El conflicto de las lenguas coloniales desgarra Camerún
- Se recrudece la violencia entre los grupos independentistas de la región anglófona y el Ejército
- Hay más de 400.000 desplazados, 30.000 refugiados y alrededor de 3.000 muertos
En Camerún nadie quiere hablar. En un país con más de 240 lenguas propias y con dos idiomas oficiales de origen colonial, francés e inglés, se ha desatado un conflicto entre el Gobierno francófono y las dos regiones de herencia inglesa que limitan con Nigeria, al oeste del país, que deja ya miles de víctimas.
El presidente comerunés, Paul Biya, en el poder desde 1982 y reelegido recientemente para un séptimo mandato, no está dispuesto a dialogar con los líderes independentistas. En su toma de posesión declaró que el Ejército se encargaría de acabar con el terrorismo secesionista y, desde su reelección el pasado 22 de octubre, los ataques se han incrementado y han costado la vida a medio centenar de personas, según los medios cameruneses.
"Es una auténtica guerra civil en la que se han encontrado fosas comunes de ambos bandos", asegura Chema Caballero, experto en mediación de conflictos. Amnistía Internacional cifra en 400 el número de personas que han perdido la vida durante el último año en las dos regiones anglófonas del país, la del Suroeste y la del Noroeste. Los testimonios recopilados por RTVE.es, sin embargo, apuntan a una cifra de más de 3.000 muertos.
"Es una guerra. Los líderes de la Ambazonia -nombre con el que se conoce la región anglófona independentista- están secuestrando a la gente que no obedece sus consignas", explica un camerunés de Barfoussam, una ciudad francófona en la frontera con la región de habla inglesa. "Los guerrilleros no quieren que los niños vayan a las escuelas. Si no obedeces, te secuestran o te matan", sentencia este joven que justifica la acción del Ejército del país para defender la unidad territorial: "Las Fuerzas Armadas también están matando a estos chicos guerrilleros de la Ambazonia”.
"No podemos calificar esto como una situación de guerra", explica Solomon Richard Ndo, primer consejero de la embajada de Camerún en España en una entrevista concedida en su sede diplomática a RTVE.es. "Un país no puede hacer la guerra contra sus propios ciudadanos, podemos simplemente calificarla como una crisis sociopolítica interna. No hay guerra, no se puede hacer la guerra contra los hermanos", aclara el representante del gobierno camerunés.
Secuestros y ejecuciones extrajudiciales
Sin embargo, el 21 de noviembre, un cura keniano fue tiroteado y asesinado en la localidad de Kembong, ubicada en la Región Suroeste. El sacerdote católico, de 33 años, fue identificado como Cosmos Omboto por las autoridades camerunesas. El hombre se encontraba frente a su parroquia cuando fue alcanzado por varias balas en el pecho y el abdomen, según el relato publicado en el diario local Journal du Cameroun. Se desconoce la autoría del atentado. Como es habitual el Ejército culpa a los milicianos separatistas de las Fuerzas de Defensa de la Ambazonia al mismo tiempo que estos culpan al ejército camerunés.
El 13 de noviembre, otras 15 personas perdían la vida en el enésimo enfrentamiento entre el Ejército y los grupos armados independentistas. Aún no se había cumplido un mes de la muerte a balazos de Charles Wesco, el misionero protestante de nacionalidad norteamericana, que también fue tiroteado durante una escaramuza similar entre la guerrilla y el Ejército en la Región Noroeste.
Tres claretianos han sido secuestrados este sábado, 24 de noviembre, en la región anglófona del suroeste de Camerún, según informa la agencia de noticias del Vaticano especializada en territorios de misión, Fides News. Se trata de Jude Thaddeus Langeh Basebang, del padre Placide Muntong y de un estudiante de la misma congregación religiosa. Según los testigos, fueron secuestrados por hombres armados en el camino a Muyenge, adonde se dirigían para una misión de asistencia en la parroquia local. No hay más información sobre la autoría del secuestro.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha denunciado el clima de "miedo" en el que viven los residentes en las regiones anglófonas de Camerún donde ha acusado a los separatistas de cometer secuestros y asesinatos y a las fuerzas gubernamentales de llevar a cabo ejecuciones extrajudiciales.
"Estamos profundamente preocupados por el recrudecimiento de la violencia en las regiones Suroeste y Noroeste de Camerún", de mayoría anglófona, indicaba la semana pasada la portavoz del Alto Comisionado, Ravina Shamdasani, que ha precisado que la oficina que dirige Michelle Bachelet "sigue recibiendo informes de secuestros y asesinatos por parte de grupos armados así como de ejecuciones extrajudiciales por parte de las Fuerzas Armadas".
La ONU señala que hay indicios de que el Ejército de Camerún ha ejecutado sin juicio previo a varias personas durante los últimos meses. El pasado 20 de octubre, en Rom (Noroeste), el Alto Comisionado para los derechos humanos recibía una denuncia por el asesinato de cuatro personas en una confrontación con secesionistas armados. También han recibido documentación sobre otras dos posibles ejecuciones extrajudiciales de dos presuntos separatistas abatidos el 24 de septiembre.
La gran huida
El conflicto ha provocado una huida masiva de la población. La agencia de Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) calcula que 436.000 personas han abandonado la zona huyendo de las regiones del suroeste y noroeste; y más de 30.000 han buscado refugio en la vecina Nigeria.
Cifras que no coinciden con las que maneja el Gobierno de Camerún. Oficialmente, el país africano tenía contabilizados el 21 de noviembre "74.994 desplazados internos en las dos regiones y 21.291 refugiados", puntualizan desde la embajada de Camerún.
La mayoría de los desplazados han buscado cobijo en casas de familiares y amigos de la parte francófona. "También han comenzado a surgir campamentos informales de desplazados a las afueras de algunas ciudades", apunta Chema Caballero en conversación telefónica con RTVE.es.
En su último informe, fechado el 9 de noviembre, ACNUR también advertía de la presencia de 30.000 cameruneses buscando refugio en Nigeria. En la última quincena habían contabilizado 600 llegadas a los asentamientos de refugiados.
Cuatro de cada cinco personas registradas son mujeres y niños que han huido de sus hogares cuando las protestas comenzaron a tornarse violentas. La mayoría proceden de las provincias de Akwaya y Eyumojock.
Las escuelas, objetivo prioritario
Entre enero y septiembre de 2018, más de 30 escuelas han sido incendiadas y gravemente dañadas, según consta en el informe de Amnistía Internacional sobre Camerún.
A principios de noviembre, 79 estudiantes y dos profesores de una escuela de secundaria presbiteriana en Nkwen fueron secuestrados por presuntos separatistas anglófonos, y liberados 48 horas después. En las dos últimas semanas se han notificado a la oficina de Derechos Humanos de la ONU el secuestro de ocho estudiantes y un empleado en Kumba, en Suroeste, y al menos trece monjas ceca de Bamessing-Ndop, en Noroeste. "Todos fueron liberados posteriormente, después de que algunos padres pagaran rescates y la diócesis católica de Kumba interviniera", ha precisado la portavoz del Alto Comisionado, Ravina Shamdasani.
Entre noviembre de 2016 y septiembre de 2017, justo antes del inicio de los enfrentamientos directos entre la guerrilla independentista y el ejército de Camerún, se cerraron decenas de escuelas debido a las huelgas y boicots convocados por sindicatos y miembros de la sociedad civil. Los grupos extremistas que abogan por la secesión para formar un nuevo país lanzaron varios ataques contra los centros educativos que "incumplían el boicot".
Distintas ONG han criticado el fuerte despliegue del Ejército y su desproporción en el uso de la violencia. El embajador de Estados Unidos, Peter Henry Barlerin, denunció tras reunirse con el presidente Paul Biya que el Ejército cometía "asesinatos selectivos", practicaba detenciones ilegales, y provocaba "incendios en aldeas" en las regiones angloparlantes del país. También los grupos separatistas han sido acusados de quemar más de 40 escuelas, de secuestrar a funcionarios francófonos y de violar los derechos humanos. Sus autodenominadas fuerzas de defensa pretenden que la parte anglófona del país sea ingobernable para que no pueda aprovecharse de ella el Estado. "La población está entre dos fuegos", sentencia Amnistía Internacional.
Desde la embajada de Camerún insisten en que la violencia viene de los grupos armados secesionistas. "La verdad sobre el terreno es que hay agresiones hacia la población civil y hacia las fuerzas del orden, encargadas de la seguridad por estos grupos secesionistas. Han atacado edificios públicos, hospitales, domicilios privados… Hasta ahora, han asesinado a 80 efectivos de estos cuerpos", explica Ndo.
El origen del conflicto
A Camerún se le conoce como 'la pequeña África' por su diversidad paisajística y cultural. En su territorio se encuentra un resumen de todo el continente. Cuenta con playas, desiertos, montañas, selvas tropicales y sabanas. Sus dos idiomas oficiales son el inglés y el francés, pero se hablan otras 242 lenguas en una tierra con más de 200 grupos étnicos diferentes. Por su Índice de Desarrollo Humano ocupa el puesto 150 de 186, siendo uno de los más bajos del África Subsahariana.
Las provincias anglófonas, unidas a las regiones francófonas después de la independencia alcanzada el 1 de enero de 1960, siempre han reivindicado su propia autonomía. En particular, piden poder utilizar el inglés, en lugar del francés, en los actos públicos y en las escuelas. También piden que en los tribunales se aplique el sistema de la common law británica en lugar de los códigos de origen francés que están en vigor en otros lugares del país. Si en los primeros años después de la independencia, se reconocía una cierta forma de autonomía, con el tiempo los anglófonos han visto cómo iban disminuyendo sus derechos al tiempo que empezaban a sentir una cierta asimilación.
La crisis del separatismo comenzó en 2016 con protestas pacíficas por un uso más igualitario del inglés en tribunales y centros educativos -en una nación en la que el 80 % de la población es francófona-, pero se recrudeció a finales de 2017.
"Estos grupos sólo pretenden aprovecharse de las reivindicaciones de los maestros. Pero son una minoría. La mayoría de los cameruneses o residentes de las dos regiones, solo quieren vivir en paz en un Camerún unido", explica el diplomático camerunés Solomon Richard Ngo.
En 2017, tras una fuerte represión por parte del Ejército, varios grupos separatistas comenzaron a exigir por medio de las armas mayores derechos, así como la independencia de las dos zonas anglófonas de Camerún, territorio al que ya han bautizado como República de la Ambazonia.