'Hitler vs. Picasso', el documental sobre la obsesión nazi por el arte
- Se estrena en cines un recorrido sobre el gran expolio artístico de los nazis
El astrónomo, el cuadro del pintor holandés del siglo XVII Johannes Vermeer, era una de las obras de preferidas del aficionado al arte Adolf Hitler. Cuando el ejército alemán entró en París en 1940, el lienzo se incautó a la familia Rothschild y una esvástica fue estampada en el reverso. Hitler quería que formase parte del Museo que proyectaba para su ciudad natal, Linz. Pero sus planes se abortaron mientras Alemania iba perdiendo la contienda y El astrónomo, junto a miles de piezas de arte de incalculable valor, terminó escondido en la mina austriaca de Altausse. Los planes de Hitler eran que todo fuese destruido antes de caer en manos enemigas.
Es una de las muchas historias de Hitler vs. Picasso, un documental sobre el gran expolio nazi dirigido por el italiano Claudio Poli. Narrado por el actor italiano Toni Servillo se estrena en salas (por tiempo limitado) el 19 de noviembre.
Los soldados nazis saquearon aproximadamente un 20% del arte realizado hasta esa época. En paralelo a la invasión militar, el III Reich se lanzó a acumular, catalogar y esconder una ingente cantidad de obras de arte. Al margen de lo robado a los museos de países conquistados, muchas de ellas eran sustraidas a ricas familias judías.
La mayoría de esas obras de artes todavía no se han recuperado. A Hitler, un pintor aficionado que fue rechazado en las Academia de Bellas Artes de Viena, le obsesionaba la conexión entre cultura e identidad cultural. Por un lado, condenó lo que calificaba como arte ‘degenerado’: prácticamente toda la corriente que une al impresionismo con las vanguardias de principios de siglo. Y, por otro, amasó todo el arte clásico que, en su opinión, conectaba con la estética aria.
“Les interesaba porque entendían que el arte, aunque no pretenda ser político, siempre tiene un mensaje político. Les obsesionaba porque buscaban una estética fuerte y querían conectarla con expresión cultural antigua”, explica el director en una entrevista para RTVE.es. El documental también apunta a que los nazis buscaban ‘revestir’ su origen burgués con los caros gustos artísticos de la nobleza alemana de siempre.
En el cénit de su poder, poco antes de la entrada de EE.UU. en la guerra, un ejército de marchantes, comisarios y críticos de arte, se dedicaba a la catalogar y esconder una inmensa colección. La división tenía el nombre de Reichsleiter Rosenberg.
Arte 'degenerado' para financiar la guerra
Otro aspecto interesante es que el arte calificado como ‘degenerado’ era en realidad muy apreciado para los nazis: vendían en suiza obras de vanguardia expoliadas para financiar su maquinaria de guerra. “Por supuesto mucha parte fue destruido, pero de manera oculta lo vendían también porque tenía un valor en el mercado. Y los nazis, sobre todo en la segunda parte de la guerra, necesitaban ingresos”.
No todo fue destruido o vendido. El documental recuerda el alucinante caso del ‘tesoro de Munich’: el descubrimiento en 2012 de 1.400 obras de arte consideradas perdidas desde el final del régimen nazi que atesoraba Corneluis Gurlitt, hijo del coleccionista alemán Hildebrandt Gurlitt.
Muchos tesoros quedan aún por descubrir y esperan un final feliz como el de El astrónomo: recuperado en la galería de la mina, fue devuelto a los Rothschild, adquirido más tarde por el Estado francés y exhibido desde 1983 en el Museo del Louvre.