Ulises Mérida presenta un ejercicio de geometría y color
- El modisto parte siempre de los patrones rectángulares y cuadrados
- La colección destaca sobre todo por la intensidad del color
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Con los primeros compases del Danubio Azul comienza el desfile de Ulises Mérida porque el modisto quiere que “la mujer y la prenda bailen un vals”. El diseñador deja la aguja y coge la batuta para orquestar una sinfonía de formas, colores y tejidos que conforman una colección muy femenina, concepto que se replantea en la pasarela.
Ulises Mérida quiere que la mujer y el vestido bailen un vals, y para ello se inventa juega con las formas y los colores en una colección de patrones geométricos que se transforman nada más caer sobre el cuerpo de la mujer, o del hombre. Porque Mérida es capaz de todo. Vamos por partes.
El color es siempre su punto de partida. En esta ocasión mantiene algunos de sus colores fetiche, como los fucsias y amarillos que ahora van más contrastados, y permite el paso a novedosos verdes secos e intensos azules. No hay negro, nada. Mérida se desmarca así de una tendencia que arrasa en esta edición. “No me gusta, para mí no existe, y por eso he optado por marrones muy oscuros y el marino”, revela el manchego que utiliza el color en solitario, en juegos de bandas cruzadas sobre el cuerpo o en bloque de contraste de hasta tres tonalidades.
Otra de sus características es el patrón, siempre geométrico, como hecho con escuadra y cartabón.Sus piezas de tela se desprenden de sus ángulos y vértices cuando caen la mujer, adaptándose a cuerpo, adoptándolo, haciéndolo suyo para bailar el vals.
Sobre la pasarela destacan las corazas realizadas hechas por impresión 3D. Las llevan las modelos y el modelo, que ha hecho dos singulares salidas. “No es un chico con ropa de chica, no es un tío que se disfraza, es un hombre que lleva ropa de mujer tan solo porque le apetece. Y en el momento que se lo pone deja de ser mujer”, cuenta.
Las corazas están abiertas, rotas. “Me interesa destacar y valorar lo imperfecto, me gusta lo que parece roto, la belleza que hay en la imperfección. Me gusta la filosofía Wabi sabi”, dice, sumándose así al discurso de Ana Locking. Esa imperfección se advierte también en su gusto por las asimetrías que resultan especialmente atractivas en el punto acanalado.
Otra de las colaboraciones la hace con Piedad de Diego que se traduce en abrigos, estolas, chaquetas cortas y faldas de pelo largo. La piel, cuestionada y vetada por firmas tan importantes como Gucci o Chanel, abre la puerta al debate entre los defensores y los detractores que debería analizar, con objetividad, esta pasarela.
Dejando la piel aparte, la bandera de tejidos se llena con gazar de seda, satenes, tules y gasas pero también con lanas, punto grueso, tricot irregular, texturas enceradas y aplicaciones de lentejuela.
No faltan los vestidos de noche, fiesta y alfombra roja, un lugar en el que Mérida suele brillar. Los vemos muy sensuales, con la espalda al aire, y también muy sofisticados. “En esta ocasión he apostado por vestidos con volumen que llevan un cancán base en negro y encima he colocado un tejido con paillettes irisadas con forma de flecha”. Un diseño que se sale de lo que nos tiene acostumbrados, que traspasa el universo del diseñador, que se sale, un poco, de la zona de su confort.