'Orlando y el juego', un apasionante duelo espacio temporal destinado a convertirse en un clásico
- Luis Durán publica el penúltimo tomo de esta persecución de dos viajeros temporales
- “Marcel y Orlando son como el Yin y el Yan y han cometido los mismos errores”, asegura
Si pudiéramos viajar al futuro seguro que comprobaríamos que Orlando y el juego (Diábolo ediciones) se convertirá en uno de los grandes clásicos del cómic de esta época, porque el emocionante duelo entre dos viajeros temporales, que nos propone Luis Durán (Oñate - Guipúzcoa) tiene la magia, la imaginación ilimitada y la capacidad de sorprendernos, de las grandes obras de la literatura y el cómic. Sin olvidar su espectacular dibujo.
Ahora se publica Orlando y el juego IV: La danza de los errantes (Diábolo ediciones), el cuarto tomo (de cinco) de la emocionante persecución temporal entre Marcel y Orlando. “En este volumen –asegura Luis Durán- Marcel insistirá en intervenir y transformar todas las realidades y multiversos por los que viaja con el propósito de mejorarlos; y Orlando seguirá persiguiéndolo para impedir cualquier injerencia que Marcel pueda ocasionar en esas distintas realidades”.
“A lo largo de esta serie, en la que comencé a trabajar hace ya casi 10 años, he ido, libro a libro, sembrado la idea de que ambos, Marcel y Orlando, interfieren en la vida de cada uno de los muchos personajes que van apareciendo -continúa Luis-. En unas historias se dejan ver de manera evidente y, en otras al contrario, el lector simplemente los supone vinculados, de alguna manera, a la trama de cada capítulo”.
“Ya desde el principio –añade- tuve claro que, aún siendo Marcel y Orlando los personajes principales, la serie no debía de centrarse en ellos, ni iba a ser necesario mantenerlos presentes continuamente y que lo realmente importante transcurriría a su alrededor”.
Luis confiesa que otra de las influencias del libro es el Mito de la caverna, de Platón: “Esta idea de hacer algo con unos personajes tan excéntricos –nos comenta Luis- ya se me pasó por la mente hace años cuando, estudiando Bellas Artes, realicé para el aula de fotografía una sesión de fotos sobre el perrito que tenía entonces. En realidad, el perrito solo aparecía físicamente en dos de aquellas fotografías, en el resto más bien me dedicaba a plasmar los lugares por los que paseaba y recorría a diario con él. Cuando proyecté las fotografías en clase y mi perro no aparecía, tampoco lo echaron a faltar ya que todos lo suponían tras la tapia de aquella ermita, o agazapado junto a ese árbol... o quizás detrás de unos niños que corrían hacia casa... así imagino ese duelo entre Marcel y Orlando, como una sombra chinesca proyectada sobre cada una de las muchas historias y personajes que aparecen. Marcel y Orlando van y vienen, entran y salen, a veces los observas y los escuchas y otras solo los intuyes”.
El futuro de los protagonistas
Luis Durán nos avanza el futuro de los dos personajes: Marcel era un personaje muy definido desde el principio, él no alberga ninguna duda de quién es y qué quiere, lo tiene muy claro, así que durante los cinco libros, continuará con lo suyo, viajando e intentando mejorar un poco cada lugar que visita. Pero no sucede igual con otros personajes ya que, a medida que la serie evoluciona, las identidades de algunos de ellos han ido hallando su verdadera naturaleza... Por ejemplo, Andrés “El Torcido”, educado para ser escribano, va viendo que realmente posee en su interior un espíritu más aventurero y contradictorio. También Rolf, arquero del caballero Don Diego, que aunque asesino, alberga remordimientos”.
“En cuanto a Orlando –añade el autor- también él con anterioridad (y te adelanto cosas del 5º tomo) cometió en el pasado el error de interferir en realidades ajenas y por ello Comité Seis le asigna la posibilidad de enmendar su error reparando las injerencias que ahora realiza Marcel. En realidad y a pesar de ser personajes antagónicos, Marcel y Orlando se complementan, son una suerte de Yin y Yang y tienen en común el haber cometido ambos los mismos errores”.
Viejos y nuevos personajes
La historia central del cómic vuelve a llevarnos a la Edad Media: “Le he dedicado más espacio que en los anteriores tres tomos a la parte medieval –asegura el autor- que compone todo el arco argumental principal y que transcurre a finales del siglo XV. Y así he incluido tres capítulos dedicados a continuar con las andanzas del ballestero Andrés y fray Alonso. Si ya en libros anteriores ambos se veían obligados a abandonar la villa que los vio crecer, Andrés, huyendo de la Santa Inquisición y, fray Alonso por orden de sus superiores, en este cuarto libro me centro en lo que sucede después de su partida, cómo ambos se embarcan en un viaje hasta Huelva junto al caballero Don Diego de Iranzo y sus cuatro arqueros con el fin de custodiar unas reliquias que parecen poseer el don de atraer la lluvia. Este viaje va a resultar bastante difícil y peligroso. En este libro y el que viene, que será el último de la serie, tienen más acción”.
Pero una de las cosas más emocionantes de esta historia de saltos temporales es que permite a Luis Durán introducir personajes históricos en las historias complementarias: “Además de las historias ambientadas en la Edad Media también cuento en este tomo otra historia ambientada en la España de los años setenta, donde narro la vida del cantautor Joan Casas. Para dar vida a este personaje me inspiré un poco en algunos pasajes de la vida de uno de mis cantautores favoritos, Joan Baptista Humet”.
“En libros anteriores –añade- también recurrí en ocasiones, a personajes reales o históricos como el delincuente madrileño El Jaro o la revolucionaria venezolana La Avanzadora que luchó contra la represión española allá en su país. También incluyo en este 4º libro una bonita historia ambientada en plena época barroca donde narro los ires y venires de un bufón de la corte y su monito Seferino”.
“Hay además –concluye Luis- un capítulo ambientado en lo que podría definirse como el limbo y que da título a este tomo, La danza de los errantes y en el que Marcel explica que nuestro planeta es algo así como una granja prisión y nosotros solamente el ganado con el que negocian su bienestar nuestras élites. Como ves continúo ofreciendo distintas atmósferas al lector dentro de cada uno de los libros que conforman la serie lo que da mucho cromatismo a la misma”.
El juego y las mátemáticas
Luis ya nos confesó, con ocasión de la publicación del primer tomo, que este cómic es “como un juego en el que el lector es cocreador de la historia". Y una de las cosas más curiosas es la relación de la historia con las matemáticas. Por eso, en vez de capítulos, divide la historia en fractales.
“El universo –nos explica Luis- se expande a través de unos parámetros que son fractales. Abres una manzana y ¡zas! ya tienes un plano a escala del universo. La idea de sustituir el término "capítulo" por "fractal" era dar a entender eso, que cada realidad o línea de tiempo es un fractal de las otras líneas de tiempo y que también cada uno de los capítulos del libro serían igualmente fractales del resto de los capítulos, es decir, la idea de que cada capítulo se halla, en cierto modo, contenido en los demás. Hay matemática y fractalidad en la música, en la pintura, y por supuesto también en el cómic, al igual que también hay magia y creatividad en las matemáticas, en la física... ”
Adaptando su estilo a cada historia
Después de trabajar diez años en esta historia y estar a punto de finalizarla, preguntamos a Luis que si cambiaría alguna cosa de los tomos anteriores, si pudiera viajar en el tiempo como Orlando. “En realidad voy modificando cada libro con el siguiente. Ahora mismo estoy transformando los cuatro anteriores mientras finalizo el quinto. Mi mesa de dibujo es como una máquina del tiempo con mandos de rotuladores y pinceles. Continuamente voy y vengo... hasta luego…”
Destacar el arte de un dibujante excepcional que sabe adaptar su grafismo a cada historia. “Cada personaje te pide una interpretación gráfica acorde a su historia -asegura-. Algunos personajes, por ejemplo los arqueros que aparecen en los capítulos ambientados durante la Edad Media me exigen mayor dramatismo y un tono más realista a la hora de caracterizarlos, un mayor juego de luces y sombras. Otras historias, al contrario, reclaman a gritos un tratamiento gráfico más metafórico y poético, casi infantil”.
“Hay historias a lo largo de los 4 tomos publicados que podrían funcionar muy bien como cuentos –añade Luis-, por ejemplo la historia sobre el bufón Dacio y su monito Seferino que aparece en este cuarto tomo o la que apareció en el segundo tomo donde contaba la historia de un niño que dibujaba en las pinzas de colgar la ropa de su madre, para ellos he utilizado un cromatismo y un grafismo que no desentonaría nada en el catálogo de alguna editorial de libros infantiles”.
“Y en cuanto a la evolución gráfica creo que, en general, cada vez intento esmerarme más técnicamente -confiesa-, y esta evolución gráfica ha ido creciendo y madurando a la par que también ha ido evolucionando mi manera de escribir. Creo que ambas facetas han ganado en profundidad, pienso que guion y dibujo se complementan cada vez mejor en mis tebeos, que van cada vez más de la mano. Hace años incluía muchos menos contrastes gráficos de luces y sombras en mis páginas y también en mis guiones. Ahora, a la hora de entintar disfruto mucho sombreando, manchando y tramando de manera manual lo que además de dar más plasticidad a los dibujos, aporta al guion un mayor dramatismo cuando este lo requiere”.
La importancia del color
Durante estos años también hemos ido viendo cómo el color va ganando importancia en Orlando y el juego. “Antes -asegura Luis Durán-, y a excepción de la novela gráfica Álgebra o de alguna cosa puntual, como la serie que Alicia encantada que realicé para El pequeño País, editaba mis dibujos en blanco y negro pero desde hace ya casi una década utilizo el color de manera habitual, desde que hice Una colmena en construcción.
“A nivel técnico –aáde- el color me viene muy bien para que el lector vea cada escena más clara, ayuda a que el ojo distinga más rápidamente todos los elementos gráficos que coexisten dentro de una misma viñeta. Además, el color aporta también mucho a cada página desde el punto de vista emocional, yo diría que incluso simbólico, te habla sin palabras de los estados anímicos de cada uno de los personajes, describe atmósferas que solo con el dibujo en blanco y negro me sería más difícil expresar”.
“El color –concluye- aporta al lector muchísima información de manera inconsciente e instantánea. De todos modos continúo dándole prioridad a la línea, a la mancha negra, al entintado. No me veo prescindiendo de la línea por el color. Me gusta darle contundencia gráfica a mi trabajo con la mancha y la línea negra”.
El fin de Orlando y el futuro de Luis
Preguntamos a Luis qué objetivos se planteó cuando decidió embarcarse en esta obra tan ambiciosa y si los está cumpliendo: “Objetivos... ocurre que vivimos en una sociedad en la que la gente prefiere hacer otras cosas a sentarse a leer una novela o un tebeo, así que quizás tampoco merece plantearse objetivos mucho más allá de la satisfacción personal que te pueda aportar el hacer bien tu trabajo o de lograr que cada tebeo quede un poco mejor que los anteriores y bueno... con Orlando y el juego creo que eso sí lo he conseguido ya que durante el proceso de realización de las casi 1300 páginas que conforman la saga, mi evolución gráfica se ha hecho más que evidente”.
Una historia que también tiene mucho de western, con estos dos personajes destinados a encontrarse y ¿a protagonizar un duelo? “En el quinto libro habrá un duelo con espada -nos avanza Luis- pero no entre Marcel y Orlando. Pero para saber esto y mucho más tendréis que esperar al quinto y último tomo”.
Si todo sale bien, ese quinto volumen se publicará para finales de 2020. ¿Qué hará Luis tras dedicar casi diez años a este hito del cómic español: “Después de Orlando y el juego... no lo sé, tengo un libro nuevo escrito y aguardando a ser dibujado y tengo muchas ganas de hacerlo, pero todo a su tiempo”.
No dejéis escapar la oportunidad de acompañar a Marcel y Orlando en sus viajes temporales, en este gran cómic destinado a convertirse en un clásico de las viñetas.