Palomo Spain, desde Rusia con pasión
- El modisto vuelve a Nueva York para presentar su colección '1916'
- Mezcla los ballets rusos de Serge Diaghilev y la España de principios del XX
“Una colección revolucionaria que cambiará el curso de la moda en el mundo”. Así calificaba el New York Times la colección ‘Opera-Ballets rusos’ que Yves Saint Laurent presentó en 1976. Un trabajo fruto de la devoción que el modisto sentía por la compañía de danza fundada por Serge Diaghilev y en la que destacaba, de forma especial, el vestuario, obra de Léon Baks.
La Rusia de los zares, el orientalismo que tanto marcó la moda occidental y los guiños a la ópera y el ballet marcaron aquella mítica colección en la que el francés mezcló moda y placeres, también sofisticación y belleza: desde las odaliscas de Delacroix a las mujeres de Ingres, de La chica de la perla de Van Eyck a la Marlene de Sternberg.
Han pasado más de 40 años de aquel desfile y ahora la fastuosidad, el exceso barroco y la sensualidad sin fronteras regresan a Nueva York de la mano y la aguja de Palomo Spain. Con una gran diferencia: sus diseños están pensados para el hombre.Un hombre nuevo, un hombre que se ha desprendido de convencionalismos y ataduras, sociales y estéticas. Un hombre que explora su feminidad para darle un nuevo signicado a conceptos ahora manidos.
Es por eso que en la colección, llamada' 1916', la sastrería tiene tanta presencia y también mucho peso. El traje se declina en todas sus expresiones, que van desde el clasicismo a la vanguardia, desde las tradiciones a la modernidad que hoy pasa por la destrucción de géneros a golpe de tijera, desde los trajes en negro que parecen llevar una superposición de torera y chaqueta a monos con chaquetas con cierto aire futurista.
Un trabajo menos excesivo que los anteriores, más conceptual y concreto. Palomo va desprendiendose de algunos artificios para poner el foco en el patrón y dar protagonismo a la prenda. Resulta fascinante, por su contención y sobriedad, el traje con camisa de cuello gola a juego, todo en gris. Un color que destaca por su solidez entre atrevidos rojos escarlata y verdes esmeralda.Colores de fuerte carga teatral para piezas con volumen y guiños al orientalismo de Diaghilev, aunque remezclado con la estética 'españolista' del cordobés.
Los cuellos van muy trabajados y vemos blusas con grandes lazadas y juegos de pliegues y volantes de aire engolado. Los tejidos suben de intensidad y varían de color. Vemos ricos tafetanes, sedas y terciopelos, como el de un pantalón de talle muy alto, muy torero. Palomo reinventa los españolismos de la moda y la cultura de su tierra descontextualizando los lunares, dando un nuevo uso al muaré, revisando el famoso sombrero de tres picos y deconstruyendo la estética goyesca.
Hay prendas fáciles de llevar y otras de fuerte dramatismo que destacan en la pasarela, como los abrigos y las capas, dos piezas que se desarrollan en esta colección jugando con los volúmenes y el tejido para conseguir resultados antagónicos.
Destaca la línea de lencería que Alejandro G. Palomo ha hecho en colaboración con la casa Andrés Sarda, que consta de prendas unisex que mezclan códigos, colores y texturas de la moda íntima femenina para reinventar con ellos la moda, no tan íntima, masculina. Un trabajo que anunció en Madrid en el desfile de la casa catalana. "Serán prendas cien por cien Palomo", decía entonces.
El joven, que es miembro del jurado de Maestros de la costura, el talent show que emite TVE y que ya va por la segunda temporada, logra así un paso más en su carrera, abriéndose mercados nuevos gracias a las colaboraciones ( como la que ha hecho con la empresa canadiense de lujo SSense ) y abriendo horizontes de negocio presentando sus colecciones fuera de Madrid.
A destacar el nuevo bolso del modisto, un tote bag hecho en Ubrique como los demás modelos, y los zapatos sevillanos de Reyes Hellín. Artesanía andaluza de primerísima calidad que cruza fronteras volando con Palomo.