La inestabilidad empaña el 20 aniversario de la entrada del euro en los mercados financieros
- El 1 de enero de 1999, el euro comenzó a cotizar en los mercados financieros internacionales
- Dos décadas después, la moneda común arrastra desequilibrios y se cuestiona su supervivencia
La construcción de la Unión Europea alcanzó hace ahora dos décadas un hito inigualable: un día como hoy hace 20 años, el euro comenzaba a operar en los mercados financieros mundiales. Y a punto de entrar en la madurez, consolidada como la segunda divisa de reserva del mundo, la moneda única arrastra todavía desequilibrios notables que hacen patente la necesidad de una reforma de su estructura, pese a las dificultades para cerrar un consenso al respecto entre los 19 países que integran la zona del euro.
"Fue un salto hacia adelante y luego se han ido viendo dificultades", resume para RTVE.es el asesor del fondo Multiciclos Global de Renta4, Juan Ignacio Crespo. El 1 de enero de 1999, diez países comunitarios fijaron sus tipos de cambio -en España, cada euro equivaldría a 166,386 pesetas- respecto a la nueva moneda y el euro saltaba a los mercados internacionales.
Además, se constituyó el Eurosistema, el organismo responsable de definir la política monetaria, formado por el Banco Central Europeo (BCE) y todos los bancos centrales de los países de la zona del euro. Se abría así un período de transición que finalizó el 1 de enero de 2002 con la puesta en circulación de la nueva divisa y la retirada de los billetes y las monedas nacionales; España decía entonces adiós a la peseta.
"Todo el mundo sabía que iba a ser un proceso muy complicado por dos razones: la primera porque las economías de los distintos países de la zona euro no estaban creciendo al mismo ritmo y la segunda por la existencia de divergencias en la productividad de los mismos", apunta Crespo.
El euro, en el punto de mira
Son muchos los factores que explican que, dos décadas después de su nacimiento, la moneda común aún se tambalee: la pérdida de confianza en las instituciones, la merma del liderazgo tecnológico, el auge de los populismos y las fuerzas eurófobas, los persistentes y elevados niveles de desempleo, el envejecimiento de la población y, en los últimos meses, el Brexit. Sin embargo, culpar al euro de las debilidades del proyecto comunitario se ha convertido en algo cotidiano.
Por una parte, debido a los altibajos que la cotización de la moneda común ha registrado en estos años de vida, y que se interpretaban como una amenaza de desaparición. Su valor fue apreciándose tras su puesta en circulación, permitiendo a los europeos viajar a Estados Unidos con una moneda muy ventajosa (llegó a alcanzar los 1,5 dólares por euro en 2008); tras la crisis se aproximó a la paridad con la divisa americana (1,0397 dólares por euro); y en los últimos tiempos parece haberse estabilizado, aunque continúa por debajo del valor en el que comenzó a cotizar (1,1446 dólares, al cierre de 2018).
Por otro lado, los desajustes que la caída de Lehman Brothers provocó en el continente europeo llevaron incluso a cuestionar su viabilidad. "El mundo tuvo la crisis más grave desde los años 30 y, posteriormente, la zona euro tuvo una crisis adicional muy dura. Este ha sido el principal agujero, pues ha tenido unas consecuencias económicas y sociales tremendas, sobre todo en países como Grecia, Italia o España”, explica el Responsable de Economía de Analistas Financieros Internacionales, Gonzalo García.
Para García, nuestro país ha conseguido salir de esta época de recesión y "el saldo es positivo", ya que, por ejemplo, el PIB desde el año 1999, pero "el objetivo final del proyecto comunitario, que es el aumento de la prosperidad de todos los países miembros que participan, solo se ha conseguido en parte", advierte.
¿Existe alguna solución?
En este contexto, la necesidad de una reforma se hace evidente -así lo acordaron los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en la última Cumbre Europea celebrada en diciembre- y ambos expertos coinciden en que es necesario continuar moldeando las instituciones comunes.
"Además, tiene que venir acompañada de la confianza entre los distintos miembros del euro. Es un proceso gradual, pero hay que aprovechar este momento para sentar las bases del mismo. En ese sentido, la última reunión del Consejo Europeo ha sido decepcionante: no se han sentado las bases de ese progreso", asegura García.
Durante el encuentro del Eurogrupo, los Gobiernos de países con moneda única se mostraron convencidos de que la unión monetaria no puede sobrevivir sin una verdadera unión bancaria. También apostaron por la reforma del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y por la puesta en marcha de un presupuesto comunitario -cuyas características quieren tener acordadas en junio de 2019-.
"En el futuro hay que plantearse la necesidad de un Tesoro común, porque, a la hora de aplicar políticas de rigor presupuestario o políticas expansivas, Estados Unidos tiene una gran ventaja sobre la zona euro y es tener ese organismo para aplicar esas políticas para todo el país", afirma Crespo, que añade: "Solo hay que copiar lo que han hecho en el país americano a lo largo de la historia".
El futuro de la moneda comunitaria
Y a pesar de todos los obstáculos, la Eurozona ha sabido aprender de los errores del pasado y ahora se enfrenta con madurez a su tercera década de existencia.
"Su nacimiento fue muy brillante, luego ha tenido una adolescencia muy complicada y ha pasado momentos muy duros, en algunos casos que amenazaban su viabilidad, pero, tras 20 años de existencia, tiene unos fundamentos más sólidos, no solo económicos, sino también políticos”, defiende García.
En este sentido, el Banco Central Europeo ha desempeñado un papel fundamental. Continúa siendo la principal institución comunitaria, y según el responsable de AFI, "ha aprendido, ha mejorado y ha dado respuesta a las necesidades y urgencias de cada momento de manera bastante razonable, sobre todo durante la etapa de Mario Draghi",
Ambos expertos confían en la supervivencia de la divisa comunitaria y auguran un dilatado futuro a largo plazo, aunque siempre dentro de sus particulares circunstancias. "La zona euro avanzará como los malos alpinistas, cuando no pueden retroceder", vaticina Crespo.