El choque entre Iglesias y Errejón, la ruptura definitiva en Podemos
- El partido se enfrenta a una profunda crisis interna de postulados y corrientes de cara a las próximas elecciones de mayo
- Desde las elecciones de 2015, 'pablistas' y 'errejonistas' han protagonizado múltiples desencuentros
El anuncio de Íñigo Errejón de que abandonaría las siglas de Podemos para concurrir con las de Manuela Carmena a la Comunidad de Madrid ha supuesto una fractura mucho mayor que cualquiera de las crisis anteriores en la formación, incluida Vistalegre II. Su ruptura con el líder de la formación, Pablo Iglesias va mucho más allá del ámbito autonómico, refleja una profunda crisis interna de postulados y corrientes que Podemos tendrá que afrontar a cuatro meses de las elecciones autonómicas y municipales.
Errejón, uno de los fundadores de Podemos y durante años mano derecha de Iglesias, cuenta todavía con el apoyo de muchos militantes del partido. Pese a su negativa de dejar Podemos, múltiples voces afines al líder le piden que dimita, mientras que Iglesias ha advertido de que Podemos concurrirá compitiendo contra Errejón.
Pero la ruptura entre ambos es la crónica de una muerte anunciada. Sus constantes discrepancias públicas, el #Íñigoasíno y las expulsiones y dimisiones de dirigentes y fundadores de la formación han ido erosionando la unidad en Podemos. A día de hoy, tan sólo quedan en el partido dos de los cinco profesores que fundaron Podemos: Iglesias y, por ahora, Errejón.
Atrás quedó la imagen de la unidad que representaban estos dos dirigentes junto con Juan Carlos Monedero, Carolina Bescansa y Luis Alegre en Vistalegre I (2014) - aunque Monedero no tiene cargo orgánico y abandonó el partido tras el problema con sus cuentas con Hacienda, sigue siendo una figura clave cercana a Pablo Iglesias-.
La investidura fallida de Sánchez
Todos sitúan el Consejo Ciudadano de Podemos en Vistalegre en 2017 como el inicio del cisma en el partido, pero en realidad, el distanciamiento comenzó poco después de obtener 69 escaños en las elecciones generales de diciembre de 2015, tras lo que surgió el debate sobre si permitir o no la investidura de Pedro Sánchez en marzo de 2016. Mientras que Errejón se mostraba favorable a apoyar a Sánchez, Iglesias exigía la vicepresidencia de un hipotético gobierno socialista y finalmente se decantó por no apoyarlo con esperanzas de adelantar al PSOE en próximos comicios.
Sánchez no fue investido y se convocaron elecciones con un resultado muy diferente al que Iglesias esperaba. Podemos perdió más de un millón de votantes en su coalición con IU, y las disputas entre Iglesias y Errejón cada vez eran más públicas. Incluso debatían por Twitter la estrategia del partido en cuestiones como si él debía o no “dar miedo” al resto de partidos con una posición más dura, mientras que el resto de dirigentes se iba posicionando a favor de uno u otro.
La crisis de Vistalegre II
Así, Podemos llegó dividido a su Consejo Ciudadano en Vistalegre para decidir quién sería su próximo secretario general entre ‘pablistas’, ‘errejonistas’ y anticapitalistas. Iglesias trató de abogar por la unidad, con frases como “necesitamos un Podemos que no sea el partido de Pablo Iglesias, (...) que pueda tener diferentes secretarios generales”.
Pero las discrepancias de poder, sobre el acercamiento a IU o al PSOE y sobre cómo atraer al resto de votantes se hicieron patentes en un Podemos “bicéfalo”.
Vistalegre II dio una victoria rotunda a Iglesias (89,03%) tanto en su candidatura para la Secretaría General como en su lista para el Consejo Ciudadano Estatal –“Recuperemos la ilusión”, logrando así el dominio casi absoluto del partido con el respaldo de la militancia. Tan sólo quedaron dos ‘errejonistas’ en la cúpula de Podemos, el propio Errejón y Rita Maestre.
Pero los discursos de unidad de vencedores y vencidos en aquel Vistalegre II contrastaban con un partido que acabó más dividido que nunca hasta entonces. La dirección nunca reconoció una “purga”, pero sustituyó un 65% de los responsables de áreas de Podemos a nivel nacional y provocó la salida de una veintena de ‘errejonistas’ a la política autonómica de Madrid, con Errejón a la cabeza y sin poder ya a nivel nacional.
El documento de Bescansa
La aparente calma en la dirección nacional tras Vistalegre II duró poco: hasta que el 28 de abril de 2018 se hizo público una propuesta de la fundadora y diputada de Podemos, Carolina Bescansa, dirigida a Errejón para disputarle a Iglesias el liderazgo del partido ante la "deriva política", una propuesta que fue rechazada tajantemente por el candidato a la Comunidad de Madrid, que llegó a tildarla de "delirante" e "inaceptable".
Tan sólo Bescansa salió perjudicada de esa crisis y renunció a ir de 'número dos' de Errejón en Madrid. Iglesias aseguró que mantenía su confianza en Errejón y anunció un acuerdo de "unidad" entre él y Ramón Espinar para las elecciones autonómicas de 2019. Un acuerdo que enfadó al sector de los anticapitalistas en Madrid, que se reflejó en la dimisión de Lorena Ruiz Huerta como portavoz de Podemos en la Asamblea.
Crisis territoriales
Madrid ha sido el mayor foco de problemas que le ha dado a Podemos. En marzo de 2016 la división ya era patente con la dimisión en bloque de diez dirigentes afines a Íñigo Errejón en rebelión contra la gestión del líder 'pablista' y fundador de Podemos Luis Alegre, que dimitió poco después y fue sustituido en primarias por Ramón Espinar. Poco después, Podemos destituyó a su secretario general, Sergio Pascual, afín también al sector 'errejonista', por lo que consideraba una "gestión deficiente".
La crisis local se trasladó a nivel nacional. En diciembre de ese mismo año, varios dirigentes afines a Iglesias arremetieron en Twitter contra Errejón bajo el hástag #ÍñigoAsíNo, reprochándole sus críticas a la destitución de José Manuel López por parte de Espinar como portavoz en la Asamblea de Madrid, y considerando que generaba división dentro del partido.
Aparte de las autonómicas, las elecciones municipales tampoco han contribuido a la unidad de Podemos. La imposición de Pablo Iglesias para que el exJemad Julio Rodríguez fuera el candidato a las municipales llevó a Carmena y a varios de sus concejales, incluida Rita Maestre, a desligarse de Podemos, que suspendió de militancia a sus dirigentes en Madrid. Sin embargo, el partido también tuvo que renunciar a una candidatura propia que compitiese contra Carmena en el Ayuntamiento. No así contra Errejón en la Comunidad, pese a que éste insiste en que sigue siendo el candidato de Podemos. "Íñigo no es Manuela", ha advertido Iglesias.
Las discrepancias con la dirección nacional también supusieron estragos en Cataluña, donde dimitió el secretario general de Podem Albano-Dante Fachín tras un largo historial de desencuentros y a las puertas de las elecciones catalanas del 21 de diciembre. En septiembre de 2018 anunciaba a su vez su dimisión el líder de Catalunya en Comú Podem y diputado del Parlament, Xavier Domènech, un peso fuerte del partido y cercano a Iglesias, tras una "profunda reflexión" y por estar "agotado política y personalmente" de la política.
Las elecciones en Andalucía el pasado 2 de diciembre supusieron un barómetro para todos los partidos y Podemos no ha salido beneficiado en ellas. Su coalición con IU, Adelante Andalucía, ha obtenido cuatro escaños menos que los 20 que lograron por separado ambas formaciones en 2015.
Con la extrema derecha en auge y con representación parlamentaria por primera vez -Vox obtuvo en Andalucía 12 votos-, y con Ciudadanos subiendo en las encuestas, Podemos se enfrenta con su cisma actual y más debilitado que nunca a unas elecciones autonómicas y municipales.