Khadija Ahmadi, alcaldesa en Afganistán: "La sociedad afgana no cree que la mujer pueda ser líder"
- Criada como refugiada en Irán, hoy es la segunda alcaldesa en la historia del país asiático
- También pertenece a la minoría étnica hazara, un obstáculo que hace mayor su hazaña
Nació y creció como refugiada en Irán, después de que sus padres huyeran de Afganistán tras la invasión soviética. Ella y su familia vivieron como refugiados. Hoy, Khadija Zahra Ahmadi forma parte de la historia de su país de origen: es la alcaldesa de la localidad de Nili, la segunda mujer afgana en lograr ese rango. Un hito que no resulta fácil en ese país: "La sociedad afgana es una cultura que no cree que la mujer pueda ser líder... Es muy difícil", comenta en una entrevista con TVE.
“Es el país más peligroso del mundo para las mujeres“
En Afganistán, el país que fue gobernado por los talibanes y al que muchos identifican con el burka, ser mujer es mucho más difícil. "Es el país más peligroso del mundo para las mujeres", recuerda Khadija Ahmadi. Y es que los datos son estremecedores. Ocho de cada diez son víctimas de la violencia machista y, según el Fondo para las Mujeres de la ONU, el 65% contempla el suicidio como opción. En el último año, las cifras de asesinatos por los llamados 'crímenes de honor' han crecido.
Por eso, ver a una mujer dirigiendo una ciudad puede parecer una quimera. Algo, desgraciadamente, muy poco común. "Es un puesto que tiene dos partes", explica Khadija. "Por un lado, la parte técnica y, por otro, la que líder que organiza. Para la primera, no hay problema, gracias a mi curriculum y mi educación. Pero la otra, es más difícil para mí. Especialmente con los hombres: ¡Ey, chicos, soy la alcaldesa! No penséis sólo en mí por la ropa que llevo, o que soy una mujer... ¡Soy la alcaldesa, la lideresa de la ciudad!".
Compromiso, tiempo y educación
Ese currículum se ha forjado con voluntad, compromiso y constancia. La historia de Khadija recuerda a la de la primera alcaldesa de la historia de Afganistán, Azra Jafari. Como ella, fue refugiada en Irán. Como ella, estudió allí. Y como ella, quiso comprometerse con el futuro de su país de origen. Su familia, recuerda, dudó de la decisión que había tomado: regresar a Afganistán tras acabar sus estudios.
Pero Khadija supo encontrar su camino. "Pensé: creo que tengo que hacerlo, creo que debo hacerlo, por el futuro de mi pueblo, por el futuro de Afganistán". Allí trabajó para la ONU, asesorando a los líderes locales en la reconstrucción urbana del país. Años después, decidió optar al puesto de alcaldesa, un cargo que no es elegible, sino que se accede superando pruebas y exámenes.
Ahora, Khadija Ahmadi cree que ese camino puede servir de ejemplo porque el futuro del país, el futuro de la sociedad, pasa por la educación. Y queda mucho trayecto. En Afganistán, el 85% de los menores sin escolarizar son niñas, y solo el 37% de las adolescentes sabe leer y escribir.
"En la ciudad en la que yo trabajo, la situación está mejor", comenta. "Las niñas representan, creo, el 55 % de los estudiantes. Eso es muy esperanzador para mí, pero en otras partes del país, desde luego que no, todo es mucho peor", añade.
La alcaldesa hazara
Pero Khadija Ahmadi se ha encontrado con otro gran obstáculo. Pertenece también a la minoría etnica hazara, un objetivo habitual de los ataques de grupos yihadistas como Al Qaeda, Daesh o los talibanes, y también, del rechazo de otras etnias como la pastún. Un pueblo chií y de origen persa que representa al 9% de la población, históricamente perseguido, que ahora lucha por sus derechos civiles y reclama su hueco en la política y la sociedad.
“No es imposible logralo si quieres hacerlo, y el ejemplo soy yo“
"Por supuesto que encontramos complicaciones", señala. "Pero no es imposible logralo si quieres hacerlo, y el ejemplo soy yo. Soy hazara, y hace diez años no podría imaginar que podría ser alcaldesa, era impensable para mi familia, para mis amigos, para mi comunidad... Y ahora, ¡lo soy!", celebra.
Los cambios en Afganistán, cree Khadija Zahra Ahmadi, pueden llegar, pero el país necesita tiempo, una nueva estrategia y mayor impulso político. "No podemos lograrlo inmediatamente", señala. Quizá así se puedan romper tantas barreras como las que ha roto ella.