Enlaces accesibilidad

Pablo Auladell: "He desmontado 'El acorazado Potemkin' para volver a montarlo en viñetas"

  • El Premio Nacional de Cómic presenta su adaptación de la obra maestra de S. Eisenstein
  • “El cómic es casi como un storyboard con el que podía haber trabajado Eisenstein”, asegura

Por
Viñeta de 'Potemkin'
Viñeta de 'Potemkin'

Tras el éxito de su adaptación de El paraíso perdido (Libros del Zorro Rojo), con la que consiguió el Premio Nacional de Cómic 2016, Pablo Auladell (Alicante, 1972), se atreve con otro desafío igual de complicado: adaptar a las viñetas una de las películas más famosas de la historia, El acorazado Potemkin (1925), de Sergéi Eisenstein (1898-1948), en el cómic Potemkin (Libros del Zorro Rojo).

“Es un homenaje a Eisenstein -nos cuenta- porque en enero de este año se cumplía el 120 aniversario de su nacimiento. Además, el año pasado fue el centenario de la Revolución rusa, y la editorial quería conmemorar esas fechas. El libro también es un guiño, un homenaje, un juego… al lector de cómic que también es cinéfilo. Por eso no me pidieron mi interpretación de la película sino que la trasladase a las viñetas”.

Un proyecto muy diferente al del El Paraíso Perdido. “El paraíso es una adaptación de autor en la que está mi visión, mi lectura de la obra de Milton. Esto es un homenaje, un juego en el que analizamos la película de Eisenstein: el lenguaje, las metáforas visuales… Intenté volcar todo eso en viñetas. He jugado a lo mismo que Eisenstein, al montaje. Ha sido como un puzzle que he desmontado para volver a montarlo luego, con una secuenciación de cómic”.

Página de 'Potemkin'

“No me considero un cinéfilo”

Lo más curioso es que Pablo no se define como cinéfilo. “Me gusta el cine pero no me considero un cinéfilo, al contrario de muchos colegas de la profesión que ven mucho cine. Me gusta pero tampoco me obsesiona. En mi trabajo los referentes los busco en la literatura más que en el cine”.

“La película -continúa- la ví de joven con un colega, Rafa Burgos, que sí que es un cinéfilo. Y ahora, al revisarla, la he trabajado desde las bambalinas, dejando esa mirada inocente del espectador, para analizarla con una gran fascinación que me ha permitido comprobar lo interesante que era Eisenstein: cómo modifica la historia real del Potemkin, que tampoco es tan épica; cómo sabe subrayar los momentos más emocionantes de esa historia, que tuvo algunos más crudos y menos heróicos; cómo sabe dejar de lado lo que no le interesa y potenciar lo que sí; y cómo maneja muy bien las emociones de la épica revolucionaria…

Sin olvidar su famoso montaje -añade Pablo-. Porque aunque todavía tenía esa teatralidad del cine mudo, el montaje imprime a la película muchísima modernidad. De todo esto viene mi fascinación por esta película, que he intentado plasmar en el cómic”.

Preguntamos a Pablo cómo se traduce ese montaje de Eisenstein al tebeo: “El montaje en el cómic funciona de forma muy parecida pero teniendo en cuenta que en el cómic las imágenes tienen la demora que quiera ponerles el lector, con su ritmo de lectura, mientras que el cine son fotogramas que pasan y el ritmo lo pone la cámara. El montaje que hay que hacer en el cómic tiene que tener esos condicionantes, no puedes alargar demasiado los movimientos porque tienes que tener en cuenta las pausas que va a hacer el lector. Creo que en el cómic hay que tomar la página como un todo, algo que aprendí de Ricard Castells”.

Una de las obras maestras de la historia del cine

Considerada una de las obras más importantes de la historia del cine, El acorazado Potemkin cuenta la historia de la rebelión de la tripulación del Potemkin (1905), cansada del trato vejatorio por parte de los oficiales. Su amotinamiento en el puerto de Odessa iniciaría el camino que desembocaría en la Revolución Rusa de 1917.

En cuanto a sí el lenguaje del cine mudo se parece al del cómic, Pablo asegura que: “Cuando nació el cómic en la prensa norteamericana de principios del Siglo XX, tenía mucho de teatrito, de pantomima, hasta que llegó el cine y lo contaminó. Después de Paraíso Perdido, una de las reflexiones que hice, también después de escuchar a Javier Olivares decir que el cómic debería fijarse más en el teatro que en el cine, fue que es absurdo que el cómic intente hacer películitas en papel, sobre todo ahora que el cine es tan apabullante”.

“Por eso mi intención en la novela gráfica en la que trabajo desde hace años, con guion propio, quiero volver a fijarme en el teatro y en esa teatralidad del cine mudo” -añade-.

Página de 'Potemkin'

Dibujando ‘Potemkin’

Pese a la complejidad del proyecto, Pablo contaba con una ventaja, su estilo a lápiz y carboncillo casaba con las imágenes en blanco y negro de El acorazado Potemkin. “Sí, eso ha sido una ventaja, porque se trataba de hacer la película dibujada, y gracias a ese estilo el cómic es casi como el storyboard con el que podía haber trabajado Eisenstein (como destaca Jordi Costa en el epílogo)”.

“Siempre me ha interesado mucho que se note que mi trabajo son dibujos –añade- No me gusta que las ilustraciones parezcan fotografías. Me gusta que se vea la estructura del dibujo. Por eso estos lápices son ideales para esta historia”.

Aun así el cómic tiene algunos toques de color rojo. “Me los pidió mi editor y también aproveché que Eisenstein tiñó de rojo la bandera, en la película original, para ponerlos¡ también en otros sitios; como cuando aparece la sangre del mártir, de Vakulinchuk, los globos donde aparecen los parlamentos más revolucionarios, etc…”

Página de 'Potemkin'

Hablando de globos, también es curioso que los personajes hablen y en sus globos no aparezcan textos o sólo aparezcan signos de exclamación. “Es otro problema al que nos enfrenamos -confiesa Pablo- El editor quería el guion completo de la película. Yo pensé que sí poníamos todas las cartelas, más que un cómic parecería unas estampitas. Y quise jugar con que el cómic también es mudo pero tiene la convención de que “oyes” las voces de los bocadillos. Y esa fue mi primera intención, poner los diálogos en los bocadillos”

“Pero no funcionaba -confiesa-, porque destruía completamente esa mímica que hemos comentado del cine mudo, esa teatralidad. En cuanto metía los textos en los bocadillos, por esa cosa tan mágica del cómic, empiezas a oír voces, y se convertía en una película sonora. Así que pusimos los textos en las cartelas, pero para darle el aspecto de historieta que yo quería puse unos bocadillos con exclamaciones para que tuviese ese aspecto de cómic y para que el lector siguiera mejor la lectura y supiera qué personaje estaba hablando”.

A pesar que haya muchas viñetas que parecen sacadas de la película, nunca son iguales a los fotogramas originales. “No -asegura Pablo- porque las he dibujado yo y tienes el sello que pueda haberles imprimido. Aunque había escenas en las que el fotograma tenía que ser idéntico a la película, nunca eran exactos porque un fotograma está pensado para que después venga otro, mientras que en el cómic es una viñeta con una imagen fija. Y siempre había que modificar cosas. Por ejemplo, en vez de 300 marineros poner 8, porque si no se leía mal o me tapaban al que estaba hablando”.

Página de 'Potemkin'

La escalera de Odessa

La escena más famosa de la película es la de la matanza de las escaleras de Odessa, mil veces imitada en el cine y la televisión y una obra maestra del montaje. “Curiosamente -confiesa Pablo- no fue la parte del tebeo que más se me complicó. Por ejemplo, fue mucho más difícil la escena de las literas, la de la carne podrida. Porque eran escenas que se leen muy bien en el cine, pero en viñetas que no se mueven, esas cosas son complicadas de dibujar”.

La escalera ofrecía soluciones muy rápidas -añade-. Era muy agradable de dibujar porque con poco que hicieras enseguida quedaba bien. Aunqueparece que hay muchos escalones y grandes movimientos de masas, trabajando con lápiz graso o carboncillo te haces muchísimas personas y con tres rayas insinúas los escalones”.

Página de 'Potemkin'

En cuanto a sus proyectos, además del cómic personal que nos comentaba antes, Pablo asegura que acaba de terminar un cortometraje con Gonzálo Suárez (Remando al viento). “Ya hemos acabado. Hace más de un año Gonzalo se puso en contacto conmigo, porque le había gustado mucho El paraíso perdido y tenía un proyecto, El sueño de Malinche, para el que había grabado ya las voces de los actores. Un guion en la línea de películas suyas como Don Juan en los infiernos (1991), con esos personajes históricos que trabaja con su poética particular”.

“No es un guion histórico sino de tintes poéticos, con cosas muy oníricas. Y me propuso que lo ilustrásemos con dibujos míos. Un proyecto demencial para el que estuve un año dibujando. No es animación ni tampoco se parece a De profundis (Migelanxo Prado, 2007) que tenía una animación limitada. Son las ilustraciones recorridas por la cámara de Gonzalo como él ha querido. Está acabado y Gonzalo está negociando para poder estrenar la película. Ya veremos cuando puede verse”.

“Ver mis dibujos proyectados en una pantalla me resulta muy curioso. Lo más extraño ha sido ver mis dibujos recorridos por otro. Porque a veces no se correspondía con lo que yo había imaginado” -concluye Auladell-.

Portada de 'Potemkin'