Jorge Vázquez: "Antes esta pasarela jugaba en primera líga"
- El modisto reinterpreta la sensualidad y el exótismo de Yves Saint Laurent
- No me siento superior ni mejor, pero esta pasarela no encaja conmigo
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Un frondoso jardín recibe a los invitados al desfile de Jorge Vázquez. Es un guiño a los jardines de Majorelle que tanto inspiraron a Yves Saint-Laurent, porque el maestro francés es una de las referencias que Vázquez tiene en esta colección. Una propuesta de extremos, con aires exóticos, aromas del desierto y colores del cercano Oriente. “He utilizado mucho azafrán, buganvilla, geranio, los verdes… Me apetecía usar colores fuertes y todos los voy restando con negro y marino. La colección comenzó siendo minimalista, muy comercial, pero ha ido evolucionando y he introducido terciopelos, bordados tipo alfombra y estampados de tigres de Bengala, sobre rosa o negro. ¡Soy incapaz de decir no a los estampados!”.
Destacan un vestido negro y un abrigo capa en lana cashmere negra con bordados de lujo, dos prendas imponentes, como los vestidos en fucsia con profundos escotes decorados con lazos negros de distintos tamaños. Hay abrigos reversibles, vestidos de mangas abullonadas y otros que se drapean para girar sobre el cuerpo. Levantan los aplausos los vestidos en tul bordado y los diseños con lentejuelas en tono celeste, plumas y flecos.
Si antes fue la espalda, ahora el cuello es el centro de atención. Ahí Vázquez se arriesga con las tijeras, a veces provocando vértigo.
El diseñador juega a taparlo y destaparlo, a veces con sensuales lazadas que caen tapando, y rozando, la piel. Una colección atrevida, osada en el color, los estampados y los cortes. Algunos muy caprichosos y estrategicamente colocados, como los que llevan algunos vestidos de noche. Un estilo muy sexi, y muy femenino, muy alejado del romanticismo al que nos tenía acostumbrados. Un salto de nivel que traiga quizá un salto de pasarela.
Jorge Vázquez, que fue el ganador del premio L´Oreal a la mejor colección en julio de 2018, dice que le da la importancia justa a los premios porque, para él, el éxito es seducir al público y vender.
Tiene ocho tiendas propias en distintas ciudades y sabe lo que quiere la clienta. “La cosa está complicada, y es un tema de precios. Aquí no se valora el nombre ni la calidad, ¡Somos un poco mediocres!”.
Pero su clienta no. Y cada vez es más atrevida a la hora de los estampados, los escotes y los bordados. “Todas tienen sus básicos, a precios normales, pero luego me piden cosas más extravagantes, con los tejidos más ricos. La piel y el punto me han dado muchas alegrías”, confiesa.
Vázquez se sale de la zona de confort, la de las novias y los vestidos de alfombra roja, y se adentra en otros territorios, estéticos y estratégicos. “A veces digo me pregunto que qué hago yo aquí, en Ifema, cuando mi perfil es distinto. Yo todavía estoy esperando a que una influencer se ponga algo mío y se agote. A mí se me agotan las prendas que se ponen mujeres reales. No me siento superior, ni me siento mejor que mis compañeros, pero lo que veo no encaja conmigo, o yo no encajo aquí. Antes esta pasarela jugaba en primera liga, era muy potente pero ahora el concepto es otro”, revela el modisto. “¡Fíjate, ahora me veo el mayor de todos!”.