La "salvaguarda" sobre la frontera irlandesa, principal obstáculo para el acuerdo del 'Brexit'
- La salvaguarda sólo se activará de manera "temporal" en caso de que Londres y Bruselas no alcancen un acuerdo comercial
- El partido unionista norirlandés, que sostiene el gobierno de May, quiere el mismo Brexit para todo el Reino Unido
El Brexit se hará definitivamente efectivo dentro de apenas 71 días, pero Londres y Bruselas siguen encallados en el que ha sido el principal escollo desde el inicio de la negociación: el acuerdo sobre la frontera entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que impide a la primera ministra, Theresa May, ratificar el texto suscrito con sus socios comunitarios en el Parlamento de Westminster.
Bruselas planteó desde el primer momento la necesidad de establecer un "mecanismo de protección" o "salvaguarda" (backstop en la jerga de los negociadores) para impedir la aparición de una frontera física entre las dos partes de la isla irlandesa, por temor a que resurgiesen la división y la violencia.
El Gobierno de Theresa May se resistió inicialmente a la propuesta, pero acabó aceptándola. Un compromiso que se ha convertido en uno de los principales obstáculos para consumar el Brexit y que explica parcialmente la brutal derrota que sufría la primera ministra este martes.
El acuerdo negociado por May con la UE no convenció a los diputados, que veían con desconfianza la controvertida "salvaguarda" pensada para evitar una frontera fija entre las dos Irlandas. El plazo para presentar un plan alternativo del Brexit finaliza el lunes, 21 de enero.
El embrollo es complicado de resolver. La UE y Reino Unido no quieren una frontera dura en Irlanda y han buscado otras fórmulas, sin que hasta ahora fructifiquen. Irlanda no quiere volver al pasado y que se ponga en riesgo la estabilidad económica de la República y el Ulster, y mucho menos el proceso de paz entre las dos comunidades después de 20 años de convivencia, tras una guerra en la que murieron 3.600 personas.
Soluciones a la frontera clásica
¿Cómo evitar la reintroducción de una frontera clásica entre Irlanda, país de la Unión Europea, y la provincia británica de Irlanda del Norte, al tiempo que se preserva el Acuerdo de Paz de Viernes Santo de 1998? A ese reto, el acuerdo responde en dos tiempos.
La solución final pasa por la futura relación entre británicos y europeos, especialmente por un eventual acuerdo de libre comercio que todavía deben negociar y que regiría al término del período de transición, previsto hasta el 31 de diciembre de 2020, pero prorrogable dos años más.
Si, pese a todo, siguen sin una solución al término de la transición, se acordó un backstop o "salvaguarda", que pasa por crear un "territorio aduanero único" entre la Unión Europea y Reino Unido, sin aranceles ni cuotas en el mercado europeo para productos británicos.
Sin embargo, de cara a mantener la unidad del mercado único europeo y no solo la integridad de Reino Unido, Irlanda del Norte mantendría aquellas normas del bloque necesarias para evitar una frontera clásica en la isla, como las relativas a los productos agrícolas o las fitosanitarias.
Reino Unido o la Unión Europea podían poner fin a este protocolo sobre Irlanda, que acompaña el acuerdo de divorcio, en cualquier momento tras la transición, pero no unilateralmente sino de mutuo acuerdo.
Oposición de conservadores y unionistas
Sin embargo, es una fórmula que no convence a muchos de los teóricos apoyos de Theresa May: los sectores más duros del Partido Conservador, su propio partido, temen que esa solución, en principio temporal, se convierta en una ligazón permanente con la Unión Europea. Y no les han servido las "aclaraciones" que el lunes hizo la UE, garantizándoles que la salvaguarda sólo se activaría de manera "temporal" o hasta que haya una "solución mejor".
Además, el principal socio de Theresa May en el Gobierno es el DUP, el partido unionista norirlandés, que rechaza una fórmula diferente para el territorio del norte respecto al resto de Reino Unido. Los unionistas de Belfast no aceptan esa fórmula de mantener una frontera invisible en Irlanda: temen que, de facto, la frontera se traslade al mar de Irlanda, lo que sería tanto como separar a Irlanda del Norte del resto de Reino Unido.
En esa tesitura, los católicos han vuelto a lanzar la idea de la reunificación de Irlanda, una posibilidad recogida en los acuerdos de paz que cumplieron 20 años el pasado mes de abril, pero por ahora inconcebible para los protestantes del DUP. Uno de sus diputados, Nigel Dodds, se ha referido en los últimos días a la "salvaguarda" como "el veneno del acuerdo para la retirada [de la Unión Europea]"
La frontera invisible es inviable para los unionistas, que quieren que la región abandone la UE en las mismas condiciones que el resto del país, pues creen que cualquier divergencia reguladora podría afectar a su relación con el Reino Unido y favorecer en el futuro la posible reunificación de Irlanda.
El Gobierno de Dublín, por su parte, ha señalado en un comunicado que un Brexit duro “es un mal resultado para todos, incluida Irlanda del Norte”. “No es demasiado tarde para evitarlo y pedimos al Reino Unido que proponga cómo resolver este bloqueo de manera urgente”, concluye el texto.
Irlanda del Norte dijo "no" al Brexit
Nadie pensó en Irlanda del Norte cuando se llevó a cabo el referéndum sobre el ‘Brexit’ de junio de 2016. Se trata de una provincia en la que apenas vive el 3 % de la población del Reino Unido, alrededor de 1,8 millones de habitantes. Los británicos de la isla irlandesa optaron mayoritariamente por quedarse en la Unión (349.000 votos a favor de la salida frente a los 440.000 votos a favor de mantenerse en la UE).
Cerca de unas 35.000 personas y unos 6.000 camiones cruzan a diario esta inexistente frontera que, sin embargo, separa dos realidades bien diferentes. A un lado está Irlanda del Norte, al otro la República de Irlanda. A un lado, libras esterlinas; al otro, euros. "Pero existe un equilibrio, en cualquier caso, económico y social que ha traído la paz a la zona y que nadie quiere ver alterado", recuerda Miguel Ángel Idígoras, corresponsal de TVE en las islas británicas.