El combate final de Theresa May
- La primera ministra británica ha logrado convencer a su gabinete para respaldar el preacuerdo del Brexit
- Sin embargo, sus opciones a día de hoy de sacar adelante el pacto en el Parlamento son minúsculas
Theresa May ha ganado el primer asalto del combate para llevar al Reino Unido hacia su Brexit. La primera ministra se va a su esquina del ring habiendo encajado algún que otro golpe, con varios ministros significativos criticando su acuerdo, pero sin dimisiones, al menos en un primer momento. May continúa en pie, sigue fresca, y falta le hará esa frescura para afrontar las próximas cuatro semanas, las más importantes de su carrera política.
La amenaza más inmediata para el Brexit de May y su propio cargo viene de sus propias filas. La dimisión, ya este jueves, de Dominic Raab abre una grieta en su gobierno y la facción probrexit cuenta con suficientes diputados para provocar una moción de no confianza. En los últimos meses ha estado varias veces cerca de ese momento, pero hasta ahora les ha faltado temple para llevar su amenaza hasta el final.
Si fracasan, la primera ministra quedará blindada contra rebeliones durante un año. Pero el suyo sería un fracaso con sabor a victoria si demuestra que tienen la fuerza para tumbar el acuerdo dentro de un mes.
Las dimisiones de ministros o la moción de no confianza son peligrosas para May, pero no necesariamente letales. May lleva meses con la cabeza en la guillotina sin que ningún verdugo se haya atrevido a dejar caer la hoja. Su examen final va a ser la crucial votación de los Comunes en noviembre para dar o no luz verde al acuerdo.
Las cuentas no salen
Allí ya sabe que no puede contar con sus compañeros probrexit extremos, unos 50 según las estimaciones. Una decena de tories proeuropeos también sueñan con tumbar el acuerdo, pero para forzar a la primera ministra a convocar un nuevo referéndum o frenar el Brexit.
Con Irlanda del Norte bajo el paraguas económico de la Unión Europea en los años venideros, May no puede contar con los diez diputados unionistas norirlandeses. Y Jeremy Corbyn espera con ansia unas nuevas elecciones que le catapulten al 10 de Downing Street: tumbar el acuerdo sería el primer paso.
La primera ministra puede tratar de seducir a lo sumo a un puñado de laboristas para rebelarse contra Corbyn y ayudarla. También puede contar con su núcleo de leales y con los diputados conservadores con miedo. Miedo al vacío de un Brexit sin acuerdo. Miedo a que el Reino Unido se quede en Europa y a que el referéndum 2016 y meses de tortuosa negociación no hayan servido de nada. El miedo es un motor poderoso en política, en especial con el precipicio del Brexit a tres meses vista.
Pero sin los tories probrexit, ni los tories proeuropeos, ni los unionistas norirlandeses, ni el Labour, las cuentas no salen. Sus opciones de sacar adelante el acuerdo a día de hoy son minúsculas. A May le quedan cuatro semanas para resistir, esquivar sus golpes y ganar este combate, aunque sea a los puntos.