrategia contra el racismo y el fascismo. De ahí su fe en las mujeres norteamericanas para sacar a Donald Trump de la Casa Blanca, aunque no cree en el feminismo blanco y burgués como el que representó Hillary Clinton, un feminismo que sólo afectaba, asegura, a los que habían llegado a la cima del sistema político y económico.
Angela Davis es una leyenda viva, que cree en el poder de la filosofía para cambiar el mundo. Lo aprendió de Herbert Marcuse, el pensador de la Escuela de Frankfurt del que fue alumna. Y todavía hoy sigue pensando que el maestro de sus años jóvenes tenía razón.