Señalados y criminalizados por su color de piel
- Personas migrantes y racializadas explican a RTVE.es incidentes racistas vividos en su día a día
- Este domingo una manifestación recorrerá Madrid desde las 17:00 contra el racismo
“La primera vez que noté de forma consciente el racismo fue en el Conservatorio de Música. Yo estudiaba viola allí desde los 8 años y cuando tenía 12 tuvo lugar el examen al ingreso profesional. Una de las niñas suspendió y su madre volcó su rabia contra mí y presentó una queja en la que decía que por qué una niña extranjera tenía que pasar antes que su hija”. Valeria llegó de Perú con su familia cuando tenía dos años y ahora que tiene 30 recuerda las múltiples veces que ha sido discriminada por su apariencia y procedencia.
Contra hechos como éste, cientos de personas se han manifestado este domingo en Madrid para visibilizar y denunciar el racismo "estructural e institucional" instaurado en España y han recordado a quienes perdieron la vida por "las fronteras marítimas de una península fortaleza".
SOS Racismo y otras organizaciones han convocado esta marcha que, bajo el lema "Contra el racismo institucional", ha transitado desde Cibeles a la Puerta del Sol.
La presidenta de SOS Racismo, Paula Guerra, ha asegurado a Efe que esta manifestación, que se ha convocado por segundo año consecutivo, tiene por objeto explicar a la sociedad que el racismo "no es algo anecdótico, sino estructural", como lo demuestra la Ley de Extranjería, la persecución policial por cuestión de raza o las muertes en las fronteras.
“Una vez nos escupieron en el metro“
RTVE.es ha hablado con múltiples personas migrantes y racializadas para visibilizar un problema habitual con el que se enfrentan día a día: el racismo.
“Siempre me ha dado reparo o inseguridad ir con mis padres y hermanas porque notaba ciertas miradas y comentarios. A veces, nos decían algo -los términos despectivos 'guachupinos' o 'panchitos' han sido habituales-, pero una vez nos escupieron en el metro”, recuerda Valeria, que lamenta que "no está bien, ir con tu familia debería ser normal y deberías sentirte a gusto".
Youssef Ouled, coordinador de la plataforma Es Racismo -de SOS Racismo-, explica a RTVE.es que el suburbano es un entorno donde suelen ocurrir múltiples incidentes. “A veces se queda libre un asiento a tu lado pero la persona que está de pie no se sienta, se te queda mirando. Rato después, ves que esa misma persona se sienta en un asiento que queda libre pero más lejos”, explica Eliana, una joven negra de 27 años. Un chico cubano relata una experiencia similar: “Una señora se sentó a mi lado y sin venir a cuento, porque me moví, me gritó que no le tocara. Luego se sentó un español enorme a su lado, que la estaba casi aplastando, pero ella no le dijo nada”.
Otros hechos son más graves, como cuando recientemente unos vigilantes de seguridad agredieron a un hombre negro después de que éste se negara a enseñar su billete -pese a que lo tenía- a modo de protesta por ser al único al que se lo habían pedido. Su caso ha sido muy visible gracias a los usuarios del metro que grabaron y difundieron el abuso. Así como el incidente en Gran Canaria, cuando una mujer agredió a otra verbalmente por ser musulmana.
Pero nadie grabó el caso de Aída, una ecuatoriana de 50 años que hace tres fue retenida por los agentes de seguridad del metro madrileño. Al pasar con su billete por el torno, una mujer blanca pasó por su lado junto con ella. Cuando Aída enseñó su billete para demostrar que no era ella la que se había colado, la responsabilizaron de la infracción cometida por la otra mujer, pese a que no la conocía de nada. “Me dijeron ‘vosotras siempre mentís’ y me tuvieron en una sala una media hora. Me sentí indignada”, recuerda.
“No es normal pedirle la entrada de la piscina al único grupo de chicos negros“
No ser español, o no parecerlo por su color de piel, lleva a muchas personas a convertirse sin motivo alguno en sospechosas. Como el caso de Lys, una chica negra de 20 años nacida en España. “Estaba en una piscina de Alcalá de Henares con unos amigos senegaleses cuando vino un guardia a decirnos que le diéramos los tickets, acusándonos de habernos colado en la piscina. Le enseñamos los tickets y le dijimos que era un racista, que no era normal pedirle la entrada al único grupo de chicos negros que había”.
Racismo institucional
Porque “no sería posible el racismo social sin el institucional”, denuncia Youssef Ouled. En el último informe de SOS Racismo de 2017 quedaron registradas en España 309 denuncias de ciudadanos, de las que 82 tenían que ver con el racismo institucional -el que tiene que ver con organismos públicos y empresas privadas-, 51 por conflictos y agresiones racistas y 46 de las Fuerzas de Seguridad del Estado, motivadas muchas veces por identificaciones injustificadas.
“Te pueden identificar en medio de tus amigos estando en la calle, te cachean, es una humillación pública“
“El policía crea un perfil racial y procede a una identificación que te puede marcar para el resto de tu vida. Te pueden identificar en medio de tus amigos estando en la calle, te cachean, es una humillación pública y todo eso se traduce en la forma que tiene la gente de ver el mundo. Nos hacen ver que no somos ciudadanos como el resto, que no tenemos los mismos derechos o que estamos criminalizados”, asevera Ouled, quien también ha sufrido identificaciones en la calle por su origen marroquí.
Techo de cristal
Su color de piel o su origen también les condiciona en otros ámbitos, como el trabajo. "Me pasa a veces, como cuando he concertado por una cita para una entrevista, que hablando por teléfono todo va bien pero cuando me ven en persona cambian la cara. Me dicen: 'uy, qué bien hablas español'", lamenta Eliana.
“No admitimos gente de color“
Héctor -nombre ficticio- es un guineano que lleva en España desde 1995 y trabaja como comercial de zapatos. Pero en varias entrevistas de trabajo ha escuchado un “no admitimos gente de color”. Lys, la joven de la anécdota de la piscina, reacciona con repulsa ante ese eufemismo. “Es muy despectivo. ¿Tú eres un ser blanco superior y nosotros somos los de color? ¿De qué color? ¿Tú no tienes?”, ironiza.
Las personas racializadas no están apenas representadas en el Congreso de los Diputados ni en puestos directivos y cuando aparecen en las noticias suelen estar relacionadas con crímenes, lo que ayuda a perpetuar los prejuicios. "Voy a los grandes comercios y no veo gente negra, asiática o que no sea blanca. Como mucho, los veo en trabajilllos chapuzas donde te pagan peor y es súper duro. A a la gente blanca no se le dificulta tanto en ese sentido", denuncia Lys.
Ouled señala también la Educación en España como un factor discriminatorio. “Tenemos en las calles estatuas de personas que fueron colonialistas, genocidas o que asesinaron a la población civil” de varios países y en los colegios se enseña “lo que hicieron por el enriquecimiento español” en cuanto a cultura y poder. “Pero no se da el otro punto de vista”, expone. En las escuelas, pese a ser un país con libertad religiosa recogida por la Constitución, “las mujeres musulmanas muchas veces tienen que elegir entre el hijab -un tipo de velo- y la educación”, añade.
Aida reprocha a las autoridades que, mientras el racismo está en la calle, no existen políticas reales para combatirlo. El pasado 25 de octubre el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial y Étnica, dependiente del Ministerio de la Presidencia, se reunió por primera vez en cinco años. RTVE.es ha intentado contactar con este organismo para preguntar por sus iniciativas y objetivos, pero no ha obtenido respuesta.
La manifestación de este domingo clamará contra el racismo institucional, los centros de internamiento de menores (CIE) y la Ley de Extranjería, que “condena a las personas a vivir en un limbo ilegal, que desprotege sus derechos y les expone a sufrir abusos y explotación, sea laboral o también sexual”, explica Ouled, quien recuerda el caso de las temporeras de la fresa en Huelva, o la desprotección de los menores extranjeros no acompañados (MENAS).
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