Oscar 2019: Entre lo previsible y lo inesperado
- Si de mi dependiera, el Oscar estaría entre Infiltrado en el KKKlan, El vicio del poder o Roma
- Especial Premios Oscar
Como cada año, me enfrento al reto intelectual, emocional, y a veces hasta psicológico, de tratar de desentrañar los misterios de las nominaciones a los Oscar a mejor película, volviendo a constatar, como cada año, que hay películas con las que me siento muy a gusto, y otras con las que no tanto. Otras, directamente, no acabo de entender que hacen ahí. Pero como ya es algo habitual desde la primera edición, y además, pasa en todos los demás premios que hay por el mundo (incluidos los de @DiasdeCine) haré de tripas corazón y trataré de acercarme a todas y cada una de las películas con la profesionalidad que se me presupone.
Por tratar de ordenar el sinsentido que un año más me parecen las nominaciones las agruparé por partes.
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La negritud en los Oscar
Últimamente, además de las variables habituales a la hora de escudriñar lo que pasa por la mente de los miembros (y miambras) de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas (o sea, quienes votan) hay que añadir otras variables. La variable 'negritud' es una de ellas que este año juega en dos ligas muy diferentes para mi gusto.
Black Panther (7 nominaciones) es una película entretenida, para mi gusto una más (ni más ni menos) de superhéroes al más puro estilo hollywoodiense (en su revisitación contemporánea a los héroes y heroínas de mallas y capas de distinta condición). La diferencia es que Black Panther tiene un título que es mucho más que un título, y que los superhéroes son negros.
Basada en comic que se remonta a los años 60 y que dio lugar a que las panteras negras tomasen como suyo el título del comic, poco puedo decir de Black Panther como película más allá de lo que ya he dicho. Lo pasé muy bien en el cine, pero ahí queda la cosa. Me da la impresión de que es más una película sociológica que una película en sí. En el cine donde la vi, un sábado, había un grupo de 10 chicas negras norteamericanas (no sé si debo decir “afroamericanas”) que aplaudieron a rabiar al terminar la películas. Por eso creo que a mí se me escapa algo, pero no creo que ese algo sea cinematográfico.
Donde si juega el cine, el de verdad, y jugando de verdad es en Infiltrado en el KKKlan (6 nominaciones), la película de Spike Lee, el sí, un auténtico superhéroe para sus hermanos negros. Su película sí habla de las cosas que hay que hablar y de la forma como hay que hablar en una película, y además lo hace sin renunciar a su estilo: desparpajo, insolencia, humor, y sin pelos en la lengua. De forma que con una forma cinematográfica brillante, Spike Lee nos cuenta una historia real, la de aquel infiltrado (negro) en el Ku Klux Klan que parece increíble, pero que fue.
Y de esa forma, Lee habla de cosas muy serias de una forma tremendamente amena y contundente, sin eludir el hablar claro sobre las cosas que quiere hablar. Infiltrado en el KKKlan está en las antípodas de Black Panther, y para mi gusto está a años luz como película. Y además, me parece que hace mucho más por la causa de la igualdad racial, pero también creo que es posible que me equivoque. A su favor Spike Lee tiene una de las (para mí) mejores películas del año en unos tiempos en los que se cuidan los detalles sobre igualdad. En contra, que Spike Lee es un bocazas impertinente tan necesario como molesto para el stablishment hollywodiense. Dicho esto, a mí me encantaría que ganase. Aunque solo sea por fastidiar. Estupendos, por cierto, John David Washington y Adam Driver.
Musicales y biopics (Déjà vu)
La verdad es que no acabo de entender como estas dos películas (que se ven muy bien, como Black Panther) están como finalistas en la categoría de mejor película.
Bohemian Rhapsody (5 nominaciones) es un biopic en toda regla, y a mí no me gustan los biopics. Si le quito la parte más melidrosamente biopic y me quedo con la parte más genuinamente rock, entonces la película me gusta y mucho, pero pesa más el biopic hagiográfico sobre el Gran Freddy Mercury. Siempre me pregunto si a estas grandes estrellas a las que (yo particularmente) admiramos les hacen falta estos retratos unidimensionales y casi angelicales cuando todo el mundo sabe que anduvieron (y disfrutando) por el lado salvaje del rock & roll.
Brian Singer dirige bien, y la película hay momentos (rokeros) que me gustan mucho, pero tan pronto como acaba me queda el regusto del I want and I can´t y lo que pudo haber sido a la manera que, por ejemplo, afrontó al personaje (y la persona) de Bob Dylan Todd Haynes en I'm not there. Dicho lo cual, Rami Malek lo hace muy bien, aunque para mi gusto le sobran algo esos dientes.
Ha nacido una estrella (8 nominaciones) me gusta más que Bohemian Rhapsody, aunque la película sea la cuarta versión de la historia, tras la primera de George Cuckor (Hollywood al desnudo, 1932), William Wellman (Ha nacido una estrella, 19637), George Cuckor de nuevo con la versión música con Judy Garland (Ha nacido una estrella, 1954) y la de Frank Pierson (Ha nacido una estrella, 1976) con Kris Kristofferson y Barbra Streisand.
Bradley Cooper dirige y actúa mucho más que bien, y Lady Gaga consigue que me guste más de lo que jamás me ha gustado. Está fantástica en su papel de estrella naciente. Todo en la película me gusta, o dicho de otra forma, nada me disgusta, y me gusta muy especialmente el gran Sam Elliot. En realidad este Ha nacido una estrella la 5 versión) es casi una revisitación de la película de los 70, habida cuenta de que ya aquella se alejó del mundo del cine para centrarse en el mundo del rock. Me gusta Ha nacido una estrella. El único problema que encuentro para verla optando al Oscar a mejor película, es que es una película que ya he visto antes de verla. No sé si se entiende.
Cine de ayer y hoy
Eso es lo que es la estupenda Green Book (5 nominaciones) de Peter Farrelly en su primera incursión como director “serio” apartado de su hermano. Desde el minuto 1 sabemos lo que va a pasar en la (otra vez lo digo) estupenda Green Book, pero, a diferencia de Ha nacido una estrella, me interesa mucho sumergirme en eso que ya conozco. Porque conozco la imagen general, pero no el detalle de esta historia basada en una historia real. Muy grande ese gran actor que va a más que es Mahersala Ali como Don Shirley, ese pianista negro exquisito atrapado en el racismo del profundo sur en aquel viaje de 1962, pero también atrapado en sus propios fantasmas como persona (y no digo más).
Y enorme (además de físicamente enorme) está Viggo Mortensen como Tony “Lip”, ese chofer italoamericano, un auténtico vividor, un golfo, un racista, un superviviente, y algunas cosas más, pero también con un sentido común fuera de lo común. Podríamos hacer un chiste fácil con Green Book diciendo que sería una especie de Paseando a Miss Daisy, cambiando a la señora Daisy por el señor Shirley y a un chofer negro por uno italoamericano (y blanco) Muy buena película que demuestra que en el cine, además de saber lo que va a pasar, lo importante es cómo nos cuentan eso que sabemos que va a pasar.
La heterodoxia necesaria
Casi todos los años Hollywood se permite el lujo de colar una película fuera de norma, heterodoxa e inclasificable como este año ha hecho con El vicio del poder (8 nominaciones), de Adam Mckay, cuyo anterior trabajo, La gran apuesta, también estuvo en la misma situación hace unos años (y junto a la cual forma un colosal y heterodoxo díptico histórico sobre Estados Unidos, y el mundo, en los últimas décadas)
Partiendo de la aclaración de que el título original Vice es mucho más sugerente que el muy explícito El vicio del poder , Mckay volvía a contar con Christian Bale tras La gran apuesta para dar vida (aunque este término se quede probablemente corto) a Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos. Junto a él, una fabulosa (como siempre, esto no es sorpresa) Amy Adams, Steve Carell como Donald Rumsfield y Sam Rockwell como George Bush Jr.
Y al igual que hacía en La gran apuesta, Adam Mckay apuesta por una narración muy alejada de lo convencional, para construir un biopic tan heterodoxo (y por eso mismo tan gozoso) sobre un personaje tan sombrío y bigger tan life como Dick Cheney. El resultado, más que construir un biopic, es la deconstrucción de un personaje. Y mucha atención a la forma en la que Adam Mckay nos cuenta esa historia. Heterodoxa como pocas.
Las favoritas
Incluir a La favorita (10 nominaciones) entre las favoritas es fácil por dos motivos. El primero es un chiste fácil a raíz de su título. Y el segundo es porque junto a Roma, es la película que más nominaciones acapara, un total de 10. La favorita no es mi favorita sin embargo. Parto de la base de que el excelente trabajo de sus tres actrices juega a su favor en unos tiempos en los que reivindica, y con toda la razón del mundo, que las mujeres tengas papeles “de verdad” en las películas.
Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone se salen, cada una de ellas en el papel que le toca, la primera como La Reina Ana, la segunda como su favorita, Lady Sarah, y la tercera como prima de la segunda y a su vez aspirante a favorita. Un juego de lucha por el poder, de arribismos, de intrigas, de dominaciones. Hasta aquí, por lo que a mí respecta, todo bien. Vaya por delante que La favorita me gusta. La he visto ya dos veces. Ahora vienen mis peros… la elección por parte de Yorgos Lanthimos de esos angulares extremos para contar su historia me pone de los nervios, consiguiendo casi sacarme de la película varias veces. Por el preciosismo de su puesta en escena, no puedo evitar que me recuerde a Barry Lindon aunque prefiera la “limpieza visual” de esta última. Por las luchas entre los personajes no puedo dejar de pensar en dos títulos tan diferentes como Las amistades peligrosas y Eva al desnudo.
Personalmente creo que La favorita hubiera sido una mucha mejor película en otro registro visual. Pero yo soy un poco peculiar para estas cosas, y cuando un director se hace notar con la cámara, o es para cambiar la historia del cine, o me chirria. En este caso me chirría. No soy un tiquismiquis, es que me dibujaron así.
Y llegamos a Roma (10 nominaciones), de Alfonso Cuarón. Teniendo en cuenta que es un auténtico peliculón, arriesgado, con alma, todo un reto formal y emocional, distribuida de una forma tan novedosa hasta ahora como normal desde ahora que es desde el respaldo de una plataforma como Netflix. Avalada ya por numerosos premios y reconocimientos, deslumbrante en su blanco y negro analógico, Roma ha sido rodada en película de 65 mm con el mismo Alfonso Cuarón como director de fotografía, y cuenta una historia tan personal como universal.
Debo decir que me sorprendió cuando en los créditos ponía que se había rodado en 65 mm, porque hasta ese momento hubiera jurado que era 4K y no especialmente por la textura de la imagen o s nitidez, sino sobre todo por la gamma dinámica entre las luces más altas y los detalles más oscuros en algunos planos. Sin embargo, pensándolo bien, una película tan personal como Roma, tenía que rodarse en película analógica. Roma de Alfonso Cuarón cuenta la propia historia del niño que fue Alfonso Cuarón en la Colonia Roma de Ciudad de México a comienzos de los años 70 en una familia burguesa en la que el aglutinante emocional parece recaer en la figura de Cleo, una de las criadas de la casa.
Yo sé que Roma es una de esas películas en las que lo que para unos son valores, para otros son defectos. Yo soy de los que ven valores y no defectos. Me parece muy arriesgado contar esas historias de la forma en que Cuarón la cuenta, tomándose su tiempo para crear en el espectador el estado emocional esperado. Hay planos portentosos en los que parecen convivir varias películas dentro. Y me llama mucho en la planificación de cámara el uso recurrente a movimientos a derecha e izquierda durante los que pasan montones de cosas, que ya utilizaba Cuarón en Gravity.
Roma tiene un poco de Amarcord y un poquito de Fanny y Alexander en lo que toca a los recuerdos de infancia de ese niño que un día lo fue y que ahora dirige películas. En su favor, la calidad y calidez. En su contra, no sé si Hollywood está para premiar dos años seguidos a un cineasta mexicano tras Guillermo del Toro el pasado año. Teniendo en cuenta que Cuarón ganó con Gravity, y que Roma está nominada tanto como mejor película como mejor película en habla no inglesa, (la quinta vez que esto ocurre) pienso que es posible que gane una de las dos, pero no sé si las dos.
También pienso que Green Book es la típica buena película que gusta a todo el mundo pero que no cambia la historia del cine que puede ganar con una historia ejemplar. También pienso que La favorita podría hacer honor a su nombre por el tema de sus actrices y sus poderosos papeles.
Pero también pienso que la Academia puede premiar de forma más fácil a Bohemian Rhapsody o Ha nacido una estrella, premiando así a la taquilla. No quiero ni pensar que pudiera ganar Black Panther. Si de mií dependiera, la cosa estaría entre Infiltrado en el KKKlan, El vicio del poder o Roma
Voy a darle unas vueltas antes de decantarme.