'Sola', la historia real de una niña en la Guerra Civil
- Ricard Fernández y Denis Lapière recrean la vida en los pueblos durante la contienda
- “Debemos dejar por escrito los relatos familiares para que no se olviden”, asegura Ricard
El año pasado Ricard Fernández (EFA) (Sabadell, 1976) estuvo nominado al Premio Eisner al mejor pintor o artista multimedia por Monet. Nómada de la luz (Norma Editorial). Ahora publica su nuevo libro, Sola (Norma), con guion del belga Denis Lapière (Un poco de humo azul). La apasionante historia de una niña en un pueblecito, durante la Guerra Civil, que está basada en un personaje real.
“Lola es la abuela de mi mujer -nos cuenta Ricard-. Y me interesó mucho su historia porque, aunque no sea super-épica, me pareció muy interesante que una niña de siete años hubiera vivido con un batallón de soldados republicanos. Un momento de su infancia que, además, le pareció uno de los más felices de su vida, porque no tenía obligaciones ni responsabilidades. Porque después de la guerra, por causas familiares, fue un momento muy oscuro para ella”.
Para el guion, Ricard pidió ayuda al guionista Denis Lapière: “Él ha escrito varias cosas sobre conflictos bélicos en general y sobre la Guerra Civil en particular, como El convoy (con Eduard Torrent). Aparte de ser amigos, me gusta su sensibilidad a la hora de abordar estas historias humanas. Y buscando temas, salió el del papel de las mujeres en la Guerra Civil. Y en cierto momento recordé la historia de Lola. Y empezamos a trabajar en ello. Quería que la historia la escribiese otra persona porque yo estaba demasiado implicado”.
Una niña abandonada a su suerte
Sola cuenta la historia de una niña de casi siete años, separada hace tres años de sus padres por la Guerra Civil, que vive con sus abuelos en Isona, un pueblo de campesinos. Mientras todo enloquece a su alrededor, ella intenta compensar la ausencia de sus padres intentando descubrir el mundo, como cualquier niño de esa edad.
“Es una niña tan pequeña que no se da cuenta, pero prácticamente ha sido abandonada por su familia -asegura Ricard-. Por varias razones como la Guerra o el nacimiento de su hermana pequeña. Como cualquier niño, ella quiere sentirse amada y sentir que forma parte de una familia. Las decisiones que tomará serán para eso, para encontrarse con la familia soñada, que dejó atrás y que casi no recuerda. Aunque al final se dará cuenta de que esa ya no es su familia. Y construirá su familia con sus abuelos en el pueblo”.
“De la historia de Lola me interesaban varias cosas –asegura Ricard- lo primero que fuera una niña en la Guerra Civil. Lo que me permitía contar, no la historia de los que van a batallar, sino la de la gente del pueblo, la que sufre la guerra en la retaguardia. No las razones históricas ni la gente que toma decisiones, sino la gente que sufre las consecuencias. El que fuese una niña me permitía contar la historia desde ese punto inocente. Porque hay cosas que los niños se cuestionan las cosas de distinta manera que los adultos”.
“También me interesaba ese punto de vista de la proximidad -añade-. El que la historia fuera real y la protagonista fuese una persona muy querida de mi familia. Y el que todo sucediese en el pueblo en el que pasados todos los años las vacaciones con los niños: en Isona (que fue prácticamente destruido en los bombardeos de la Guerra Civil). Todo forma parte de mi ideología personal”.
“La Guerra Civil solo duró tres años –añade EFA- pero sigue siendo tema de debate y ha generado tanto material familiar, que sigue saliendo a la luz, que imaginemos lo que puede pasar con lugares como Siria, que ya lleva diez años de guerra. Y con esos críos. Creo que es interesante centrarse en los más desvalidos de las guerras como son los niños, las mujeres, los ancianos… que viven directamente las consecuencias de la guerra”.
“Por eso –continúa el dibujante- los personajes principales son la niña y sus abuelos. Esa gente que tenía hijos, sobrinos, nietos… que fueron a luchar al frente. Y de los que muchos desaparecieron. Me interesaba lo que pasaba con esas personas a las que, de la noche a la mañana, les bombardearon el pueblo dejándolo completamente devastado. Y que se tuvieron que buscar la vida para sobrevivir, sin apenas nada”.
“Este cómic lo he hecho por y para mis hijos”
El cómic nos muestra el choque de la inocencia de una niña con la terrible realidad. “Yo tengo dos chavales –asegura EFA- que cuando empecé a trabajar en la historia tenían más o menos la edad de Lola en el libro. Y, como padre, intenté ponerme en la piel de los niños y qué verían ellos, que están acostumbrados a sentirse queridos, a tener a la familia cerca… Cómo se sentirían si lo perdiesen todo de golpe”.
“Nuestra generación –asegura Ricard- suele recibir los relatos de la Guerra Civil de los historiadores, los políticos, los soldados, los periodistas… Explicando los movimientos, las razones, las estrategias… Yo quería mostrar los sentimientos. Un fresco más amplio de lo que nuestra generación desconoce. Podemos cagarnos en los Nacionales, en Franco... pero desconocemos el resto y tenemos que ir escarbando esas historias personales. Es un deber generacional sacar los relatos de la familia y dejarlos por escrito”.
“En gran medida este cómic lo he hecho por y para mis hijos. Para que sepan por lo que han pasado sus bisabuelos, que no todo es Playstation y Netflix. Para que quede como testimonio. Creo que hablar de estas cosas es un deber para nuestra generación”.
“Teníamos comida pero no teníamos puerta”
“Otra cosa que me interesaba mucho –asegura el dibujante-, aunque quizá no he reflejado demasiado en el libro, es lo que cuenta Lola de que, una vez que terminó la guerra, la vida retomó su curso muy rápidamente en el pueblo. Porque la gente tenía árboles frutales, conejos… Ella lo define diciendo que: “teníamos comida pero no teníamos puerta, mientras que en Barcelona, en las ciudades, tenían puertas pero no tenían comida”.
Por cierto que Lola tuvo una infancia muy corta: “Hay una cosa de esa generación que casi hemos olvidado y es que muchos de ellos se pusieron un año más en el DNI para poder trabajar. Por eso Lola se puso a trabajar a los 12 años y allí acabó su infancia. Y comenzó lo peor de la vida de Lola, el tenerse que ir a trabajar a la ciudad y alejarse de sus abuelos, que ella consideraba casi como sus padres, y de su pueblo, una localidad donde encontró a su marido y a la que sigue yendo todos los veranos. Y que sigue siendo su lugar preferido”.
Una documentación “emocional”
Como cualquier cómic histórico, la documentación es fundamental para dar verosimilitud a la historia. “Hay una parte de la documentación que es de memoria emocional por la conexión que yo tengo con ese territorio, porque veraneo en Isona -afirma Ricard-. Por ejemplo, sé el calor que hace en verano y el frío del invierno, porque es un sitio de mucho contraste. Como son los cielos, los caminos, la vegetación, los atardeceres…”
“Luego –añade- está el tema histórico, de las armas, los uniformes… que he cuidado pero tampoco me ha obsesionado. No necesitaba que al ver un capitán se reconocieran todos los detalles del uniforme, por ejemplo. Porque quería contarlo desde el punto de vista de la niña y ella no se iba a fijar en las medallitas o los adornos del uniforme”
“Si fui con mi mujer a intentar encontrar la casa donde vivían los soldados republicanos, en un pueblo cercano, que está prácticamente abandonado. Pero no lo logramos” –concluye-.
¿Es Heidi la protagonista?
Preguntamos a Ricard cómo ha adaptado el color de sus pinturas de la historia de Monet a esta sobre la Guerra Civil. “Venía con la carrera puesta de Monet por lo que quise continuar con el Gouache -asegura-. Pero tenía claro que el tratamiento iba a ser muy diferente. Un tratamiento mucho más sintético y naíf del color, de la figura, de los rostros… Porque quería mostrarlo desde el punto de vista de esa niña y con emociones muy fuertes. Porque cuando un niño se lo pasa bien se lo pasa muy bien, y si se aburre se aburre mucho. No tienen término medio”
“Hay otra cosa que hice inconscientemente y de la que me di cuenta después -añade-. Y es que el personaje es como Heidi. Una niña viviendo con unos abuelos en el campo. Y para mi, Heidi es Miyazaki, uno de mis referentes generacionales. Por lo que el cómic tiene casi un tratamiento de dibujo animado: el trabajo gráfico de los fondos y las figuras se dan la mano pero casi van por dos caminos distintos. El fondo es mucho más pictórico mientras que los personajes tienen un trabajo más de síntesis y de colores planos. Me salió de una forma muy natural”.
“Cuando mi hermano vio la portada exclamó: “¡Pero si es Heidi!” (ríe Ricard). Pero es una influencia de la que no me arrepiento. Y además, creo que viene muy bien para el relato”
“Lo que si hice conscientemente –añade- fue utilizar una base narrativa muy simple, casi siempre de seis viñetas y con un ancho parecido. Las tiras se dividen siempre en una, dos o tres viñetas, siempre iguales. He querido una narrativa simple y eficaz, sin artificios”.
En cuanto a sus proyectos, Ricard Efa nos cuenta que: “Ahora estoy trabajando en una novela gráfica que cuenta la adolescencia de Django Reinhardt, el guitarrista franco-belga, de origen gitano, de “Jazz manouche” (Jazz gitano). El guionista es Salva Rubio, con el que trabajé en Monet. Contamos sus primeros años como canalla en ese París que descubre el Jazz en los años locos de después de la Gran Guerra”
“El cómic está ambientado en una zona de París, ya desaparecida, que se llamaba “la Zona” y que era donde se reunían los gitanos y los parias de la sociedad. Tiene una parte que es mucho de cuento por esos gitanos nómadas, que viven en caravanas de circo… Y también vamos a contar cómo Django se convirtió en el gran artista que fue. Y es que, aunque triunfó muy joven, a los 17 años tuvo un grave accidente en el que se quemó la mano, y tuvo que volver a aprender a tocar”-concluye el dibujante-.