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Ida Vitale, un Cervantes para "una leal de la palabra"

  • Se define como una poeta que suele "atender a los pequeños accidentes y a las pequeñas alegrías"

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Fotografía de archivo de la poeta uruguaya Ida Vitale (07/11/08).
Fotografía de archivo de la poeta uruguaya Ida Vitale (07/11/08).

“La palabra es lo que está primero, exigiendo lealtad, fidelidad y un poco de trabajo”. Una sencilla máxima con la que Ida Vitale resume su trabajo de poeta (prefiere ese término a poetisa) por el que ha recibido el Premio Cervantes 2018. La quinta mujer en 44 años de galardón.

Cuando en 2017 fue premiada con el Premio Reina Sofía de Poesía, Vitale visitó España. Su marido acababa de fallecer, pero se mostró vital y lúcida en entrevistas como la que concedió al programa de RNE, La estación azul.

Vitale recordaba llegar a la poesía a través de lecturas infantiles de Edgar Allan Poe. “Mi inicio fue Poe, los cuentos policiales, pero también sus poemas. Mi primer poema estaba lleno de nieve, de carámbanos, de trineos. La verdad es que lo escribí, lo pasé a limpio, lo sacudí lo volví a limpiar. Y a los tres días lo había roto. Junto al entusiasmo vino el juicio crítico”. Ese juicio crítica ha sido el tamiz para equilibrar su obra. Para Vitale es importante huir de sentimientos extremos.

“Se supone que el ser humano no solo espera las grandes catástrofes, ni las grandes maravillas. Y, más prudentemente, se somete atender a los pequeños accidentes y a las pequeñas alegrías. Es así para poetas y no poetas. Y, a veces, el poeta responde al llamado del minuto. Trato de no dejarme ganar demasiado ni por la desesperación ni por la alegría. Nada muy extremado ayuda”, opinaba.

Luego llegaron otras lecturas: Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez u Octavia Paz. “Adoré y adoro a Machado, y sin embargo Juan Ramón Jiménez se me coló. Machado es el natural y Juan Ramón Jiménez el poeta inteligente en el sentido que trabaja lo espontáneo. Las dos cosas son necesarias”, afirmaba.

"Las cosas importantes no son las que inciden en el destino del mundo"

Con 95 años recién cumplidos, ha sufrido los vaivenes de la historia. Cuando en 1973 la dictadura militar se instaló en Uruguay, buscó refugió en México durante 11 años. Pero no cree en esa poesía política como arma cargada de futuro. “No me gusta lo que suele llamarse poesía política, pero uno no puede sustraerse a ciertos climas que piden pesimismo y no optimismo. Uno piensa que la poesía debería ser una vida estimulante, pero a veces cuesta”, reflexiona.

Safo, patrona de las poetas, dejo en verso que aunque para algunos la belleza fuese “tropas de jinetes” o “escuadras de navíos”, lo “bello es lo que uno ama”. Y para Vitale la poesía está en lo pequeño. “Quizá lo que si puede atener y destacar son cosas muy modestas. No son las cosas que inciden al destino del mundo, pero son las que diariamente son más importantes”.

Entre risas, reconocía que aunque nunca escribía en momentos de “gran dolor y alegría” todavía le quedaba “tiempo o años para tener ese tipo de experiencias”.