1988, el año en el que perdimos la inocencia
- Todos destacan la creatividad y la ilusión que había en la moda
- Iconos de moda: La gente se preguntaba: ¿Eres de Alaska o de Mecano?
- Hablamos con Antonio Alvarado, Elisa Bracci, Alfredo Caral, Modesto Lomba...
- Vuelve a ver 'Mal querer' el último capítulo de Cuéntame como pasó
De la mano de Cuéntame como pasó que se coló en nuestras casas para indignación de unos, agrado de otros y sorpresa de todos. La italiana fue Trendic Topic aunque la única forma de comentarlo era por teléfono fijo. Pero hasta que se produjo ese ‘descuido’ lo que más llamaba la atención era su escueto vestuario: short vaquero, body lencero blanco, biker negra, pendientes de aro y cinturón gigantes y botas de cuero. Una cowgirl de ciudad.
Use look arrasaba entre ellas y ellos, sobre todo después de ver a George Michael en el vídeo de Faith. El cantante terminó 1987 en lo más alto de las listas y prolongó su reinado en el 88. Su pantalón roto, su camiseta blanca y su ‘chupa’ negra se convirtieron en el uniforme de artistas como Miguel Bosé pero también de toda una generación de jóvenes que las adaptó a su estilo, musical y por supuesto estético.
Las cazadoras llevaban tachuelas o flecos, los pantalones se ‘customizaban’ con rotos, parches e incluso letras y dibujos hechos con boli o rotulador. La camiseta blanca cogió protagonismo y salió de debajo de la camisa para convertirse en mucho más que prenda de exterior. Era el gran comodín. Una pieza muy básica que se transformaba por completo gracias a los complementos. Los pendientes crecen peligrosamente de tamaño, tanto como las hebillas de los cinturones. Las pulseras, para ellas y para ellos, marcan territorio. Los pijos las llevan de colores, algunos con la bandera de España, y los modernos optan por el cuero y el metal.
La brecha estética entre los jóvenes y sus padres es enorme, como ocurrió en los años 60. Los retoños que abandonan el hogar los fines de semana tienen sus propios códigos y empiezan a desarrollar una enorme necesidad de expresar sus gustos e ideales a través de la ropa. El look pijo causa furor y logra algo insólito, marcar tendencia.
Blanco y Negro, que ese mismo año reaparece como suplemento dominical del ABC, les dedica una portada y un amplio reportaje: “Cada vez más niños VIP”. Son jóvenes con dinero que llevan ropa de marca y dejan claro que pertenecen a una clase social determinada. Chicos que se visten como los miembros de Hombres G y chicas que copian el estilo de Marta Madruga, novia de David Summers. Es uan tribu que lleva jerséis anchos de Privata, camisetas de Amarras, polos de Lacoste y zapatillas Nike. El culto al logo es tendencia en ciertos territorio. En el ‘vaquero’ se imponen firmas como Liberto, Chevignon, El Charro y Bonaventure pero Levi´s es la gran favorita. El 501 es el rey.
Otra de las brechas estéticas separa la ropa de la moda. Y los artistas, actores y cantantes llevan moda. Ese año es mágico para Mecano y su Descanso Dominical. Tan solo Tino Casal y su Eloise les pisan los talones. Se decía que o eras de Mecano o de Alaska pero había más rivalidades, tanto en la calle como en los quioscos. “No es del todo cierto”, señala Antonio Alvarado. “Eran polos opuestos. Los lanzamientos que se hacían de Mecano eran muy bestias y Dinarama era más quinqui, más vanguardistas. Yo me sabía las canciones de Mecano pero bailabas las canciones de Alaska”.
Vistió a Luz Casal cuando la cantante dejó de llevar prendas de Jesús del Pozo. “Olvido Gara ya era un icono de moda y Luz ya se iba impregnando. ¡El cambio a mejor que tuvo y ha tenido ha sido impresionante! Todos cuidaban mucho la imagen, tanto en los programas de televisión como en las giras”. Asegura que no conserva prendas de ese año porque se las quitaban de las manos. “Lo he vendido todo desde el día cero”, reconoce este artista, el único quizá que ha hilvanado con éxito moda y cine, música y otras disciplinas artísticas.
A Alaska la comparaban con Ana Torroja y Ana con Marta Sanchez, que a su vez enía otros frentes abiertos. La revista Pronto hizo una portada con un curioso titular: “Gran pelea, Isabel Pantoja derrotada por Marta Sánchez”.
Sí, Isabel Pantoja también arrasaba -aunque en otros armarios- con su icónico Así Fue escrito por Juan Gabriel. Los quioscos eran un campo de batalla pero las radios y las televisiones eran un ring de boxeo. “La calle es el primer impulso para la creatividad de la moda. En aquellos años había exotismo, osadía, originalidad, y esa vanguardia tanto de los chicos como de las chicas, inspiraba la moda, nosotros nos alimentábamos de ellos, la calle es la gran fuente de inspiración”, dice Alfredo Caral.
Todos eran esponjas. Las estrellas de la música inspiraban la moda de la calle que luego inspiraba a los diseñadores para vestir a los cantantes y actores. Las modelos empezaban a coger fuerza y dejaron atrás el anonimato para conquistar el planeta. En España Inés Sastre y Blanca Suelves acaparaban ese año las portadas de revistas como Telva o Ama. Y Violeta Sánchez reinaba en las pasarelas.
Sybilla era ya muy importante y conquistó el mundo. Ese año creó piezas icónicas inmortalizadas por el objetivo de Javier Vallhonrat que fotografió sus creaciones incluso para el Vogue Italia. El éxito fue rotundo tanto que la diseñadora dejó Cibeles para mostrar su colección de otoño de 1988 en Milán. La prensa se hacía eco del disgusto de Cuca Solana, directora de la Pasarela Cibeles, instalada en la Casa de Campo, que enseguida llenó el hueco libre.
“Cuca nos propuso desfilar en Madrid", recuerda Modesto Lomba. Luis [Luis Devota] y yo estábamos en Vitoria y aceptamos con ese atrevimiento que te da tener 22 años. Aparecimos en Cibeles como dos cosacos y nos llamó la atención el hermetismo que había entre algunos diseñadores.Pero nosotros conectamos enseguida con Jesús del Pozo”.
Lomba retrata un Madrid que absorbía la creatividad de distintos lugares, desde la Valencia de Montesinos, a la Barcelona de Mariscal y Tráfico de Modas, pasando por la Sevilla de Victorio&Lucchino. “Había muchas sinergias pero también con la música, el cine o la fotografía”, dice. “Sybilla era uno de nuestros referentes. Ella reinterpretaba el barroco con elegancia y nosotros llevamos una estética más fresca y tranquila, un minimalismo que hemos evolucionado y que es marca de la casa”, dice.
Victorio&Lucchino hicieron doblete y presentaron su colección Vestales hispalenses en Madrid y en la British Designers Fair de Londres ante invitados como los duques de Kent o Marc Bohan, el entonces director creativo de Dior. "Era muy futurista, muy avanzada para esa época, con prendas muy locas, algunas con neoprenos o con aros hechos con ballenas. Tenía volúmenes insólitos y una atrevida silueta diábolo. Fue una colección muy especial y ahora la vuelvo a ver y me parece muy actual", dicen los sevillanos.
Allí nacieron contratos con Japón y alianzas con firmas inglesas como Joseph. "Nos comparon una falda y luego nos hicieron 300 pedidos". De aquel año recuerdan la ilusión, el apoyo institucional, a los compañeros y la cercanía que había con las modelos. "Eran colegas, eran chicas muy conocidas, y Madrid era otra cosa. Recordamos a Jesús del Pozo, que era estupendo, y a Francis Monstesinos, que montaba unos espectáculos muy locos". Elisa Bracci también valora el nivel de las modelos.
La Expo 92 se estaba fraguando y había cierto apego por reivindicar lo español. Ellos conectaron con sus raíces en varias colecciones y llegaron a patentar un volante original, la caracola. Pero hicieron de todo y hoy mantienen ese espíritu revolucionario y rebelde que les hizo tan grandes. "Por dentro somos los mismos pero por fuera es otra cosa. La edad no perdona. Seguimos abriendo horizontes y mercados en México, Perú, Colombia... ¡Nos sentimos con las mismas ilusiones, ganas, miedos y vergüenzas!.
Reparten piropos entre Alaska y Ana Torroja, aunque se nota su preferencia. "Alaska nos gustaba muchísimo. ¡Ella era mucho!” Y lo mismo opina Bracci: “Mecano me resultaban blanditos. Si tuviera que elegir…siempre Alaska con Carlos Berlanga”.
El culto al cuerpo se conviertió casi en una religión ya que la moda juega con las transparencias, los cortes atrevidos y el tejido tiende a escasear. Algunas mujeres cambian las mancuernas por las hombreras que son un símbolo de fuerza y poder femenino, como explica Alfredo Caral. “Recuerdo una mujer con más fuerza que llega a puestos directivos y toma decisiones importantes, una mujer que encuentra un aliado en el traje pantalón y lleva chaquetas con hombreras porque aportan seguridad. La moda que hacíamos era para una mujer que se incorpora al trabajo con feminidad pero con toda la fuerza para comerse el mundo”.
Habla uno de los nombres clave de la moda española, un revolucionario. “Fui el primero en poner pantalón al uniforme de Iberia y quité el sombrero a las azafatas”, recuerda. Caral fue uno de los integrantes del calendario de La Pasarela Cibeles en febrero de 1988 junto a Adolfo Domínguez, Ángela Arregui, Devota&Lombra, Elisa Bracci, Jesús del Pozo, Kima Guitart, Loewe, Manuel Piña, Nacho Ruiz, Roberto Verino, Tráfico de Modas o Victorio&Lucchino.
Alvarado, que había guiado los primeros pasos de Sybilla, traslada la producción a Italia y tampoco está en el calendario de Cibeles. Es una figura importante, forma parte de la movida y aparece con frecuencia en la prensa junto a Bernardo Bonezzi, Tino Casal, Alaska, Carlos Berlanga. “Nos pasábamos el día juntos pero sin haber quedado y nos nutríamos unos de otros”, recuerda.
Se hizo cargo del vestuario de la película Mujeres al borde de un ataque de nervios que estrena Pedro Almodóvar ese año. El manchego y el figurinista José María Cossío le habían encargado prendas para María Barranco, Julieta Serrano, Antonio Banderas y Carmen Maura, tanto para la película como para las fotografías de promoción. "Yo iba y venía de Milán a Madrid para las pruebas pero al final mi nombre no aparece en los créditos de la película”, recuerda sin acritud. “Hubo un problema de dinero y cuando la película comenzó a recaudar dinero no me envió ni un ramo de flores”, cuenta. “Pero luego, cuando les nominaron al Oscar, Pedro me encargó su traje y el de su hermano para ir a Hollywood”.
“1988 fue el año en que perdimos la inocencia”, dice Elisa Bracci. “Siempre digo que el mundo cambió a partir de Mujeres al borde de un ataque de nervios. En ese año todo se dispersa: nos profesionalizamos todos y empezamos a perder muchos amigos por culpa del sida. Quizás nos hicimos mayores. ¡Aunque nunca pierdes el niño que hay en ti!"
A pesar de la potencia y la fuerza femenina que irrumpió en los 80, la Pasarela Cibeles en ese año apenas tenía agujas femeninas. Elisa Bracci es la única que hace las dos ediciones. “Nunca me di cuenta que era la única mujer”, dice. Pero sí recuerda a su gente. “Siempre fui amiga de Manuel [Piña], Antonio [Alvarado], Jesús [Del Pozo]... ¡Éramos tan jóvenes! En el 88 yo era muy joven muy libre y demasiado inocente. La prensa extranjera tenía los ojos puestos en nosotros. A unos nos sacaban porque les gustábamos, a otros porque alguien había pagado para que los sacaran. Yo vendía en Luisa Via Roma, la catedral de la moda en ese momento. ¡Solo Dios vendía allí! Me llamaron productores italianos (ellos a mí, no yo a ellos) y llegamos a acuerdos. Pero al final me acojone. Un contacto mío de Vogue Italia me dijo que eran de la mafia y me eche para atrás”, recuerda.
Cuenta que en 1988 todos se le echaron encima por hacer una colección inspirada en los años sesenta. “El tiempo me ha dado la razón porque la estética de los sesenta nunca ha caducado”. Entre sus colegas destaca a Manuel Piña. “Era todo pasión, amaba lo que hacía y nunca olvidaba sus orígenes. Es el diseñador más español que hemos tenido, igual que Almodóvar. Los dos manchegos y en toda sus obras dignifican lo español. Tienen un sello claramente español. Pero España siempre fagocita a sus grandes. Solo cuando están fuera no pueden con ellos”
Piña es uno de los grandes protagonistas de la movida. Ya ha sacado a su pasarela a Bibi Ándersen y Paloma Dominguín y para el verano del 88 propone una colección que hace guiños al traje de torero y está realizada con "texturas clásicas, materiales naturales, rayones y sedas japonesas en tonos opacos y matizados". Reinterpreta la bata de cola e incluso hace un vestido de franjas verticales en rojo y gualda. Destaca la colaboración que ese año hizo Juan José Carrero y Enrique Naya, Costus, que decoran un mantón de flecos y una cola de cuatro volantes en abanico. Y del españolismo al tipismo de La Mancha. La colección de invierno juega a mezclar sus raíces con el imaginario masculino, logrando piezas potentes, con mucha fuerza. La capa es la protagonista del desfile y ese año abre tienda en la calle Valenzuela de Madrid.
El otoño en Cibeles se presenta muy interesante. El presupuesto es de 120 millones de pesetas, diez más que en la edición anterior. Ifema declara que las exportaciones en el primer trimestre ascienden a 57 553 millones de pesetas. ABC hace un previo destacando el regreso de Antonio Alvarado, Ágatha Ruiz de la Prada y Paco Casado. "El desfile de Ágatha estará lleno de 'trajes-inventos-ponibles' y Casado ha creado una línea envolvente, insinuando el cuerpo sin marcarlo". Además revela que Adolfo Domínguez presentará su primera colección de mujer, que la de Alvarado se llama La Santa Faz y que Francis Montesinos hará el desfile en el rockódromo de la Casa de Campo para 40 mil personas".
El otro gran epicentro de la moda es Barcelona que días después celebra su Salón Gaudí con nombres como Antonio Miró, Armand Basi, Florentino, Fuentecapala, Gene Cabaleiro o Pedro Morago. En la calle se imitaba el look de grupos pop como Radio Futura, Danza Invisible o Los Ronaldos aunque los más modernos preferían la estética rock de Héroes del Silencio. El auge de la moda masculina llega a la prensa. La revista Burda, que cuesta 585 pesetas, hace especiales de moda para hombre y El País Semanal incluso dedica un número a la ropa interior para chicos.
Tráfico de Modas abre su primera tienda en el Paseo de Gracia de Barcelona. Su moda, joven y fresca, irrumpe con fuerza aunando moda y diseño y en otra dimensión. Margarita Nuez se convierte en 'modista' de la reina Sofía, Camper lanza sus famosos zapatos Twints y José Manuel Ferrater inmortaliza las estupendas colecciones que Chu Uroz hace para Armand Basi, firma que se codeaba con otras internacionales, sobre todo en el segmento masculino. Antonio Miró abre su tercera tienda, un síntoma de la buena salud que goza la moda y en especial la moda de hombre que traspasa fronteras.
Gilles Ricart llevaba dos años vendiendo sus prendas de piel exclusivamente en Japón y para recibir a sus clientes nipones ideó un show que se llamó ‘Arte, Moda, Espacio’. En un local de la calle Españoleto de Madrid una bailarina lucía prendas reversibles y se pavoneaba entre las modelos.“La gente aquí no entendía mi producto. Ahora sí se entienden las mezclas, el patchwork y la piel pintada, pero antes no. Hicimos varios intentos pero vimos que no íbamos a vender ni un clavo y nos fuimos a Japón con la ayuda del ICEX. Estuvimos diez años allí y por eso no estuve muy vinculado a la movida y a lo que se hacía en Madrid. Yo he hecho el camino al revés. Primero vendí fuera y luego aquí”, cuenta este modisto que es un verso suelto de la moda española. “Siempre tuve más interés en los creadores franceses, como Thierry Mugler, Claude Montana o Azzedine Alaïa, y me encantaba Grace Jones, estaba fascinado con ella”.
Del exterior llegan tendencias, iconos de estilo y palabras. Las portadas se llenan de extranjerismos como chic, hot, gym, express y light, e incluso los representantes de ese año en Eurovisión, La Década Prodigiosa, defienden un tema que se titula Made in Spain. Sus integrantes llevaron a Irlanda moda española, concretamente diseños de Francis Montesinos y Antonio Alvarado.
Macarena Blanchón era y es una de las voces más respetadas de la moda y había puesto en pie la edición española de la revista Elle. "España estaba muy reconocida en Inglaterra y en Fracia, fuera estaban impactados con la movida". Blanchón recuerda los trabajos que hizo con Juan Gatti, Javier Vallhonrat o Cessepe, lo más granado del panorama cultural. Y subraya la energía, el talento y el riesgo de los diseñadores y de la prensa.
Entonces todos se preguntaban cómo vender lo que hacían. Pocos encontraron respuestas. Lo mismo pasa ahora, treinta años después. "Hay mucho en común entre 1988 y 2018. Ahora hay una especie de re-movida, un nuevo resurgir de ese espíritu de los 80 con gente como Rosalía, Palomo Spain o María Escoté", dice. "Yo estaba en el comité de moda de Cibeles, con Cuca Solana, y recuerdo que los desfiles eran casi una fiesta porque había ilusión y rebeldía, y todos los diseñadores tenían identidad. No se pensaba tanto en vender. Era todo una explosión de creatividad. ¡Era una locura!"
En la octava edición de Cibeles hubo diseñadores que hacen doblete siguiendo los pasos de Victorio&Lucchino, como Francis Montesinos que lleva su moda a Berlín. " En aquellos años todos queríamos hacer patria, amábamos la moda española y queríamos que triunfara fuera”, recuerda Alfredo Caral. La moda española saltó fronteras y en otros casos las abrió. También Vogue aterriza en España y lo hace con Cindy Crawford en la portada. Loewe contrata al famosísimo Peter Lindberg para su campaña de primavera y verano, protagonizada por la top model Jasmine Le Bon.
Versace inaugura tienda en el barrio de Salamanca y según la crónica de Amilibia, asisten Isabel Preysler, invitada por Marisa de Borbón, relaciones públicas de la casa italiana. Preysler es uno icono de moda pero para otra generación. Hay distintos estilos y todos conforman una fotografía interesante en la que se mezclan, movidos por la movida, gentes de distintas clases sociales y diferentes gustos estéticos. Es un año de gran agitación cultural.
España se convierte en un atractivo estanque de tendencias en el que pescan ahora potencias como Alemania y Japón, clientes que antes solo tenían ojos para Milán. Pero la bella y famosa Moda de España parece que es solo una ilusión y no cuenta con una industria potente ni una infraestructura para responder a la demanda exterior. Fue entonces cuando hubo que ponerse manos a la obra. Aunque no todos supieron hacerlo. O no tuvieron la oportunidad. En 1988 Zara abre su primera tienda fuera de España y lo hace en Oporto. El gigante textil gallego comienza la conquista del planeta y sin saberlo cambiará la base, el concepto y las reglas de la moda.
1988 comenzó con el pezón de Sabrina pero nadie esperaba que se despediría con una explosiva mezcla de asombro e indignación. Gurruchaga quiso celebrar el fin de año con una peculiar cena a la que acudieron Ana Obregón, Julieta Serrano, Félix Rotaeta y Marisa Paredes, entre otros. “Creo que 1988 fue un gran año a nivel de creación en España”, sentencia Elisa Bracci.