Gaza: las secuelas de la 'Gran marcha del retorno'
- Los jóvenes heridos de bala en las movilizaciones afrontan un largo proceso de recuperación
- RNE habla con ellos en una clínica de MSF donde reciben atención posoperatoria y fisioterapia
En una de las salas de curas, una joven madre trata de calmar a su bebé. Tiene sus dos pequeñas manos vendadas. Hasta hace unos meses, la mayoría de consultas atendidas en las clínicas de Médicos Sin Fronteras en Gaza eran por quemaduras. La escasez de electricidad obliga a muchas familias a utilizar rudimentarias cocinas de fuego provocando accidentes, sobre todo entre menores y mujeres. Pero desde el pasado 30 de marzo, fecha de inicio de la conocida como Gran marcha del retorno, entre el 70% y el 80% de sus pacientes son de trauma, por disparos de soldados israelíes en la valla divisoria.
RNE ha visitado una de las cuatro clínicas en las que Médicos Sin Fronteras atiende a heridos de bala en la Franja. Más de 2.400 en ocho meses. Una cifra que ha obligado a la organización a triplicar su personal e incrementar la capacidad de sus centros. En el situado en el corazón de la ciudad de Gaza, de domingo a jueves, una media de 250 jóvenes espera su turno para recibir su tratamiento posoperatorio o sus sesiones de fisioterapia. Se les puede ver sentados a sus puertas y en el patio que da acceso a las instalaciones.
La actividad es frenética cada día. Llegan en transporte facilitado por Médicos Sin Fronteras porque, en la mayoría de casos, su situación socioeconómica impide poder costearse el traslado. Gaza presenta el índice más elevado de desempleo del mundo, en torno al 70% entre su juventud. Y un disparo ha paralizado las vidas de estos jóvenes. Porque casi todos tienen entre 20 y 30 años. Aunque han llegado a atender a menores de hasta ocho años. En una de las consultas encontramos a Hassan, herido en la pierna el 14 de mayo. Ese día el Ejército de Israel mató en la valla divisoria a más de 60 palestinos.
"No estaba participando en las movilizaciones", nos cuenta Hassan. "Me había acercado a ver cómo eran. Estaba a unos 350 metros de la valla. Me dispararon con algún tipo de bala explosiva". No se ha podido identificar el modelo de munición pero el doctor Mohammed Abu Mughaiseeb señala que casi todas las heridas presentan un orificio pequeño de entrada y otro más grande de salida.
“Se ha disparado básicamente a las piernas. Las balas destrozan el tejido blando pero también el hueso. “
"Se ha disparado básicamente a las piernas. Las balas destrozan el tejido blando pero también el hueso. Son fracturas muy complicadas" añade Juan Carlos Ramos, jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras España en los Territorios Palestinos ocupados. Para Hassan, como para la mayoría, su convalecencia llevará una media de dos años, hasta recuperar la movilidad. Y para ello serán necesarias más intervenciones quirúrgicas. "Era camionero. Ahora no puedo ganarme la vida" se lamenta Hassan.
Pero para Ahmad esa recuperación será más larga. De hasta cinco años, estiman sus médicos. El pasado junio fue herido en ambas piernas. "Me dispararon dos veces, una en cada pierna. Estudiaba contabilidad y pertenecía al equipo palestino de boxeo. Ahora he tenido que dejar las dos cosas", explica. "Nuestras clínicas son como un museo de fijadores externos. Casi todos nuestros pacientes los llevan" afirma el doctor Mughaiseeb. Un método para estabilizar la fractura con agujas o tornillos que se ha convertido en habitual en las calles de Gaza por las que caminan, ayudados de muletas, estos jóvenes.
A Mahmmud la bala le atravesó el cuello. Su caso revestía tal gravedad que tuvo que ser trasladado a Egipto. De regreso a la Franja, acude cada día a fisioterapia en la clínica de Médicos Sin Fronteras para tratar de recuperar la movilidad de su brazo, paralizado por el disparo. Muchos de los heridos sufren fuertes dolores. Los de Mahmmud son tan intensos en cada sesión que la organización le suministra analgésicos, previamente, para poder soportarla.
“Algunos de estos jóvenes quedarán con secuelas de por vida“
"Muchos se sienten una carga para sus familias. No quieren que se preocupen más. Aguantan el dolor como pueden para que no les vean sufrir", relata Juan Carlos Ramos. El jefe de la misión de Médicos Sin Fronteras España pone el acento no solo en el presente, también en el futuro: "Lamentablemente, algunos de estos jóvenes quedarán con secuelas de por vida. Influirá a la hora de encontrar trabajo, de formar una familia. Y eso no se acaba después de nuestra intervención. Gaza, en un futuro, tendrá un porcentaje de su juventud con esas secuelas. Y nos debe llevar a una reflexión".
Porque algunos no volverán a andar nunca. La mayoría de casos más graves ha pedido que no sean amputados sus miembros aunque futuras complicaciones hacen de la prótesis prácticamente su única opción.