'Roma', la intimidad y la épica de los recuerdos de Cuarón
- Con 10 nominaciones, podría ser la primera cinta en español en ganar el Oscar a mejor película
- Especial Premios Oscar
En una secuencia aparentemente periférica de Y tú mamá también (2001), la voz en off omnisciente señala que Tenoch (Diego Luna), un joven inmaduro de clase alta de viaje iniciático por el interior de México, recuerda al pasar por Oaxaca que su niñera, la mujer que lo había criado, le había repetido mil veces que esa era su tierra. “Sin saber exactamente por qué, Tenoch no dice en voz alta lo que piensa”, dice el narrador, mientras Tenoch mira con congoja el lugar.
Aunque tangencial en la narración, es un momento poderoso de la película que revela una profundidad encapsulada que Cuarón no se atrevía aún a liberar. Era un preludio de Roma, la película en la que Cuarón se lanza a explorar esa veta personal: la de su infancia y la mujer que le crío, nada menos.
Roma es un símbolo de cuestiones que tienen que ver con las convulsiones de la industria cinematográfica, aunque conviene olvidarse pronto de ellas. Sí, es difícil pensar que Roma existiese sin el poder económico de Netflix, poco o nada necesitado de rentabilizar directamente una producción concreta, y capaz de dar una libertad creativa a lso grandes presupuestos que en los últimos años apenas ha existido.
Y sí, la compañía de streaming se ha volcado en una campaña intensa con la que ha podido, primero, retratar al Festival de Cannes, en la encrucijada ahora de perderse películas selectas si no pasa por el aro de Netflix. Y, segundo, acentuar el falso de debate neófilo en el que ellos serían lo nuevo y por lo tanto lo bueno, y el resto dinosaurios anclados.
Su triunfo sería más interesante por ser una película rodada en español, lo que podría romper la tradición de la Academia de ignorar a las películas no rodadas en inglés. Nada impide premiarlas, pero hasta ahora solo han sido una nota exótica. Y, un año más, la lista de nominadas a mejor película palidece en la comparación con las nominadas a Mejor película de habla no inglesa (Cold War, Cafarnaúm, Un asunto de familia).
Aislando el ruido, Roma es una obra maestra. Filmada en el blanco y negro de la memoria, el escenario es la Ciudad de México en 1970. Es, básicamente la historia de dos mujeres: Cleo una ídígena mixteca que trabaja como niñera de una familia de clase media alta (para la que Cuarón encontró un diamante: la actriz no profesional Yalitza Aparicio). Su abnegada vida personal está ligada a la de su empleadora Sofía (Marina De Tavira). Lo que parece un plácido hogar, pronto muestra sus tensiones y disfuncionalidades.
Roma es una película de autor en el sentido más literal. Cuarón no solo la ha producido, escrito y dirigido. También ha asumido el montaje (como en Gravity) y, novedad, la dirección de fotografía, renunciando a su habitual colaborador y ganador de tres Oscars Emmanuel Lubezki.
El estilo Cuarón, sin embargo, continúa con los largos planos secuencia que ha trabajado mil veces en películas como Hijo de los hombres, Y tú mamá también o Gravity. Consciente de lo personal del material, Cuarón se acerca y a la vez toma cierta distancia de los personajes, atendiendo al detalle íntimo y al paisaje general, como en la épica recreación de la matanza de estudiantes del Jueves de Corpus de 1971
Más allá de las tramas, Roma está envuelta del misterio de las evocaciones. Si somos lo que recordamos, Cuarón ha levantado un monumento a su memoria.