Japón reanuda su caza de ballenas en la Antártida pese a la oposición internacional
- Las autoridades niponas sostienen que se trata de una campaña realizada con fines científicos
- La Comisión Ballenera Internacional (CBI) ha mostrado su rechazo y fue declarada ilegal por la Corte de la Haya
Japón ha iniciado su temporada de caza de ballenas en el océano Antártico, una campaña realizada con fines científicos según las autoridades niponas y a la que se opone la Comisión Ballenera Internacional (CBI).
La flota japonesa aspira a capturar 333 ballenas minke en aguas del Antártico, ha informado el Ministerio de Agricultura y Pesca, en la que supone la cuarta campaña ballenera del país asiático desde su suspensión temporal a raíz de una sentencia de la Corte Internacional de Justicia.
El Gobierno nipón defiende que sus campañas balleneras tienen como fin contribuir a la gestión y conservación de los recursos marítimos a partir del análisis del contenido de los estómagos de los cetáceos, cuyos resultados serán transmitidos a la CBI.
Sin embargo, en 2014 la Corte de la Haya declaró ilegal las capturas balleneras japonesas en el Antártico por no ajustarse a dichos fines y ordenó su suspensión, tras lo cual Japón decidió reanudar estas campañas aunque limitando sus capturas a un tercio de la cantidad habitual.
La CBI también se opuso al nuevo tope de capturas propuesto por las autoridades niponas en la reunión que este organismo celebró en septiembre en Brasil, lo que ha llevado a Japón a amenazar con retirarse de esa comisión internacional.
Rorcual aliblanco, ballena jorobada y rorcual común
Hasta su prohibición por parte del tribunal internacional, en las campañas balleneras niponas se capturaban 850 ejemplares de minke o rorcual aliblanco -una especie de la que Japón estima que hay un número relativamente abundante de ejemplares-, 50 de ballena jorobada y otros 50 de rorcual común para fines científicos.
Además de sus capturas en el Antártico, Japón caza ballenas en el Pacífico Norte, en la costa septentrional del archipiélago, también con fines supuestamente científicos.
Estas actividades han sido criticadas por la comunidad internacional y organizaciones animalistas, que consideran que se trata de pesca comercial encubierta, dado que la carne de los especímenes estudiados es posteriormente vendida.