Tú usas el móvil, yo pongo las normas
- El 70% de los chavales entre 10 y 15 años tiene teléfono móvil con acceso a internet
- La Fundación ANAR propone un contrato padres-hijos para controlar su uso
Un grupo de chicos y chicas se arremolinan alrededor del banco que hay en la puerta de su instituto. Están juntos, pero cada apenas se dirigen la palabra: cada uno está pendiente de su teléfono móvil.
Prácticamente todos lo tienen: el 69,8% de los niños y adolescentes entre 10 y 15 años, según la “Encuesta sobre obre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares” elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado mes de noviembre. Más del 90% de ellos tiene acceso a internet.
Controlar el uso de estas nuevas tecnologías no es fácil, pero es imprescindible según Diana Díaz, directora del teléfono de ayuda de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo). Y lo mejor es hacerlo con diálogo. Por eso ANAR propone un contrato entre padres e hijos en el que se recogen las condiciones bajo las que los menores pueden utilizar el teléfono. Una manera de darles conexión con el mundo, pero con control.
No son conscientes de los riesgos
“Las nuevas tecnologías tienen ventajas pero también riesgos, y por tanto hay que regular su uso”, cuenta Díaz a TVE.
Para empezar, ¿a qué edad es aconsejable que tengan móvil? La edad ideal, según los expertos de ANAR, serían los 15 años, cuando tienen la madurez necesaria para enfrentarse a sus peores peligros, como el bullying y el sexting. Pero ahora mismo es una quimera.
“Se lo hemos comprado a la mayor con 12 años, cuando ha empezado el instituto, para estar más comunicados” cuenta Rosi, madre de dos chicas de 10 y 12 años. “Pero llevan usando el mío un par de años, con grupos de whatsapp de amigos del cole que, como era mi teléfono, yo podía leer”. Aunque también reconoce que se lo pedían “para ver vídeos, y sobre todo, grabarse ellas mismas”. “Siempre les insisto en que no manden estos videos a nadie que no sea del grupo que yo controlo”.
Diana Díaz insiste en la madurez a la hora de entregar un teléfono personal a un menor: “Dárselo cuando estemos dispuestos a darle la llave de casa y dejar que ande solo por la calle. Porque los riesgos que se encuentran en la calle, de manera presencial, son los que van a estar al otro lado de las tecnologías”.
Puerta de entrada de desconocidos
En el teléfono de ayuda a niños y adolescentes de la Fundación ANAR (900 20 20 10) saben bien las consecuencias del mal uso de las tecnologías: “Las llamadas más dolorosas hablan de personas que se hacen pasar por amigos de otros amigos en las redes sociales, recopilan información personal, piden fotos de carácter privado y acaban chantajeando a los menores, para obligarlos a tener un encuentro personal e incluso mantener relaciones sexuales no consentidas” cuenta Díaz a TVE. “El cyberbulling, el cyberacoso a través de las redes, la violencia de género entre adolescentes… hay casos a diario”, dice.
Por eso, una de las primeras normas que recoge el contrato es que los chavales no agreguen a sus redes sociales a personas que no conozcan en el mundo “real”. Y que estudien muy bien los datos que comparten en sus perfiles, porque cualquier foto o comentario puede entrañar un riesgo : “Nunca hay que dar datos de contenido privado, ni propios ni de la familia o amigos. No hay que contar dónde vivimos, donde vamos a pasar la tarde, dónde vamos de vacaciones… Es información con la que nos pueden hacer daño”, detalla Díaz.
Especial incidencia hace en las fotos y vídeos con contenido íntimo: “Se lo envían a gente en la que hoy confían, pero mañana puede hacerlo público y ese material, fotos y vídeos, sí que nos hace mucho más vulnerables”.
Y hay que fomentar la confianza entre padres e hijos: pedirles que nos cuenten cualquier contacto extraño o peligroso, y que no borren las conversaciones, que podrían servir de prueba si hay algún comportamiento denunciable.
Apps de control parental
En el contrato de ANAR detallan que "el móvil no es un juguete. Y deben saber que, aunque sea suyo, no es privado. Los padres somos responsables legales y debemos tener acceso al teléfono, porque las responsabilidades del mal uso que haga de él van a repercutir en nosotros", explica Diana Díaz.
Debe quedarles claro que los padres van a controlar el uso. Para ello existen multitud de aplicaciones, muchas gratuitas, que actúan de filtro: “Podemos tener la tranquilidad de que nuestros hijos van a tener acceso solo a tipos de contenidos adecuados, porque si no podrían acceder a contenidos violentos, que fomenten las tendencias suicidas, a autolesionarse, a tener trastornos de alimentación… Ellos no tienen la madurez necesaria para discriminar cuáles son los contenidos adecuados”, insisten desde ANAR.
Controlar el tiempo de uso y la ocasión
En Francia se ha prohibido por ley que los menores de 15 años utilicen el móvil en los centros educativos. Desde ANAR creen que aquí también se debería legislar al respecto.
En su contrato, proponen prohibir claramente que el menor lleve el teléfono al colegio o instituto. Y detallar claramente el tiempo y la ocasión en que pueden usarlo: “Es muy importante regular sobre todo el tiempo, el día, las horas a las que se van a conectar”. Dejarlo claro también ayudará a que se organice para hacerlo y vaya adquiriendo responsabilidades.
El Ministerio de Sanidad calcucla que un 18% de los menores entre 14 y 18 años hace un uso “compulsivo” de las redes sociales. Desde 2017 la Estrategia Nacional de Adicciones incorpora también las que no son a una sustancia sino a un comportamiento.
El aislamiento del exterior y la falta de relaciones sociales reales con consecuencias del uso abusivo del teléfono móvil. Hay que animar a los hijos a quedar con los amigos, y no sólo hablar con ellos en las redes.
Sentido común
Desde ANAR animan también a examinarse a uno mismo antes de firmar este contrato con los hijos: ¿Cómo uso yo el móvil? ¿Paso demasiado tiempo conectado? ¿Doy un buen ejemplo?
Y ser flexibles para negociar con los chavales algunas cláusulas del contrato, como las consecuencias de un mal uso (no poder usar el móvil una semana, pagar los gastos de cualquier cosa que se descarguen…), el horario de uso o si puede llevarlo a una reunión familiar.
“Debemos fomentar el buen uso, generar confianza” dice Díaz, para aprovechar las posiblidades que nos dan las nuevas tecnologías. Y, como todo en las relaciones entre padres e hijos, dejar claro que “si no estás de acuerdo, podemos hablarlo”.