20 años después del huracán Mitch la pobreza es la protagonista
- Dejó cerca de 10.000 muertos y millones de dólares en pérdidas
- La pobreza en la que vive la población aumenta el desastre
El huracán Mitch que arrasó Centroamérica hace veinte años dejó cerca de 10.000 muertos y millones de dólares en pérdidas. A pesar de la lucha por reducir el riesgo de los desastres naturales, Centroamérica continúa siendo una de las zonas más vulnerables a los desastres climáticos. ¿El motivo?, la pobreza en la que vive la población.
El paso del Mitch en 1988 "contribuyó a acelerar procesos" destinados a prevenir y mejorar la respuesta de la región ante estos incidentes, ha contado a Efe Rubén Vargas, especialista en Reducción de Riesgo de Desastres del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Esta zona -donde viven más de 45 millones de personas, la gran mayoría en la pobreza-, "sigue siendo, en términos concretos, vulnerable". Los desastres "no son el terremoto, el huracán, sino las condiciones de desarrollo que hemos venido creando", explicó el experto.
Escenarios de tragedias
Los cinturones de pobreza asentados sobre zonas inundables, laderas de montaña, volcanes y zonas de alto riesgo son escenarios de grandes tragedias. Hace cinco meses, una violenta erupción del volcán de Fuego -uno de los 32 activos de Guatemala-, causó al menos 190 muertos, más de 200 desaparecidos y pérdidas para la agricultura familiar, que es la que sostiene a la mayoría de los habitantes del istmo.
La época de lluvia deja cada año centenares de muertos. En muchos casos, familias enteras que fallecen soterradas en sus casas.
En Centroamérica "las condiciones sociales son complicadas", con problemas de pobreza e inequidad "que afectan e incrementan la situación de riesgo", así como una ineficacia en la planificación del desarrollo pues "construimos donde no debemos", reconoció el experto del organismo internacional.
Algunos logros
Pero Vargas también asegura que en los últimos 20 años ha habido en la región "logros significativos" en aspectos como "la capacidad de recuperación de los países" a través de marcos nacionales, como en Guatemala y Panamá, "que ayudan a responder de manera más adecuada" a los eventos naturales.
Se ha avanzado en marcos institucionales que trabajan el tema de la gestión de desastres y en otros para la adaptación y mitigación del cambio climático. Frente a esos progresos, el reto es concretar los planes sobre el terreno, "porque a veces tienes la normativa, tienes los instrumentos, pero en la implementación está la dificultad, por muchas condiciones y dinámicas sociales de la región", que pueda haber, ha indicado el experto.
Esa situación se ve claramente reflejada con los terrenos no aptos para ser habitados Aunque la alerta existe y la autoridad lo prohíba, muchas personas terminan allí porque necesitan un lugar dónde vivir. Es lo que Vargas califica como un asunto esencial: "conocer el riesgo, que la gente, todos, estemos bien informados de dónde estamos, qué debemos hacer y cómo debemos tomar decisiones y manejar el riesgo".
Una fuerza de la naturaleza llamada Mitch
Mitch, una de las tormentas más destructivas en la historia moderna, entró en Centroamérica hace 20 años, con vientos de más de 250 kilómetros por hora y lluvias torrenciales, desbordó ríos y destruyeron puentes y carreteras.
Golpeó con fuerza a Honduras y Nicaragua. Hubo alrededor de 6.000 y 4.000 muertos y pérdidas económicas de 4.000 y 12.000 millones de dólares en cada país, respectivamente, según los datos disponibles.
En El Salvador, Mitch dejó 175 muertos, mientras que en Guatemala fueron 268 y las pérdidas económicas alcanzaron los 748 millones de dólares, según datos de la ONU.
El entonces presidente hondureño, Carlos Flores, ha dicho que, para Honduras, el siglo XX terminó con el huracán Mitch. "Quedamos como si se tratase de un rompecabezas, diseminado en cientos de pedazos. Los damnificados sumaron 1,4 millones de personas, casi el 25 por ciento de la población", ha recordado Flores.
A raíz del huracán, Estados Unidos autorizó un Estatuto de Protección Temporal para ciudadanos hondureños y nicaragüenses, que se ha renovado durante estas dos décadas. Durante su presidencia, Donald Trump ha ordenado su eliminación.