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Carlos Acosta: "En la danza pones tu salud en riesgo para darle placer a otro"

  • El bailarín ha sido nominado a los Goya por el biopic sobre su vida dirigido por Icíar Bollaín

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El bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta.
El bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta.

“Mi mundo es mi arte, mi casa es mi arte”. Carlos Acosta (La Habana, 1973) recuerda las palabras de su padre, Pedro Acosta para definir su vida. Fue el artífice de que un pobre niño cubano llegase a la cima del ballet mundial. Porque Acosta tenía un don. Su vida quedó plasmada en una autobiografía (Sin mirar atrás) que Icíar Bollaín ha filmado en Yuli, la película por la que el propio bailarín ha recibido una nominación como actor revelación en los próximos Goya.

“Es increíble, ¿no? Me mando Juan Gordon (productor de la película) un mensaje. Yo estaba en Cuba y lo vi cuando me desperté. Se formó un revuelo, no me lo esperaba. No se lo esperaba nadie”, dice Acosta recién llegado a Londres, en una entrevista para RTVE.es. En la capital británica conoció la cima de su carrera como primer bailarín del The Royal Ballet a finales de los 90. Un improbable destino para un niño pobre y mulato que solo puede explicarse por las miserias y glorias de Cuba.

“En Cuba se hicieron muchísimas cosas bien, que son ejemplo de humanidad: la educación gratuita, que dio oportunidades a familias humildes como la mía. Estudiar en otro país, con el conocimiento, zapatillas, mallas, todo gratuito. Es algo inspirador”, recuerda el bailarín, al que su padre inscribió en la renombrada Escuela cubana de ballet (“donde una vecina nos contó que daban comida”) al observar su talento para el baile callejero y break dance a comienzo de los 80.

Yuli relata la peripecia de Acosta en tres fases: la infancia (interpretada por el niño Edlison Manuel Olbera Núñez), la juventud (Keyvin Martínez), y la madurez que encarna el propio Acosta. Yuli es, en primer lugar, la relación con su autoritario padre y el gigantesco sacrificio personal de Acosta. ¿Valió la pena?

“Realmente, sí. Gracias a la danza y a todo lo que mi padre me empujó he llegado a todas las latitudes. Hablo italiano, inglés y mis horizontes son más amplios. Si me hubiera quedado en el contexto cubano no tendría la visión panorámica que tengo hoy”, explica.

Así es 'Yuli', la película de Iciar Bollaín sobre la estrella de ballet cubana Carlos Acosta

El guionista Paul Laverty no desaprovecha la ocasión para reflexionar en Yuli sobre las dificultades de la revolución. “Lo que llamamos el Período especial (a comienzo de los 90) fue brutal. En España o cualquier otro país habría terminado en una guerra civil. Los apagones de 20 horas diarias, la comida casi no existía, las familias más pobres no tenían salida. Era el humano contra el humano. Si dejabas la puerta abierta, tus vecinos venían a robarte”, recuerda Acosta. “Pero el pueblo cubano es símbolo de resistencia y nunca perdió el espíritu. Siempre estuvo su música, el mar, su historia y su optimismo. Y todavía están batallando”.

El biopic es también aprovechado por Icíar Bollían para reivindicar la danza, un arte casi sobrehumano. “Reúne muchos factores. Tienes que ser músico hasta cierto punto, tienes que ser actor, tienes que ser atleta de alto rendimiento y tienen que tener una dureza de mente extraordinaria para resistir ocho horas al día todos los días de la semana y bloquear el dolor”, resume. “Al mismo tiempo es muy satisfactorio: transmitir toda la gama de emociones, ver a la gente con los ojos aguados. Y tú sabes que has puesto tu salud en riesgo para darle placer a otro. Es casi como una religión”.

Carlos Acosta no podrá acudir en principio a la ceremonia de los Goya el 2 de febrero en Sevilla. Es el presidente del jurado en el Prix de Lausanne, el prestigioso certamen de danza para jóvenes talentos. El mismo que Acosta ganó en 1990 y dio comienzo a su leyenda.