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La batalla del etiquetado en alimentos y bebidas, una cuestión de salud pública

  • El Gobierno impondrá un sistema, Nutriscore, para alertar de los productos menos saludables
  • Cinco multinacionales han impulsado su propio sistema, que nutricionistas y asociaciones consideran "engañoso"

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Refrescos azucarados
Imagen de recurso de refrescos azucarados.

Las nuevas medidas del Gobierno para combatir la obesidad pueden suponer un vuelco en la industria alimentaria con una cuestión aparentemente nimia como el etiquetado de los productos, pero en el que confluyen intereses económicos y cuestiones de salud pública, según los expertos consultados por RTVE.es.

El lunes, la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, anunciaba la imposición el año que viene de un nuevo sistema de etiquetado en la parte frontal del producto similar a los sistemas de semáforo de colores, Nutriscore. Un etiquetado que puntúa los alimentos y bebidas del verde al rojo y de la A a la E en base a dos cuestiones: el contenido nutricional que se asigna dependiendo de la cantidad de frutas, verduras, proteínas o fibra y, por otro lado, su contenido en azúcares, grasas saturadas, sal y calorías. Una fuerte apuesta del Ejecutivo contra los productos que considera “menos saludables”.

La nueva etiqueta va más allá de la mera información de los ingredientes y contenido energético del producto para realizar una valoración nutricional del mismo donde un color verde y letra A supone la máxima puntuación en valores saludables, mientras que el color rojo y la letra E supone un mayor contenido de elementos no deseables para la dieta.

Etiquetado Nutriscore

 Ministerio de Sanidad

Y esta es una cuestión que los gigantes que comercian con productos con alto contenido en azúcar y grasas saturadas (como refrescos o bollería), admiten los expertos, han intentado sortear de distintas formas.

Un hito clave tuvo lugar en 2011, cuando el Parlamento Europeo rechazó una propuesta para incorporar un etiquetado de colores en la parte frontal de los productos alimenticios de forma obligatoria. El rechazo de aquella medida estuvo marcado por la polémica de posibles presiones de los 'lobbys' de la industria hacia los gobiernos y al Parlamento.

Los actores de la industria alimentaria tienen la capacidad de hacer presión a gobiernos y europarlamentarios

Manuel Moñino, representante en la Federación Europea (EFAD) del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas Nutricionistas, explica a RTVE.es que “las industrias alimentarias siempre han sido reticentes a evaluar sus alimentos” y que “los diferentes actores de esta cadena alimentaria tienen la capacidad de hacer presión e influir a gobiernos y a europarlamentarios”, aunque no se atreve a afirmar que hubo presiones en el Parlamento Europeo en 2011: “Suelen hacer más presión en los estados miembros que en el propio Parlamento”, reconoce.

De aquel pleno en Bruselas salió la normativa 1169/2011 en la que la información al usuario del etiquetado frontal “quedó como algo voluntario”, explica Moñino. Desde entonces, autoridades, nutricionistas e investigadores siguieron trabajando en perfeccionar los sistemas de etiquetado de colores, entre ellos el de Nutriscore, y varios estados miembros comenzaron a aplicar este tipo de etiquetado de forma voluntaria. Entre ellos: Francia, Reino Unido y Bélgica.

Denuncian un etiquetado "engañoso" de las multinacionales

Es evidente que la industria ha tenido interés en retrasar este tipo de etiquetas

“Es evidente que la industria ha tenido interés en retrasar este tipo de etiquetas”, expone a RTVE.es Enrique García, portavoz de la OCU. Pero “la industria no puede taparse los ojos ante lo que es evidente”, añade Moñino. Por eso, los avances europeos en los etiquetados de color llevaron hace poco a Nestlé, Coca Cola, Pepsi, Unilever y Mondelez a anunciar su propio etiquetado a modo semáforo –la Etiqueta Nutricional Evolucionada (ENL). Un sistema que ha generado controversia entre nutricionistas y asociaciones de consumidores porque su medición se basa en porciones y no por valores relativos a 100 gramos.

Al presentarlo, las cinco multinacionales defendieron que se basa en "porciones reales de consumo" como resultado de un trabajo realizado por un comité de científicos de cinco universidades europeas para unificar las porciones. Un etiquetado que surgiría, según explicaron, para aunar criterios en el etiquetado frente a los diversos sistemas aplicados en diferentes países.

Tras su anuncio, la OCU fue la primera en pedir a la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) que vetara el etiquetado de estas empresas al considerar que conduciría a error al consumidor. “Creemos que incumple una serie de preceptos y puede crear cierta confusión”, explica a RTVE.es su portavoz.

Moñino va un paso más allá al considerarlo “engañoso”. Si en vez de analizarlos por 100 gramos, se establece que una ración es inferior a 100 gramos, “reduces el umbral de grasas, azúcares o sal, lo que disminuiría la presencia de los rojos en la etiqueta de alimentos que son ricos en esos componentes”.

Y coincide con este ejemplo: un bombón puede tener alto porcentaje en azúcar, por lo que en el sistema NutriScore (con mediciones respecto a 100 gramos) los bombones podrían ser etiquetados con un color cercano al rojo. Pero en el sistema de las multinacionales, si se establece que la ración es un bombón en sí mismo y cada bombón tiene pocos gramos de azúcar, el etiquetado podría llevar un color verde. Además, denuncia que “las raciones pueden cambiar dependiendo de cada marca o de cómo se consuman los alimentos en una región o en otra, lo que no permite comparar”.

RTVE.es ha intentado contactar tanto con las empresas que han promovido su propio etiquetado como con la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas para valorar el anuncio del Gobierno y las críticas de las asociaciones de consumidores, sin embargo, se han negado a hacer comentarios mientras evalúan los nuevos anuncios del Gobierno.

Debate sobre Nutriscore

El carácter obligatorio que quiere imponer el Gobierno respecto al sistema Nutriscore divide a los nutricionistas y consumidores. La OCU ha aplaudido el nuevo etiquetado, aunque ha pedido mejoras complementarias para proporcionar una “información más adecuada a los ciudadanos”. Considera que, además de asignar un color al producto en su totalidad, debería existir otro semáforo con información “específica” de cada nutriente que considera más “crítico”: sal, azúcar, grasa y grasas saturadas de los productos procesados.

Moñino expone sus dudas sobre “si hay una capacidad de los estados miembros de legislar con obligatoriedad en este sentido” tras la resolución del Parlamento Europeo de 2011, que establecía el carácter voluntario. Y considera que España podría haber esperado al nuevo informe de la Comisión Europea que se espera para principios del año que viene en esta materia.

Desde la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) también han recibido con cautela la noticia, pero se ha puesto “a disposición” del Ministerio, a quien ha pedido que tenga en cuenta la participación de las asociaciones de consumidores.

Cuestión de salud pública

La ONU ha alertado reiteradamente sobre las elevadas cantidades de consumo de azúcar diario, especialmente en los más jóvenes. También ha relacionado la ingesta de azúcar y grasas saturadas con el aumento de peso y el riesgo de obesidad, lo que derivaría a su vez en riesgo de enfermedades como la hipertensión o la diabetes.

España es el segundo país de Europa con más obesos y el sur del continente está a la cabeza también en obesidad infantil. Por eso, Sanidad quiere combatir también la publicidad dirigida a menores de 15 años.

Pero el etiquetado, reconocen los expertos, “es una cuestión de salud pública”. Moñino explica que un correcto etiquetado “ayudaría a los consumidores a seleccionar un perfil nutricional más adecuado”. “Los últimos estudios manejados en las reuniones –en las que él ha asistido en Bruselas- demuestran que el color tiene más impacto para que los consumidores establezcan gracias a un ránking qué es más y menos saludable”.

Sin embargo, Moñino va un paso más allá al considerar que se debe fomentar también el consumo de productos frescos, no envasados ni etiquetados, como las frutas y verduras.